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| lunes diciembre 23, 2024

Los Aliados Más Importantes de Occidente: Los Disidentes del Islam


 

 [Ayaan Hirsi Ali, una valiente disidente musulmana y escritora, tuvo que huir de Holanda a EE.UU., donde se convirtió rápidamente en uno de los intelectuales públicos más prominentes. (Fuente de la imagen: Gage Skidmore)]

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

  • Hoy en día un nuevo Telón de Acero ha sido erigido por el Islam contra el resto del mundo, y los nuevos héroes son los disidentes, los apóstatas, los rebeldes, los no creyentes y los herejes.
  • Este ejército de disidentes musulmanes, de rápido crecimiento, es el mejor movimiento de liberación para millones de musulmanes que aspiran a practicar su religión pacíficamente sin someterse a los dictados de fundamentalistas y fanáticos.
  • Están solos contra todos. Contra el islamismo que utiliza Kalashnikovs y contra un terrorismo intelectual que los somete a la intimidación de los medios de comunicación. Vistos como «traidores» por sus comunidades, son acusados por las élites de Occidente de «estigmatizar». 
  • Debemos apoyarlos – a todos ellos. Algunos de los más valientes defensores de la libertad provienen de regímenes islámicos. Europa debe dar apoyo financiero, moral y político a estos amigos de la civilización occidental, mientras que nuestra deshonrada intelectualidad se dedica a calumniarlos.

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El Islam, advirtió el exitoso novelista argelino Boualem Sansal, dividirá a la sociedad europea. En una entrevista con medios de comunicación alemanes, este valiente escritor árabe pintó una visión de Europa subyugada por el Islam radical. De acuerdo con Sansal, los ataques terroristas en París y Bruselas estuvieron dirigidos contra la forma de vida occidental: «Ni siquiera pueden derrotar a los débiles estados árabes, así que han introducido quinta columnas en Occidente para que se autodestruya. Si tienen éxito la sociedad caerá».

El Sr. Sansal, que ha sido amenazado de muerte, pertenece a un ejército, de rápido crecimiento, de disidentes musulmanes. Son el mejor movimiento de liberación para millones de musulmanes que aspiran a practicar su religión pacíficamente, sin someterse a los dictados de fundamentalistas y fanáticos. Estos disidentes musulmanes persiguen la libertad de conciencia, la convivencia interreligiosa, el pluralismo en el ámbito público, la crítica del Islam, y el respeto al estado de derecho. Para el mundo islámico, su mensaje podría ser devastador. Es por eso que los islamistas los persiguen.

Son siempre individuos, tales como Lech Walesa, los que hacen la diferencia. La Unión Soviética fue derrotada por sólo tres seres: Ronald Reagan, el Papa Juan Pablo II – y los disidentes. Cuando el Profesor Robert Havemann murió en Alemania Oriental, pocas personas lo notaron. Este intrépido crítico del régimen fue confinado bajo arresto domiciliario en Grünheide, vigilado por la Stasi. Pero el viejo profesor nunca se dejó intimidar. Continuó luchando por sus ideas.

Un héroe del anticomunismo checoslovaco, Jan Patočka, murió durante un agotador interrogatorio policial. Patočka pagó el precio más alto del silenciamiento. Sus brillantes conferencias se redujeron a un seminario clandestino. Aunque no podía publicar, continuó trabajando en un pequeño apartamento clandestino.

Cazado por la KGB, Alexander Solzhenitsyn dejó escritos los capítulos de su Archipiélago Gulag y los ocultó con diferentes amigos de confianza, para que nadie poseyera todo el manuscrito. En 1973 existían sólo tres copias. Cuando la policía política soviética logró obligar a que le revelara uno de los escondites, la mecanógrafa Elizaveta Voronyanskya, pensando que la obra maestra estaba perdida para siempre, se ahorcó.

Hoy en día un nuevo Telón de Acero ha sido erigido por el Islam contra el resto del mundo, y los nuevos héroes son los disidentes, los apóstatas, los heréticos, los rebeldes y los no creyentes. No es casualidad que la primera víctima de una fatwa fuera Salman Rushdie, un escritor indio-británico de una familia musulmana.

Pascal Bruckner los llamó «los librepensadores del mundo musulmán». Debemos apoyarlos – a todos ellos. Porque si los enemigos de la libertad provienen de sociedades libres, esos que se arrodillan ante los sicarios de Allah, algunos de los más valientes defensores de la libertad provienen de los regímenes islámicos. Europa debe dar apoyo financiero, moral y político a estos amigos de la civilización occidental, mientras que nuestra deshonrada intelectualidad se dedica a calumniarlos.

Uno de ellos, un escritor argelino, Kamel Daoud, que llamó a Arabia Saudita «una Isis que la había hecho», recientemente provocó una ristra de «islamofobia» por haber dirigido su ira contra los ingenuos, que él dice ignoran el abismo cultural que separa al mundo árabe musulmán de Europa.

