La estrella 51 de los Estados Unidos de América siempre ha tenido una relación muy especial con los Estados Desunidos de Europa. No sólo por su larga historia judía. El Viejo Continente está hoy muy presente en Israel más allá de las diferencias políticas con Bruselas o la pasión que la Champions provoca en Tierra Santa.
Este viaje a Tel Aviv, Netanya, Eilat, Raanana y Rehovot es un paseo por París, Madrid, Barcelona y Lyon. Un salto a la Europa que fue o que será.
El español, francés y hebreo se mezclan con naturalidad gracias sobre todo a la aliá. La emigración judía a Israel. Como la que hizo el barcelonés Dani Benolol para vivir con su novio israelí. O el parisino Ygal Allon que dejó tres restaurantes en la Ciudad de Las Luces para encender una luz en Israel y-nos dirá- para ir con la kipá (el solideo ritual) en la cabeza sin miedo al insulto o agresión.
Sin llegar al millón de la ex Unión Soviética que hizo aliá en los inicios de los 90 a un país de apenas cuatro millones de habitantes, los judíos europeos (franceses, españoles…) piensan en Israel ya no sólo durante el telediario sino para estudiar, hacer la mili, casarse, tener hijos, divorciarse, cuidar a los nietos, reencontrarse con sus hijos, ser enterrado…
Francia es el que proporciona más judíos. En 2014 fueron 7.200, el doble que el año anterior. El moderno éxodo judío tiene múltiples padres: factor familiar, personal y económico, sionismo, antisemitismo, los atentados yihadistas contra una escuela judía en Toulouse (2012) y el Hyper Casher de París (2015)… En el año de este ataque terrorista, 7.900 franceses judíos eligieron Israel. El año pasado llegaron 32.000 judíos de 90 naciones. Demasiados como para no visitar la Petite France. La primera escala de este viaje trilingüe a cinco ciudades.
NETANYA
En la Plaza de Independencia en esta ciudad al norte de Tel Aviv, los israelíes sienten que están en París o Marsella. 10.000 franceses optaron por Netanya como residencia desde 1989 hasta el 2013. El destino de les vacances se ha convertido en hogar. Eso sí, importando sus canciones, tiendas, restaurantes, brioches, perfumes… Bienvenidos a la colonia francesa Casher. En el restaurante Alonzo, los camareros chapurrean hebreo. No lo necesitan. «Cualquiera puede trabajar aquí pero necesita francés porque es el idioma de su sistema informático», apunta su dueño, Allon. En tres palabras, responde a nuestras horas de coche y preguntas sobre los motivos de este éxodo: «Porque soy judío».
Su historia empieza en la ciudad marroquí de Fez. Allí nació su padre que se trasladó en 1949 a Israel y conoció a una judía tunecina. De niño, Allon viajó a París con su familia y 40 años después regresa dejando muchos comensales en Francia. «Los restaurantes tenían éxito pero llega un momento en la vida que no ves futuro para tus hijos. Nos vinimos», señala ante la atenta mirada de uno de sus tres hijos. Más le vale. Es su jefe.
El atentado contra el supermercado Hyper Cacher, que conocía muy bien, lo cambió todo. «Me dije, se acabó», recuerda.
Shanon y Sacha, estudiantes francesas, buscan seguridad en Israel: «Cada vez pienso más que Francia no es un lugar para los judíos»
El primer ministro Manuel Valls respondió con un «Francia sin judíos no es Francia» al llamamiento de su homólogo israelí, Benjamín Netanyahu a hacer la aliá. Allon dice que casi no reconoce a Francia. «Hay lugares que no me atrevo a ir», asegura. Bromea en el nuevo paisaje: «Un israelí aquí da buenos días en hebreo y recibe un bon jour».
Vamos a la playa. Esta vez no para tomar el sol y ver bikinis. Sacha (17) y Shanon (16) son francesas, primas y residentes de Netanya. «En el Estado de los judíos, me siento en casa y segura. Cada vez pienso más que Francia no es un lugar para los judíos», opina Sacha. «Aún me siento más francesa pero aquí es el futuro para nosotros», añade la recién llegada Shanon que recuerda el aumento de seguridad en las sinagogas y escuelas hebreas francesas de una comunidad de más de 500.000 miembros.
