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| viernes noviembre 22, 2024

A la ONU y a la UNESCO: ¡No Traten de Vallarnos!


 

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Una mayoría de los miembros de la ONU y de la UNESCO, que es parte de la misma, son estados que no pueden ser considerados amantes de la libertad de prensa, por decir lo menos.

También se habla de parar el «discurso de odio». Pero el odio, como el amor, es difícil de definir, y la ONU no ha ofrecido ninguna definición del mismo. Por lo tanto cualquiera podría utilizarlo como excusa para «parar» o restringir la libertad de expresión.

En cuanto a «la lucha contra la islamofobia», los que despliegan esa bandera ignoran el hecho de que podría significar la creación de una categoría especial para el Islam para protegerlo contra cualquier forma de crítica, precisamente en un momento en que el Islam podría beneficiarse de un examen crítico serio.

En una época en que la libertad de expresión está siendo atacada por una variedad de grupos de todo el espectro político, lo último que debemos desear es un sello de la ONU de aprobación de la censura en cualquiera de sus formas. Lo que necesitamos es un flujo libre de información que no pueda ser sometido a normas y reglamentos burocráticos.

 

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Nota del editor: A continuación se presenta una versión condensada de las observaciones de Amir Taheri como parte de un panel especial de diplomáticos y académicos, dirigiéndose a periodistas en el Palacio de las Naciones, la sede europea de las Naciones Unidas en Ginebra, el 22 de junio, bajo los auspicios de oficina de enlace de la UNESCO.

El panel tuvo lugar como parte de la 32ª reunión de la ONU sobre  derechos humanos, y en respuesta al informe especial del Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, sobre «extremismo violento».

El Sr.Taheri habló sobre la cuestión de: ¿»Deberían las Naciones Unidas desempeñar un papel en la lucha contra los discursos de odio y las expresiones de ‘extremismo violento’ e ‘islamofobia’ en los medios de comunicación?»

Ya que no he preparado un discurso escrito, permítanme ofrecer una respuesta sin adornos a los diversos planes expuestos aquí. Creo que muchos en nuestra profesión podrían compartir mis sentimientos.

Los planes evocados aquí contienen una serie de palabras con tonalidades militares que hacen sonar alarmas en mi cabeza. Aquí hay algunos: combate, campaña, plan de acción, orden, disciplina, protección etc.

Después hay frases que, o bien tienen diferentes significados para diferentes personas o su significado es anulado por sus partes componentes. Por ejemplo: extremismo violento, lo que implica que podría ser violento sin ser extremista o ser extremista sin ser violento, pero no nos dice en qué dosis de sus ingredientes operaría como un concepto.

Aquí hay otra frase: el «equilibrio adecuado«, que el Secretario General insiste que hay que establecer en los medios de comunicación. ¿Existe un mal equilibrio?

¿O nos referimos a un falso equilibrio, como «cinco minutos para Hitler, cinco minutos para los judíos?»

También se habla de parar el «discurso de odio».

Pero el odio, como el amor, es difícil de definir, y la ONU no ha ofrecido ninguna definición del mismo. Por lo tanto cualquiera podría utilizarlo como excusa para «parar» o restringir la libertad de expresión.

En esta sala me siento perseguido por los fantasmas de los años 1970 y 1980, cuando una alianza del bloque soviético y las potencias del Tercer Mundo trató de usar a la UNESCO como un vehículo para imponer el control sobre los medios de comunicación de todo el mundo. Siempre fui profundamente desconfiado de las organizaciones internacionales que tratan de legislar un modelo único para regular la libertad de expresión.

En esos malos tiempos, el movimiento en esa dirección fue llamado El Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC), una idea original del bloque soviético en el contexto de la Guerra Fría. Los arquitectos de ese esquema propusieron emitir permisos de la UNESCO a medios de comunicación para los periodistas de todo el mundo, e imponer normas vinculantes a todos los estados miembros. En otras palabras, quisieron vallarnos, pretendiendo estar protegiéndonos.

Los esfuerzos para implementar el IPI (Instituto Internacional de Prensa) y otros grupos dedicados a la libertad de prensa llevaron a la derrota total del NOMIC y a una importante victoria para la libertad de expresión en todo el mundo.

