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| domingo diciembre 22, 2024

Los esperpentos de Vargas Llosa


 

He leído los tres artículos, («Las aldeas condenadas», «Los niños terribles» y «La muerte lenta de Silwan» — ver más abajo un breve resumen y comentario acerca de cada uno de ellos), que Vargas Llosa escribió hace un par de semanas, en junio del 2016, bajo el título «Estragos de la ocupación», luego de una corta visita de cinco días en Israel.

Desde el punto de vista literario los tres artículos pertenecen al género «Esperpento», creado por el novelista español Ramón del Valle-Inclán (1866-1936), que se caracteriza por deformar sistemáticamente la realidad, recargando sus rasgos grotescos y absurdos, a la vez que se degradan los valores literarios consagrados.

Se necesita ser un ególatra megalómano para tener la “jutzpá” de considerarse experto en un tema de tan complicadas raíces históricas y controversiales problemas actuales basándose en una visita de unos pocos días, especialmente cuando sus conocimientos acerca del conflicto israelí-palestino los ha adquirido de su lectura de la prensa europea y de las noticias que ve en la BBC y en las televisiones francesa, alemana, italiana o española, cómo él mismo, con revelador e ingenuo orgullo, lo proclama en su artículo «El cristal con que se mira», publicado en octubre del 2003.

Dante Alighieri, (1265-1321), relata en La Divina Comedia que su guía, cuando visitó el infierno, fue el poeta romano Virgilio. Vargas Llosa, en su breve visita al «infierno de la Ocupación», también tuvo un guía, Yehuda Shaul, fundador y dirigente de la ONG «Rompiendo el Silencio», con lo cual es dable decir «dime con quien andas y te diré quien eres.»

La ONG “Rompiendo el Silencio”, cuyos miembros son de la ultra izquierda, proclama que su misión es denunciar las presuntas violaciones de los derechos humanos de los palestinos que cometen los soldados israelíes. La realidad es que la verdadera intención de “Rompiendo el Silencio” es demonizar la imagen del ejército israelí, y la del Estado de Israel. Sus denuncias son anónimas, no son hechas a las autoridades judiciales civiles y militares que podrían juzgarlas y castigarlas, sino que son mencionadas en giras en el extranjero realizadas por miembros de la organización cuya financiación proviene de gobiernos extranjeros. Últimamente, debido a que un video mostró a un miembro de la organización tratando de sonsacar secretos militares de un soldado, tema que nada tiene que ver con presuntos abusos, la organización está siendo investigada por sospecha de espionaje y traición.

Vargas Llosa, durante su visita,  se entrevisto únicamente con gente de la extrema izquierda de Israel, incluyendo al columnista Gideon Levi y a la periodista Amira Hass. Gideon Levi, que escribe para el periódico de izquierda Haaretz, nunca, en toda su vida, ha conocido un israelí bueno o un palestino malo. En sus columnas justifica los ataques terroristas de los palestinos. Durante la guerra con Hamás del 2014 califico a los pilotos que bombardeaban las instalaciones de cohetes de Gaza, desde las cuales dispararon cerca de 4,000 cohetes a Israel, como “demonios”.

Amira Hass, cuya incondicional simpatía al lado palestino le ha impulsado a radicarse en Ramallah, hace algún tiempo fue enjuiciada por calumnia y difamación y tuvo que pagar una alta suma por daños y perjuicios.

Los nuevos artículos de Vargas Llosa son un reciclaje de sus anteriores artículos acerca del conflicto israelí-palestino. Por un lado condena a Israel e insulta a su gobierno, y por otro lado no expresa la más mínima crítica a los palestinos. No hay tonalidades grises para Vargas Llosa. Todo lo relacionado con Israel es negro. Todo lo relacionado con los palestinos es de blanca pureza. Para el escritor los israelíes, tanto los gobernantes como la ciudadanía, son criminales, (excepto los ultra izquierdistas a quienes Vargas Llosa llama «los justos» debido a que se identifican con los palestinos).  Los palestinos, para Vargas Llosa, son todos víctimas inocentes e indefensas.

Vargas Llosa, sea por ignorancia o por deliberada malicia, no menciona ninguno de los siguientes puntos:

