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| jueves noviembre 21, 2024

Buenismo  Suicida


 

En momentos en que hay mil interpretaciones diversas sobre el famoso Brexit o sea la decisión de una mayoría de votantes británicos de romper los lazos de su país con la Unión Europea, quisiera agregar mi modesto grano de arena.

A mi juicio la principal culpable de la decisión mayoritaria del electorado británico fue la señora Ángela Merkel. Lamentablemente la canciller alemana es culpable de poseer una maravillosa virtud: la valentía moral. ¿Por qué un acto de nobleza puede ser condenable? Muy sencillo: porque una gran virtud, ejercida de manera ciega, en las circunstancias equivocadas y de manera equivocada puede producir desastres. La señora Merkel abrió de par en par las puertas de Alemania y de Europa para todos los refugiados de las guerras musulmanas en Asia y en África, lo que evidentemente facilita la llegada de un número no determinado de terroristas en un continente que adoptó una política indiscriminada de puertas abiertas. Aparentemente a la Sra. Merkel no le asustan las minorías. Pero las minorías de millones, suelen ser miles, y miles de militantes entrenados y dispuestos a perpetrar cualquier masacre, pueden resultar fatales. Por lo demás, los recientes y espectaculares actos de terror en Orlando o en Estambul fueron en un caso cometidos por una sola persona y en el otro caso por tres. Si alguien está dispuesto a inmolarse, no hay nada más fácil que disparar contra una multitud desarmada. A veces no cuenta el entrenamiento de los terroristas ni la eficacia en la preparación del atentado. La magnitud del desastre puede depender del azar, o sea la buena o mala suerte de las víctimas. Lo que importa es no aumentar los riesgos de nuevos atentados. Y evidentemente la inmigración masiva impuesta por la generosa imprudencia de Ángela Merkel los aumenta considerablemente. Es este temor lo que llevó a la mayoría de los votantes británicos a votar contra la Unión Europea.

El buenismo, esa versión trágicamente ingenua de la valentía moral siempre tiene un trasfondo de culpa muy profundo. En el caso de Merkel, ella pretende imponer el antifascismo más íntegro y más puro para purgar las culpas alemanas en la Segunda Guerra Mundial. Ella contrasta  la apertura de Alemania a los perseguidos (o presuntos perseguidos) de todas las razas y culturas, con el racismo nazi. A la arrogante superioridad alemana de la época nazi, contrapone una solidaridad universal con todas las culturas, sin exclusiones. El buenismo ¡Que duda cabe, tiene la mejor de las intenciones! Pero lamentablemente las mejores intenciones demasiado a menudo obtienen los peores resultados. Aún ignorando el peligro terrorista, es evidente que la emigración musulmana masiva genera un grave problema social en la sociedad alemana, y por extensión, a la europea.

El famoso libro de Thilo Sarrazin, publicado en el año 2012 produjo un tormentoso y prolongado debate sobre la influencia de la emigración en la sociedad alemana. Su título en alemán es “Deutschland schafft sich ab” que en una traducción literal al español podría llamarse “Alemania se auto-anula” pero en una traducción menos exacta y sin embargo más cercana al pensamiento del autor sería “Alemania se suicida”. El autor, con esa “Gründlichkeit” alemana, o sea ese prurito de tocar los temas a fondo, con un detallismo que no deja lugar a dudas, demuestra que la emigración lleva a una degradación del nivel cultural de las nuevas generaciones y a la “tercermundización” de la cultura alemana. El libro, como cabe esperar en un trabajo sociológico de envergadura, tiene numerosas y apabullantes estadísticas. Lamentablemente la degradación de la cultura alemana es en relación a los peligros para la seguridad, un riesgo menor.