Hoy en día, cualquiera que intente revivir ese monstruo provocaría risas. No obstante, tenemos que permanecer vigilantes contra cualquier intento de control de los medios de comunicación a través de la ONU o de la UNESCO.

Una mayoría de los miembros de la ONU y de la UNESCO, que es parte de la misma, son estados que no pueden ser considerados como amantes de la libertad de prensa, por decir lo menos.

Pedirles que regulen los medios de comunicación con el pretexto de controlar el «discurso de odio» e impedir la «islamofobia» es darles licencia para intensificar su sistema de censura.

Durante décadas, la ONU no ha logrado definir «paz» o «terrorismo» y tampoco podría definir la palabra «odio», por lo tanto no puede pretender regular los medios de comunicación en nombre de la «lucha contra el discurso del odio». Lo máximo que las Naciones Unidas o la UNESCO pueden hacer es crear una nueva burocracia, por ejemplo, la Oficina de Lucha Contra el Discurso de Odio y la Islamofobia (UNOCHSI). Entonces tendremos a uno de los déspotas que encabezará una mayoría de miembros de la ONU impulsando a un sobrino al puesto de Director de UNOCHSI, mientras que los demás déspotas de todo el mundo utilizarán las «directrices» establecidas por él para intensificar la censura de los medios de comunicación bajo los auspicios de la mítica comunidad internacional.

En una época en que la libertad de expresión está siendo atacada por una variedad de grupos de todo el espectro político, lo último que debemos desear es cualquier tipo de sello de aprobación de la censura de la ONU. Lo que necesitamos es un flujo libre de información que no pueda ser sometido a normas y reglamentos burocráticos. A diferencia del despotismo, que es brutalmente «limpio», la libertad es siempre un poco desordenada, lo áspero junto con lo suave, y por lo tanto difícil de controlar.

En cuanto a «la lucha contra la islamofobia», los que despliegan esa bandera ignoran el hecho de que podría significar la creación de una categoría especial para el Islam, para protegerlo contra cualquier forma de crítica, precisamente en un momento en que el Islam podría beneficiarse de un examen crítico serio.

El plan del Secretario General tiene un tono romántico en cuanto tiene por objeto gestionar la libertad de expresión de manera que nadie nunca sea ofendido y  que ninguna pluma sea sumergida en una tinta venenosa. La libertad, sin embargo, no es romántica; es el fruto de un enfoque prosaico de la realidad existencial, que tiene en cuenta nuestras imperfecciones como seres humanos falibles.

La ONU y la UNESCO harían bien en ocuparse de sus asuntos. Si desean ser útiles, deben proporcionar el espacio, la oportunidad y los recursos a aquellos – es decir, a una mayoría de la humanidad en la actualidad – que no pueden ejercer su derecho a la libertad de expresión. Podrían darle voz a los sin voz. Deberían pedirles a sus estados miembros que no encarcelen a tantos periodistas o, tal vez, incluso crear un índice anual de Libertad de Prensa para exponer y oponerse a los regímenes que utilizan el silencio y el terror como instrumentos de gobierno.

Dos hechos me animan al pensar que esta reunión no apoyará ningún plan para revivir al demonio del NOMIC bajo una nueva máscara. El primero es que Finlandia es uno de los patrocinadores de la sesión. Y no nos hemos olvidado de que Finlandia, junto a otros países nórdicos y a Gran Bretaña, fue el defensor más firme de nuestra causa de la libertad de prensa, frente a la amenaza del NOMIC, hace más de dos décadas.

El segundo es que la sesión es también co-patrocinada por Elaph, el más antiguo diario de la web en lengua árabe, que ahora sopla 15 velas, y un defensor de la libertad de expresión en una región oscura del mundo. Cualquier mención de regulación de la libertad de expresión nos coloca en una pendiente resbaladiza que podría conducir a la censura, restringiendo la libertad de expresión – que es un derecho humano básico. Mi mensaje a ustedes, en nombre de los periodistas de todo el mundo es simple: ¡No traten de vallarnos!

**Amir Taheri, ex director del diario más importante de Irán, Kayhan, antes de la revolución iraní de 1979, es un destacado escritor con sede en Europa. Él es el Presidente de Gatestone Europa.

http://www.gatestoneinstitute.org/8345/un-unesco-hate-speech-islamophobia

 

 
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