¿Chicos? «En Francia son más sexis, aquí son jutzpanim», se ríe en alusión a la mezcla de atrevimiento, audacia e insolencia del israelí.
RAANANA
Risas, recuerdos y buenos alimentos engalanan el reencuentro de una decena de barceloneses en un restaurante. Algunos hicieron la aliá hace pocos meses. Otros dejaron su aún amada Barcelona hace décadas. Como Ernesto Joselevich (48) que aterrizó en 1986 después de la firma de relaciones entre Israel y España. «Los dos países se parecen en muchas cosas. Mediterráneos, democráticos, liberales… aunque creo que el israelí es más trabajador y luchador. Con la insolencia que le hace cuestionar las cosas y la audacia de intentar conseguir lo que antes nadie logró», comenta este profesor e investigador del Instituto Weizmann.
Tuvo que viajar a Harvard para conocer mejor a los israelíes. «Un compañero griego en el postdoctorado me mostró la diferencia. El sueño de un postdoctorado griego es conseguir un puesto académico en EEUU y ,si no es posible, irse a Grecia. El sueño del israelí es un puesto en Israel y si no hay más remedio quedarse en EE.UU».
Tras 20 años en Israel, Elías Eljarrat (49) reconoce diferencias de mentalidad. ¿Antisemitismo en España? «Se remonta a la Inquisición y se ha incrementado con la política de estar bien con los países árabes por motivos económicos. Antes era antisemitismo de extrema derecha o extrema izquierda y ahora está también relacionado con posiciones proárabes».
Eljarrat alerta sobre la amenaza terrorista: «Ya pasó en Madrid mientras en Catalunya muchas células yihadistas han sido detenidas cuando iban a cometer atentados».
Israel no es precisamente un destino pacífico…
Cierto, pero creo que los que vienen también lo hacen para sentirse seguros mentalmente. En Israel se sienten más protegidos.
Ya en el postre, confiesa: «Echo de menos el ambiente español; por ejemplo, el cortado es muy especial».
EILAT
El francés se escucha en el Delfinario de esta ciudad fronteriza con Jordania y Egipto. «Nos gusta venir por el clima y para apoyar a los israelíes ante los ataques palestinos», dice Jacques (50) mientras observa a un delfín y sobre todo a su rubia cuidadora.
Nacido en Lyon, este turista no tiene pensado trasladarse a Israel. «Es bueno saber que si pasa algo tenemos un lugar que nos ayudará y recibirá con los brazos abiertos». Aconseja a Europa: «Va siendo hora de que tomen medidas más drásticas para reducir la amenaza del Estado Islámico (ISIS)»
No le decimos que cerca de su hamaca, el ISIS tiene una importante sucursal. Aunque se centra atacar objetivos egipcios, desde el Sinaí también ha lanzado esporádicos proyectiles contra territorio israelí.
REHOVOT
El Instituto Weizmann es una inteligente burbuja en una zona con mucha sinrazón. Uno de los centros científicos más prestigiosos del mundo acoge decenas de nacionalidades e idiomas. El español también. Muchos judíos y no judíos llegados de España se encuentran en sus laboratorios y clases para estudiar, investigar, aprender, enseñar y crear.
Daniel Benarroch (24) es uno de ellos. Lean ahora una de las claves del éxito científico israelí: si este madrileño hubiera querido investigar en España tendría que haber pagado mucho dinero. Aquí no sólo no paga sino que cobra. «Si Weizmann te da una beca, te lo paga todo. Me prohíben trabajar ya que quieren que dedique todo mi tiempo a la investigación», cuenta armado con una Estrella de David en el cuello.
Daniel Benarroch, criptólogo español, le atrae la inversión en Israel en I+D: «Se debe a la mentalidad de supervivencia del pueblo judío»
«Esta fórmula no se aplica en España quizá porque no se da tanta importancia a la ciencia e investigación. Desde el minuto cero, Israel ha invertido grandes cantidades de dinero y recursos humanos en la investigación y ciencia porque sabe que es vital para su desarrollo», estima.
¿A qué se debe el ‘milagro tecnológico’?