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El buenismo al estilo israelí obviamente tiene otras motivaciones, pero no es menos suicida (y quizás lo sea más) que el alemán. Es el de los israelíes empeñados por sincera indignación moral, en demostrar al mundo cuán perversos somos los judíos y qué mal tratamos a los pobres palestinos. De hecho, los buenistas israelíes coinciden con la propaganda anti-israelí en que todos los males del conflicto se derivan de la famosa ocupación y no hablan del terrorismo palestino, ni de la incitación anti-israelí de las autoridades palestinas, ni de la intervención iraní en el conflicto, ni de la experiencia fallida que fue el abandono israelí incondicional de Gaza en el 2005. No es la primera vez en la historia que los judíos terminan por internalizar las culpas que les adjudican sus enemigos. La ansiedad por no chocar con el mundo es para muchos,  causa de honda angustia. El buenismo es una forma de aceptar las críticas y de complacer a los críticos. Pero no todos los judíos con complejo de culpa tienen las mismas motivaciones.

Aunque coincidan en sus denuncias, los militantes buenistas israelíes, no son la misma cosa que los intelectuales judíos e israelíes que obtienen ventajas, fama y honores con su anti-israelismo. La diferencia es bastante similar a la que había entre los privilegiados jerarcas comunistas y los militantes tan fanáticos como desinteresados.

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Este tema del buenismo israelí ha cobrado una particular actualidad debido al proyecto de la organización israelí “Rompiendo el silencio” de invitar a Israel a 25 destacados intelectuales de diversos países del mundo para que escriban sobre la ocupación en un libro que saldrá el año próximo conmemorando el 50 Aniversario de la Guerra de los Seis Días y de su consecuencia, la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza. Es en ese marco que vino a Israel, el Premio Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa. Leí los primeros artículos de Vargas Llosa en “El País” de Madrid al igual que muchos lectores judíos de Israel y la Diáspora de habla hispana, Asimismo vi un video en el cual se le hizo un reportaje y en el que aparecen sus acompañantes, típicos militantes buenistas israelí, que dieron su versión al visitante y le mostraron todos los males, lamentablemente muy reales, de la ocupación. Sin duda, no cabe dudar de sus objetivos pacifistas pero en temas tan sensibles no cuentan las intenciones sino los hechos. Es obvio, que estos bien-intencionados militantes juegan, de manera consciente o inconsciente para el enemigo.

En las redes sociales judías e israelíes, hubo muchas condenas en términos muy airados a Vargas Llosa, a mi juicio equivocadas o al menos desmedidas. En realidad, el escritor peruano solo se limitó a actuar como un invitado ejemplar. Los que lo llevaron a Cisjordania y le mostraron todo lo negativo que conviene a la propaganda palestina, fueron sus anfitriones judíos.  El propio autor Premio Nobel escribió en uno de sus artículos que hay muchos aspectos de la realidad israelí que sigue admirando y que sus críticas provienen de  su amor a Israel. En realidad, muchos judíos e israelíes que criticamos la iniciativa de “Rompiendo el silencio” y los propósitos del viaje de Vargas Llosa, discrepamos no con su visión del objetivo final sino con la metodología propuesta. El compartir la “narrativa” árabe y palestina que casi siempre es sinónimo de tergiversación histórica,  no va a llevar a ninguna paz ni a la solución de dos estados. Solo va a fortalecer a la abrumadora campaña anti-israelí mundial. Y de allí que sea necesaria una campaña de esclarecimiento tanto interna como externa que condene todos los extremismos y que recuerde hechos básicos como los objetivos divergentes de los dos bandos en pugna.

Quienes han eternizado el conflicto y rechazado generosas y realistas propuestas de paz una y otra vez han sido los palestinos y no los israelíes. Quienes han iniciado el conflicto fueron los árabes y no los israelíes. Quienes han expresado clara y terminantemente su deseo de exterminar al contrario han sido los palestinos y no los israelíes. Por otra parte, en la caótica situación bélica actual en el mundo árabe y musulmán, el tema palestino es utilizado de mil maneras como pretexto en una guerra interna del mundo musulmán, a cuyas partes en pugna no les importa ni el destino del pueblo palestino y aún mucho menos el de Israel.

 
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