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| domingo diciembre 22, 2024

Los anteojos que se enfocan por sí mismos pondrán fin a las lentes progresivas


La revolución tecnológica aplicada a la salud está cambiando el paradigma del mercado de los dispositivos que ayudan a las personas a superar determinadas enfermedades. Es el caso de la industria óptica, que está desarrollando toda una serie de nuevos sistemas para dar respuesta a las necesidades de pacientes con problemas de visión.

Es así como surge Deep Optics, una startup israelí que ha creado un prototipo de gafas capaces de autoenfocarse por sí mismas, lo que supondrá el final de las conocidas como gafas progresivas, cuyo uso limita el campo visual de quien las lleva.

Lo que hacen los anteojos de Deep Optics es modular el enfoque de la lente a partir de impulsos eléctricos. Se trata de un prototipo en desarrollo al que aún lo quedan al menos dos años más de desarrollo para aparecer en el mercado. Las lentes serán capaces de ajustar automáticamente su enfoque óptico en tiempo real, a partir de una serie de algoritmos y métricas, lo que representará un gran avance para aquellos con dificultad para enfocar los objetos, especialmente los más cercanos, aunque también tendrá aplicaciones prácticas en el terreno de la realidad virtual, pues su tecnología servirá para reducir el efecto mareante.

La startup israelí lleva tres años detrás de este proyecto que plantea la creación de lentes con una capa transparente de cristal líquido capaces de adaptar su índice de refracción; esto es, la forma en la que la luz se dobla al atravesar la lente. El cristal se somete a una corriente eléctrica determinada a partir de los datos de los sensores, que identifican el plano en la que el ojo del usuario está intentando enfocar.

El cofundador y director ejecutivo de Deep Optics, Yariv Haddad, apunta que esta tecnología tendrá una gran acogida entre las personas que padezcan presbicia, una afección de la vista que dificulta el enfoque de cerca y que se suele presentar a partir de la cuarentena. Según explica Haddad, las gafas no activarán su función eléctrica cuando el portador esté enfocando distancias lejanas, como si fueran unos anteojos convencionales. Sin embargo, cuando el usuario mira un objeto  cercano o a distancia media, por ejemplo un libro o la pantalla de un ordenador, los sensores se ponen en marcha, rastrean los movimientos oculares y calculan esa distancia a partir de un microprocesador incorporado en la montura. De este modo, se ajusta el enfoque de forma automática.

“El usuario no tiene que controlar a los anteojos ni necesita mirar a través de un área concreta de la lente como ocurre con las multifocales”, argumenta Haddad. “Sólo tiene que mirar a través de las gafas como haría con cualquier par de gafas convencionales, y estas se enfocarán automáticamente y de forma perfectamente sincronizada”, añade.

Mientras el desarrollo tecnológico de estos anteojos sigue su curso, Deep Optics acude a distintos instrumentos financieros para abordar las investigaciones necesarias. El pasado mes de marzo consiguió recaudar en torno a cuatro millones de dólares de fondos de capital riesgo para llevar a cabo su proyecto. Entre los principales inversores que acudieron a esta ronda de financiación estaba Essilor, una compañía francesa especializada en lentes para anteojos.

 
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