  • El Tratado de Oslo, firmado por Arafat y Rabin, dividió a la Cisjordania en tres áreas: A) bajo control civil y militar de la Autoridad Palestina; B) bajo el control civil de la Autoridad Palestina y el control militar de Israel, y C) bajo el control civil y militar de Israel. El 90% de los palestinos de la Cisjordania viven en las áreas A y B, territorios bajo el total control civil de la Autoridad Palestina, ente independiente con Presidente, Parlamento, alcaldes, policía, y embajadas en más de 100 países. Solo el 10% de la población palestina de la Cisjordania vive en la zona C controlada por Israel. Y Gaza, donde vive cerca del 50% de los palestinos, es un Estado independiente de facto, con su propio ejercito.
  • La mayoría de los terroristas que en los últimos meses han acuchillado y atropellado deliberadamente a civiles israelíes, incluyendo madres y niños, han dicho que fueron motivados por la campaña de la Autoridad Palestina de que los israelíes quieren destruir la mezquita Al-Aqsa, una completa calumnia.
  • Israel ha ofrecido en tres ocasiones distintas una retirada del 95% de los territorios (e intercambio de la diferencia del 5%) a las fronteras de 1967 a cambio de la paz. Los palestinos rechazaron las ofertas.
  • En una demostración de colosal hipocresía los lideres palestinos (Haniyeh en Gaza y Abbas en la Cisjordania) acusan a Israel de crímenes contra la humanidad pero envían a sus familiares a ser tratados en hospitales israelíes.
  • La Autoridad Palestina glorifica a los terroristas llamándolos héroes y mártires, y apoya financieramente a sus familias.
  • En las ultimas décadas, durante la “ocupación” el índice de longevidad de los palestinos ha aumentado considerablemente y es hoy mayor que el de muchos otros países árabes.
  • Durante la “ocupación” se han abierto varias universidades en los territorios palestinos, que antes no tenían una sola.
  • Los miles de millones donados por generosos e ingenuos países europeos a la Autoridad Palestina han ido principalmente a engrosar las cuentas secretas de los líderes palestinos. Arafat tenía una fortuna de más de 500 millones de dólares. El “moderado” Abbas solo tiene 100 millones.
  • Abbas esta construyendo un palacio presidencial a todo lujo por millones de dólares en vez de utilizarlo para construir hospitales y escuelas.
  • La principal fuente de ingresos de los palestinos, tanto como empleados legales como ilegales son compañías israelíes.
  • El 90% de la población palestina de Cisjordania vive en las áreas A y B, bajo control civil de la Autoridad Palestina.

En los siguientes párrafos encontrarán breves resúmenes de cada uno de los tres artículos con mis comentarios.

Primer artículo: Las aldeas condenadas*

En este artículo Vargas Llosa trata de la aldea de Susiya, un caso único y controversial, pero, en la forma como lo presenta el escritor, da la falsa impresión de ser un caso típico y representativo.

Susiya es un pueblo de 450 habitantes, construido en un lugar declarado parque arqueológico, donde se han encontrado ruinas de una sinagoga de hace 1,500 años. Está situado en el Área C de la Cisjordania bajo control civil y militar de Israel. No aparece en el censo de 1945 realizado por los británicos, y sus actuales habitantes carecen de pruebas de propiedad. En el año 2008 la Corte Suprema, institución respetada por su imparcialidad, incluso por los palestinos, rechazó el pedido de la gente del pueblo de anular la orden de demolición.

A pesar de las repetidas órdenes de demolición el pueblo continúa siendo habitado, y es lugar obligado de visita en todas las tours organizadas por organizaciones de izquierda para extranjeros bien intencionados.

Vargas Llosa aprovecha el caso de Susiya para acusar a Israel de «una estrategia intencional cuyo objetivo es volver irrealizable la solución de dos Estados» olvidando o ignorando que tres veces Israel ofreció el 95% de los territorios a los palestinos e intercambiar el otro 5%, y las tres veces los palestinos se negaron a aceptar la propuesta, ignorancia que no debe causar extrañeza tratándose de un escritor cuya fuente de información se limita a leer los parcializados medios de comunicación europeos.

Vargas Llosa continúa su artículo hablando de Hebrón, sin mencionar que durante 3,000 años hubo allí presencia judía, (fue la primera capital del Rey David), mucho antes de que los árabes la conquisten en el siglo 7. Tampoco menciona (asumo que lo ignora) la masacre de agosto de 1929 cuando los árabes de la ciudad mataron, lincharon, acuchillaron y masacraron a 67 judíos. Los ingleses, en vez de castigar a los asesinos, decidieron realizar una limpieza étnica y sacaron a todos los judíos de Hebrón. Durante las siguientes 4 décadas no hubo presencia judía en Hebrón. Esta injusticia histórica se rectificó cuando, después de la Guerra de Seis Días, descendientes de los judíos habitantes de Hebrón, (a quienes Vargas Llosa insulta llamándolos «invasores») y otros judíos, regresaron a su ciudad ancestral.

Segundo artículo: Los niños terribles**

Vargas Llosa cita al año 2012 para mencionar que en ese año «ningún colono de los asentamientos de Cisjordania fue asesinado» para llegar a la conclusión de que los «territorios ocupados» son mas seguros que Nueva York, México y Bogotá. Estamos en el año 2016, y Vargas Llosa escribe este artículo este año. ¿Por qué, entonces, no menciona que desde octubre del 2015 hasta la fecha palestinos han asesinado, con pistolas, cuchillos, piedras arrojadas a vehículos y atropellamientos, a cerca de 40 israelíes, tanto dentro de los territorios como en Jerusalén, Tel Aviv y otras ciudades israelíes? La única respuesta posible es que Vargas Llosa no tiene escrúpulos para lograr su objetivo de demonizar Israel de manipulear los hechos con toda la deshonestidad de la que es capaz.

