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| sábado noviembre 23, 2024

¿Solución de los dos Estados? Es hora de innovar


A principios de mes tuvo lugar en París una conferencia internacional para relanzar el proceso de paz entre israelíes y palestinos promocionada por el Gobierno francés. Estaban presentes los EEUU, la Unión Europea, China… y hasta 26 países más, pero ni los israelíes ni los palestinos. Otra vez, una cumbre de paz que no ha servido para nada –Clifford May dice que ojalá sea así, porque de lo contrario lo promovido en París será perjudicial tanto para los israelíes como para los palestinos.

El mayor logro de la conferencia fue una declaración conjunta en la que lo más reseñable es que «es necesario establecer las condiciones para terminar con la ocupación israelí, que dura desde 1967», mientras se ignora todo lo que tienen que resolver los palestinos internamente para poder firmar una paz duradera. En referencia a la ola de ataques terroristas, el comunicado coloca en el mismo plano a los israelíes asesinados a puñaladas, atropellados o tiroteados y la construcción de casas en los asentamientos. Las palabras de condena y lamento por las víctimas de Bruselas, París u Orlando no operan cuando las víctimas son israelíes –que, como todo el mundo sabe, algo habrán hecho.

Los participantes se comprometieron a celebrar otra cumbre antes de que acabe el año. SegúnEran Etzion, del Middle East Insititute, París, en connivencia con Washington, prepara untsunami diplomático contra Israel mediante el reconocimiento del Estado palestino en el Consejo de Seguridad de la ONU, y se pretende forzar a los israelíes a ceder en todos los puntos de la negociación utilizando como base el plan de paz saudí de 2002. Tal ofensiva diplomática se traduciría en enrocamiento de los israelíes y también de los palestinos. Es decir, en un deterioro de la situación.

Antes de seguir especulando con los posibles movimientos diplomáticos para presionar a Israel, es necesario detenerse en la viabilidad del plan de paz que apoya la comunidad internacional: lasolución de los dos Estados.

Desde los Acuerdos de Oslo, el mantra en el proceso de paz entre israelíes y palestinos es la solución de los dos Estados, Israel y Palestina, que negociarían las fronteras y otros asuntos centrales, como Jerusalén, los refugiados o el reparto de los recursos hídricos, en negociaciones directas y bilaterales.

La solución de los dos Estados con fronteras seguras la firmamos casi todos. No obstante, muchos actores y expertos la dan por muerta. Ian Lustick fue claro al respecto. Yosi Beilinpropuso una confederación y Buji Herzog, como ya comentamos, decía que los dos Estados son imposibles y que por tanto hay que llevar a cabo una separación controlada para la reconstrucción de la confianza entre las partes. La de los dos Estados es ahora mismo una ilusión principalmente porque en el lado palestino tienen que arreglar primero una lista de problemas muy importantes. Y es que faltan las condiciones esenciales para que un Estado palestino sea viable. La población está atrapada entre un liderazgo corrupto, el de Al Fatah, que controla la ANP, y un grupo terrorista fanático que controla la Franja de Gaza. Ambos territorios, Cisjordania y Gaza, están separados y enfrentados.

Hamas ha utilizado su poder para robar a manos llenas, para lanzar cohetes contra las ciudades israelíes, para construir túneles y para asesinar sumarialmente a supuestos colaboradores con Israel. El Gobierno de Al Fatah, liderado por Mahmud Abás, no hace nada por acabar con la corrupción, mejorar la economía palestina y fomentar la convivencia con Israel. Además, el liderazgo del rais es cada vez más débil.

En Orden y decadencia política, el famoso politólogo Francis Fukuyama dispone que para que un Estado funcione debe haber instituciones fuertes, imperio de la ley, accountability (fiscalización de la acción del Gobierno) y una sociedad activa. En la ANP carecen de todos estos elementos, no digamos en la Franja de Gaza. Nuestro hombre en Ramala, Salam Fayad, el Ben Gurión palestino, como le llamaban despectivamente –a él no le importaba–, intentó crear las estructuras básicas de un Estado, pero el liderazgo de Al Fatah y las exigencias de Hamás no concibieron una Palestina democrática que conviviera con Israel y, por tanto, le defenestraron. Fayad fue el precio de una reconciliación con Hamas que nunca llegó.

Ciertamente, si mañana se declarase el Estado palestino, en las fronteras de antes de 1967, y con las condiciones que exigieran los líderes palestinos, sería inviable.

Efectivamente, la solución de los dos Estados no está en su mejor momento. Las cumbres de paz no están funcionando. Es hora de innovar, de probar algo nuevo. A este respecto, ya están funcionando proyectos muy interesantes. Richard Behar reportó en Forbes sobre iniciativas con las que grandes compañías como Cisco o HP promueven la creación de empresas formadas por israelíes y palestinos; en su día, desde aquí saludamos a esa Palestina Start-Up que estaba propiciando el surgimiento de una nueva generación de palestinos que demuestra que la convivencia con israelíes es posible.

Como paso siguiente a esta colaboración privada, Ian Shapiro y Nicolas Strong, de la Universidad de Yale, proponen la creación de Zonas Políticas Especiales (SPZ, en sus siglas en inglés), al estilo del Jordan Gateway Industrial Park, creado a iniciativa del entonces ministro de Exteriores israelí, Simón Peres, tras el acuerdo de paz con Jordania. Las SPZ estarían formadas y administradas por personas físicas y entidades privadas y servirían como ecosistemas de prueba, como realidades binacionales en pequeña escala en donde se demostrara que es posible la convivencia. Son alternativas a la solución de los dos Estados que pueden conllevar mejores resultados que las iniciativas diplomáticas.

Desde Oslo, la comunidad internacional, y los EEUU a la cabeza, está empeñada en implementar las mismas propuestas para la paz entre israelíes y palestinos, y no han conseguido mucho. Otras soluciones pueden funcionar mejor. Es hora de innovar para la paz.

 
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