Otro, un exiliado iraní, ahora en Holanda, el jurista Afshin Ellian, trabaja en la Universidad de Utrecht donde, después del asesinato de Theo Van Gogh, está protegido por guardaespaldas. Después de la matanza de Charlie Hebdo, mientras los medios de comunicación de Europa estaban ocupados en culpar a los «estúpidos» caricaturistas, Ellian promovió un llamamiento: «No permitan que los terroristas determinen los límites de la libertad de expresión».

Otra valiente disidente y escritora, Ayaan Hirsi Ali, tuvo que huir de Holanda a EE.UU., donde se convirtió rápidamente en uno de los intelectuales públicos más prominentes.

El alcalde marroquí de Rotterdam, Ahmed Aboutaleb, también es custodiado por la policía. Recientemente les dijo a sus correligionarios musulmanes que protestaban contra las libertades que tienen mientras viven en Occidente que «hagan las maletas y váyanse al c…”. Un heroico defensor cristiano de estas libertades en Holanda, Geert Wilders, ahora está siendo juzgado acusado de «discriminación». «Estoy en la cárcel», ha dicho, en referencia a sus casas de seguridad, «y ellos caminan libres».

Muchos de estos disidentes son mujeres. Shukria Barakzai, una política y periodista afgana, les declaró la guerra a los fundamentalistas islámicos después de que la policía religiosa de los talibanes la golpeó por atreverse a caminar sin un acompañante masculino. Un atacante suicida se inmoló cerca de su auto, matando a tres personas. Kadra Yusuf, un periodista somalí, se infiltró en mezquitas de Oslo para denunciar a los imanes, especialmente en relación con la mutilación genital femenina, que ni siquiera es requerida en el Corán o el Hadiz (informes sobre Mahoma). En Pakistán, Sherry Rehman llamó a «una reforma de las leyes pakistaníes de blasfemia». Ella arriesga su vida todos los días. Está marcada «apta para ser matada» por los islamistas por ser una mujer, una musulmana y una activista secular. El escritor y psiquiatra sirio-estadounidense Wafa Sultan, también fue marcado como «infiel» merecedor de la muerte.

Le Figaro publicó recientemente un extenso informe sobre las personalidades francesas musulmanas amenazadas de «ejecución». «Puestos bajo protección policial permanente, considerados como traidores por fundamentalistas musulmanes, viven en un infierno. A los ojos de los islamistas, su libertad es un acto de traición a la umma [comunidad]». Son escritores y periodistas de cultura árabe-musulmana que denuncian la amenaza islamista y la violencia inherente del Corán. Están solos contra el islamismo, que utiliza el terrorismo físico de Kalashnikovs, y contra el terrorismo intelectual que los somete a la intimidación de los medios de comunicación. Vistos como «traidores» por sus comunidades, son acusados por las élites de Occidente de «estigmatizar».

El periodista francés Zineb El Rhazoui tiene más guardaespaldas que muchos ministros en el gobierno de Manuel Valls y, por seguridad, en los últimos meses tuvo que cambiar frecuentemente de casas en París. Para este joven investigador, nacido en Casablanca y que trabaja en el semanario francés Charlie Hebdo, caminar por la calle en París se ha convertido en impensable. Una fatwa publicada después del 7 de enero de 2015 dice: «Maten a Zineb El Rhazoui para vengar al Profeta».

Las amenazas contra otra disidente, Nadia Remadna, no provienen de Raqqa, Siria, sino de su propia ciudad: Sevran, en Seine-Saint-Denis. Reflejan la creciente influencia de los islamistas en los territorios perdidos de la República Francesa. ¿De qué «crimen» fue encontrada culpable? Ella creó la «Brigada de Madres» para combatir la influencia islamista en los jóvenes musulmanes.

Una profesora de filosofía, Sofiane Zitouni, también ha dejado su trabajo en una escuela francesa musulmana por «insidioso islamismo».

El periodista, ensayista y escritor franco-argelino de varias investigaciones en círculos islamistas, Mohamed Sifaoui, es víctima de una doble amenaza. Es objetivo prioritario tanto para fundamentalistas como para grandes inquisidores «tolerantes». Condenado a dos años de prisión por el régimen argelino por «delitos de prensa», y después acosado por islamistas, Sifaoui pidió asilo en Francia en 1999 y nunca más ha puesto un pie en Argelia. Desde entonces, Sifaoui ha visto su foto y su nombre al lado de las palabras «le mourtad», el apóstata, en portales islamistas, lo que significa que está predestinado a la muerte. La protección de la policía francesa en torno a él es total desde 2006, cuando defendió la libertad de expresión para la revista satírica francesa Charlie Hebdo.

Unos quince testigos declararon a favor de la revista, Charlie Hebdo. Entre ellos se encontraba el malogrado ensayista tunecino musulmán, Abdelwahab Meddeb, que tuvo el valor para desafiar a todo el establishment musulmán francés que trató de frenar a Charlie Hebdo. Meddeb quería mostrar que «esto no se trata de alguien contra el Islam, sino del Islam iluminado contra el Islam oscurantista».

