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| lunes diciembre 23, 2024

El juicio y el amor


Recupero una frase de Elías Canetti que, inolvidable y certera, sirve para aplicarla a muchas situaciones diferentes. Una sentencia que Mario Vargas Llosa sería incapaz de pensar y mucho menos de escribir. Dice así:´´ Los muertos viven de juicios, los vivos de amor.´´ Amor fue la palabra que la madre de la niña asesinada, Hallel, mentó en su funeral, aludiendo también al odio que una madre árabe sembró en el corazón de su hijo para que blandiera el cuchillo criminal. Día a día estamos viendo con una claridad meridiana a qué conduce, en  el seno del Islam, el juicio, la crítica, el deprecio del otro y la rotunda falta de amor al prójimo. Conduce  a un panorama de muertos que se amplía  de suceso en suceso hacia un infierno  ilimitado que, ardiente,  se acerca cada vez más a la cabeza de la serpiente-Arabia Saudita-, pero no para liberarnos de su bandera salafista e instransigente sino para reemplazarla por otra peor, la del Isis.  Sin embargo,  no es únicamente el estado islámico el instigador de odio sobre odio, son los sunnitas contra sus hermanos shiítas, los sirios contra sirios, los yemeníes contra yemeníes; los turcos contra los turcos, los egipcios contra los egipcios. La gran calesa de la destrucción y la muerte, impulsada por juicios erróneos y falta de amor, gira y gira ante la mirada impávida del mundo antes llamado libre. La espiral de violencia que sacude el Oriente Medio e, incluso, el Lejano Oriente, como se vio en Bangladesh es burda y sofisticada a la vez. Los responsables del asesinato de italianos, japoneses y gentes de la zona, eran de buenas familias y habían recibido una esmerada educación. De donde cuanto mejor peor, cuanto más ilustrado el personaje, más profundo y candente su odio.

            También el brexit inglés fue producto de una falta de amor y un exceso de juicio negativo. Una de las etimologías de la palabra diablo conduce a al-que-separa, el-que- divide. Eso es, también, lo que hace Vargas Llosa en sus tendenciosos artículos: para él hay israelíes justos e israelíes injustos, así, simplemente. Son justos los oenegistas y son injustos los que viven en Judea y Samaria; son justos sus amigos de izquierda y son injustos los que aman tanto la ciudad de Jerusalén que la van comprando según aparezca la ocasión. Por mi, que avancen todo lo que quieran. Ya sabemos lo que significa retirarse: ahí están el Líbano y Gaza. Los palestinos no quieren, nunca quisieron compartir nada. Los judíos, en Israel y fuera del país, desde siempre comparten: hospitales, universidades, ciudades hermosas y llenas de luz, Haifa o la misma Jerusalén.

            Como antes Saramago y tantos otros intelectuales europeos, Vargas Llosa ha vuelto al redil judeofóbico tras haber recibido, hace años,  qué pena, un importante premio en Israel. Debería anularse esa cesión, el necio desprecio tiene un límite, la arrogancia mentirosa debe ser combatida. En cuanto a la frase de Canetti, también nos sirve para entender un poco lo que ha sido el juicio a los muertos en todas las culturas: una fúnebre constante frente a la cual se yergue, oscilante, frágil pero maravilloso, el poder del amor que arropa a los vivos. Los muertos ya lo han dado todo, los vivos aún pueden sorprendernos con su capacidad de modificar su conducta para bien.

 
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