En el resto del artículo Vargas Llosa, demostrando, (como ya lo demostró en la basura a la que dio el titulo de «Cinco Esquinas») que ya no es el escritor de años antes, escribe pasajes de tal carga melodramática y sentimental que al lector le resulta empalagoso, informando que las fuerzas de seguridad de Israel utilizan sádicos y violentos métodos psicológicos, si no diabólicos por lo menos maquiavélicos, contra «inocentes jóvenes palestinos» que después de todo ¿que han hecho? Solamente han tirado piedras y rocas contra vehículos en movimiento y si esto, como ha ocurrido más de una vez, causa que el chofer pierda el control del vehículo, choque, y se hiera o muera, no es motivo, según da a entender el tono del articulo de Vargas Llosa, para que los detengan y los juzguen.

Vargas Llosa no tiene vergüenza en escribir un parrafo tan inmoral como este: «Es verdad que, a veces, se perpetran crímenes horribles contra los colonos, pero, atendiendo a la inhumana estadística, sus víctimas son menos numerosas que las que en el resto del mundo resultan de los accidentes de tránsito.»

Utilizando el mismo criterio de Vargas Llosa ¿Por que tendríamos que sentir horror si estalla una bomba en el aeropuerto de Estambul matando a 41 personas, o si un islámico homofóbico asesina a 49 personas en Orlando, o un terrorista atropella deliberadamente a cientos de personas en Niza matando a 84, cuando en el año 2010 murieron 33,000 personas en accidentes de transito en los Estados Unidos?

Tercer artículo: La muerte lenta de Silwan***

En este artículo Vargas Llosa despotrica contra familias judías religiosas que han cometido la osadía, (¿el crimen?) de mudarse a vivir a un barrio de Jerusalén que tiene mayoría musulmana.

Vargas Llosa acusa a estas familias de «apoderarse de la casas» presentando documentos antiguos según los cuales fueron propietarios los judíos o comprando las propiedades.

El escritor llama «fanáticos religiosos» a estos judíos cuyo crimen es vivir en el barrio de Jerusalén que prefieren, y para demostrar imparcialidad escribe lo siguiente: «También son fanáticos esos palestinos de Hamás y Yihad Islámica que hacen estallar bombas en autobuses o restaurantes…» En otras palabras, para Vargas Llosa hay equivalencia entre mudarse a un barrio en Jerusalén y tirar bombas.

Vargas Llosa termina su artículo acusando a Israel de que sus políticas son cada día menos democráticas. Escribe: «Denunciarlas y criticarlas no es para mí sólo un deber moral; es, al mismo tiempo, un acto de amor.»

No se lo que Patricia, su esposa durante 50 años, recientemente cambiada por un modelo mas nuevo, piensa respecto al «deber moral» de Vargas Llosa y a lo que él considera «un acto de amor».

Resumiendo, pocas veces he leído artículos tan parcializados, tan llenos de medias verdades y mentira completas, tan impregnado de deliberada ignorancia, odio y prejuicio.

Los virulentos artículos de Vargas Llosa no contribuirán a la paz ni a la solución del conflicto. Solo endurecerán las posiciones y exigencias de los palestinos, (en el caso de que los lean). Su único resultado será confirmar y aumentar el antisemitismo y el odio a Israel de personas que ya tienen esos prejuicios.

*Las Aldeas condenadas

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/06/30/actualidad/1467301980_996936.html

**Los niños terribles

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/01/actualidad/1467382717_204818.html

***La muerte lenta de Silwan

http://internacional.elpais.com/internacional/2016/07/01/actualidad/1467384317_829517.html

David Mandel

Enfoque@netvision.net.il

 
Comentarios

Para escribir lo que escribió, Vargas Llosa no necesitaba viajar por Israel y Cisjordania durante 5 días. Podía haber redactado sus “notas testimoniales” desde la comodidad de su escritorio, en su vivienda particular en España. Parte de las necedades que expone son repetición de “testimonios presenciales” anteriores. Lo único que cambian son los personajes que invoca. Antes era Ilan Pappe, ahora este ignoto e irrepresentativo Yehuda Shaul, además de los tradicionales Gideon Levi y Amira Haas. A todos ellos, antes y ahora, los denomina Los Justos de Israel. En esta ocasión agrega y subraya como al pasar, su amistad con Amos Oz y David Grossman, para avalar y dar más fuerza a las diatribas antiisraelíes que proclama, entre las que destaca la intolerancia de la sociedad israelí. Y aquí es donde advierto una grave falta ética y patriótica de parte de estos dos escritores, cuando no exponen públicamente su opinión acerca de las barbaridades que manifiesta el novelista premio Nobel. Salvo que ambos escritores israelíes estén de acuerdo con las estupideces maliciosas de Vargas Llosa.

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