También en Francia, Hassen Chalghoumi, el valiente imán de Drancy, predica con un chaleco antibalas. Cuando sale a la calle, es acompañado por cinco policías con armas semiautomáticas. Esto no ocurre fuera de la Zona Verde de Bagdad; esto ocurre en el corazón de París. Chalghoumi respaldó la prohibición de la burka; realizó una visita sin precedentes al Memorial del Holocausto de Jerusalén; rindió homenaje a las víctimas de Charlie Hebdo y favoreció un diálogo con los judíos franceses.

Naser Khader, un liberal musulmán con nacionalidad danesa, que pidió «una reforma musulmana», y escribió «Honor y Vergüenza», está amenazado de muerte por grupos islámicos.

En Italia, un escritor de origen egipcio, Magdi Cristiano Allam, está protegido por guardaespaldas por haber criticado al Islam político. Como subeditor del principal diario de Italia, Corriere della Sera, el Sr. Allam publicó un libro cuyo sólo título fue suficiente para poner en peligro su vida: «Viva Israele».

Ibn Warraq vive protegido detrás de un seudónimo desde que escribió un libro seminal, «Por Qué No Soy Musulmán».

El blogger palestino Walid Husayin también es una rareza. Encarcelado por «satirizar el Corán”, publicó recientemente un libro en Francia sobre su experiencia en los territorios palestinos, donde su «ateísmo» casi le cuesta la vida.

En Túnez hay un puñado de cineastas e intelectuales que luchan por la libertad de expresión, especialmente después de que un líder de la oposición laica, Chokri Belaid, fue asesinado. También Nadia El Fani, directora de «Ni Allah ni maître» [«Ni Allah ni Amo»], y Nabil Karoui, el gerente de Nessma TV, están amenazados de muerte y son llevados a los tribunales para responder a cargos de «blasfemia». Si la «primavera árabe» de Túnez no se convirtió en un invierno islamista, como en otras partes, es mayormente gracias a estos disidentes.

Esos héroes saben qué les sucedió a sus predecesores en «la guerra contra los intelectuales árabes». Escritores como Tahar Djaout fueron asesinados, en 1993, por los islamistas en Argelia, al igual que el periodista Farag Foda, famoso por sus agudas sátiras sobre el fundamentalismo islámico. Antes de su asesinato, Foda había sido acusado de «blasfemia» por la gran mezquita de al-Azhar. Una decena de blogueros de Bangladesh también han sido asesinados a sangre fría por islamistas por el «delito» de «secularismo».

El año pasado, el Presidente de Egipto, Abdel Fattah al-Sisi, llamó a reformar el Islam y la forma en que se lo enseña, como lo hizo el importante clérigo sunita del Islam, Sheikh Ahmed al Tayeb, presidente de la Universidad Al-Azhar de El Cairo, el centro del Islam sunita. Y lo dijo en La Meca, ni más ni menos. Los conservadores de Egipto, sin embargo, hicieron todo lo posible para acallarlo – al menos por el momento.

Hay, sin embargo, cada vez más disidentes expresándose exitosamente y liderando valientes y visionarios movimientos. En EE.UU., M. Zuhdi Jasser, autor de «Una Batalla por el Alma del Islam», que ejerce como médico, fundó el Foro Estadounidense Islámico para la Democracia. El año pasado, más de dos decenas de personalidades musulmanas promovieron un llamamiento «para abrazar una interpretación plural del Islam, rechazando todas las formas de opresión y abusos cometidos en nombre de la religión».

En Canadá, Raheel y Sohail Raza fundaron “Musulmanes Enfrentando el Mañana», y está el franco Profesor Asociado de Ciencia Política de la Universidad de Ontario Occidental, Salim Mansur.

En el R.U., Maajid Nawaz dirige la influyente Fundación Quilliam, y Shiraz Maher, que desertó de la organización islamista Hizb ut-Tahrir, ahora sirve como Miembro Superior del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización en el Kings College de Londres.

Estos son sólo algunos de los héroes de hoy. Hubo que dejar algunos afuera; había demasiados para enumerar.

La orgullosa y dolorosa resistencia de estos «rebeldes de Allah» es uno de los más bellos testimonios de nuestro tiempo. Estos «rebeldes de Allah” son también la única esperanza real de reforma para el mundo islámico – y de la preservación de la libertad para todos nosotros.

Giulio Meotti, Editor Cultural de Il Foglio, es un periodista y escritor italiano.

http://www.gatestoneinstitute.org/8227/muslim-dissidents

 

 
Comentarios

El problema es que lo que estos valientes disidentes buscan va en contra de lo ordenado por el Corán. Por eso a los terroristas se les llama fundamentalistas.
Los ejemplos citados de la disidencia soviética y europea eran de personas cristianas o judías.
He ahí la diferencia.

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