A la mentalidad de supervivencia en Israel. Hubo una época que era «o se desarrolla, inventa en agricultura, ciencia, armamento… o no sobrevive». Una de las razones que explican la importancia de la ciencia es que impulsa relaciones. Israel estableció enseguida relaciones científicas con EE.UU, países europeos y poco a poco con países árabes. Es un logro muy importante.
El chaval, que niega haber sufrido antisemitismo en Madrid, estudia criptografía. Las matemáticas detrás de la seguridad cibernética. Protocolos y esquemas de seguridad para transmitir mensajes. El futuro. O eso anuncia.
TEL AVIV
Las canciones del artista israelí Idan Raichel absorben un aroma especial en el Instituto Francés. Una decena de francesas cantan en hebreo bajo la batuta de Deborah Benasouli (38). Esta actriz y cantante parisina no tiene palabras contra su país. «No estoy aquí por temas de antisemitismo o yihadismo sino por algo personal. Me siento muy francesa pero Israel es familia. Me siento en casa. Es algo del corazón que no sé explicárselo», apunta antes de un nuevo ensayo.
Veronique Guez lleva cinco meses en Tel Aviv. «Por sionismo y por mi hija que estudia aquí. No podíamos estar separados», razona esta mujer que estudia en hebreo y sueña en francés. «Aquí podemos ser judíos sin problemas mientras en París hay que tener cada vez más atención por lo que pueda pasar», subraya mientras su amiga Chantal Zouberman sentencia: «Aquí vivimos nuestra historia».
Dani Benolol (39) vive desde hace año y medio en Tel Aviv. «Me estoy acostumbrando al caos en Israel. No me crié en este ambiente sino en Barcelona donde todo es más ordenado. Cada vez que vuelvo, veo mucho más esta diferencia», reconoce entre risas.
Daniel Benolol, español: «En Francia ser judío incomoda más que en España»
Un bar en la ciudad condal asistió al flechazo con su novio israelí Sharon Shapira. Tras un rato en inglés, Benolol le sorprendió con varias palabras en hebreo. «En primer lugar, vine por amor. Después, algo de sionismo porque la vida aquí no es fácil. Si no, al cabo de varios meses te dices, ‘me vuelvo’», confiesa el barcelonés en el balcón de su casa.
Se siente un poco de todo. «En Tel Aviv estoy muy cómodo pero hay cosas que añoro de España. La sensación de no estar en un país tan pequeño donde todo el mundo se conoce. Como director comercial, tengo la suerte de viajar cada mes y eso me da aire. En Tel Aviv me falta el silencio y orden de Barcelona y en Barcelona echo en falta el caos de Israel».
.¿Cómo explica el éxodo judío?
En Francia ser judío incomoda más y parece que se ha vuelto un problema. En España quizá hay antisemitismo pero también más desconocimiento sobre la cultura judía. Se vive muy bien y los judíos seguirán viviendo allí hasta que no nos moleste ser judíos en España. Somos muchos menos que en Francia. Más callados y menos visibles. No preveo una llegada masiva de judíos españoles.
Cuando le preguntamos sobre experiencia de ser homosexual Tel Aviv, dice que le sorprendió que sea «algo más normalizado» que en Barcelona. «Aquí no hay un barrio identificado con los gays quizá porque todo Tel Aviv es gay y se ven más parejas de homosexuales con sus hijos adoptados o de madres de alquiler», responde. El pesimismo lo reserva, cómo no, para el conflicto israelopalestino: «Estando aquí lo veo más difícil de solucionar. Por la disparidad de opiniones que trae una radicalización en los dos lados. La solución no debe ser de los dirigentes sino de los pueblos».
Tras lamentar que Israel es un país muy difícil para vivir, su novio explica que «todo es presión debido al clima, a la sensación de que mañana puede estallar una guerra. En España todo es mucho más tranquilo».
Preguntado sobre si los judíos deben estar en Israel, Shapira responde: «Mi familia fue exterminada en el Holocausto y por tanto sí. Pero no veo problema en que vivan en otros países si están bien y seguros».
Benolol no tiene claro donde estará en el futuro. Prefiere vivir el momento. En este sen
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