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| sábado noviembre 16, 2024

La palmera, el justo y la iniciación


 

No existe, en relación a la palmera, ningún texto kabalístico más explícito que el Séfer ha-Bahir  o Libro de la claridad , en cuyo fragmento 198leemos: ´´¿Por qué se llama (a la palmera ) tamar y no de otro modo? Porque es femenina y lleva ese principio. Pero también contiene el principio masculino, de manera que las palmeras tienen o reúnen los dos principios. ¿De qué manera?  El lulab  o palmón es masculino, así también como lo es su fruto por fuera, siendo su semilla interior femenina. ¿Debido a qué? A que los granos o semillas del dátil son hendidos y se corresponden con el poder de la luna. Así, pues, el Santo Bendito Sea los creó hembra y macho, tal y como está escrito: ´Macho y hembra los creó.´ ´´ Génesis 1: 27 .

Leído una y otra vez este importante fragmento se comprende bien por qué el iniciado debe encarnar los dos principios, aunándolos en su labor interna y externa. ´´El justo-nos dice el Salmo 92: 12-florecerá como la palmera ( tamar )´´, acerca de la que el magnífico Rashei tevot o Libro de los anagramas agrega la siguiente explicación: tamar no  es otra cosa que el acróstico de la expresión teshubat maim rabim, la reunión-de-muchas-aguas.  De donde ¡el justo es un oasis del que beben sus contemporáneos, un sitio de muchas palmeras, fértil y refrescante! Una fuente y un reposo para el alma y el cuerpo.

Si recordamos ahora el Arbol Sefirótico, en el que el pilar central equilibra el rigor con la gracia, lo masculino con lo femenino, veremos de inmediato que la unión de la cumbre-keter-con la base o raíz-malkut– , corona y reino respectivamente, revela la misma rectitud que impone a nuestra vista la visión de la palmera.     Arbol festivo por excelencia, la Biblia destaca en al menos tres ocasiones su importancia: en principio en el Levítico 23: 40 , donde dice ´´y tomaréis el primer día ramas con fruto del árbol hermoso, ramas de palmera.´´ Después, en Juan 23: 40 .´´ Tomaron  ramas de palmera  y salieron a recibirle.´´ Pasaje en el que vemos el empleo de ese vegetal como símbolo de participación mística en la sabiduría secreta que la Kábala atribuye al lulab o palmón. Finalmente, el Apocalipsis 7:9 , sostiene: ´´(iban) vestidos con ropas blancas y con palmas en las manos.´´ 

He aquí por qué        las palmeras fueron, mucho antes de que para Israel representaran doblemente la columna vertebral del ser humano y su camino iniciático, soportes de los templos egipcios. Allí, junto al Nilo, la rama de palmera o renpet representaba tanto la verdad, la justicia como la integridad, de donde su traslado semántico al papel de justo no es, en absoluto, erróneo; a la vez que aludía-ése árbol-, entre los sacerdotes y escribas egipcios, a las generaciones que se suceden y transmiten un determinado conocimiento. Una idea que vemos, precisamente, incluida en la mitad de la palabra hebrea para palmera o tamar . En  efecto, tam quiere decir todo eso: Íntegro, sincero, cándido( del latín candidus, blanco, que da-lógicamente-candidato, aquel que está a punto de recibir una iniciación en los Misterios y se viste, para eso, con ropas especiales). Jesús evocará, en su tiempo y momento y ante sus discípulos el dictum  bíblico de ser tamim, íntegros, auténticos eslabones de la cadena de los sabios, o sea palmeras justas y elevadas, sostenes, soportes, pilares.

En cuanto al nombre griego para palmera es phoinikón, phoinix, o sea fénix, palabra que John Allegro,  el asiriólogo y estudioso de los Manuscritos del Mar Muerto, autor de la importante obra The Sacred Mushroom and the Cross, deriva del sumerio gesh-pu-mi, que luego fue pu-imi-ges y más tarde pui-ni-ges, hasta llegar al phoinix  de los griegos. Ahora bien, dice Allegro, como pui-ni-ges significa ´´hombre fuerte sosteniendo el cielo´´, su relación con la función de columna del justo y a la vez de la palmera es más que obvia. Todo justo sería, entonces, una suerte de mediador, de intermediario entre el cielo y la tierra .Con el tiempo el nombre de fénix fue a parar-confundiéndose con el Bennu egipcio- a la mítica Ave Fénix,  que-según cuentan Heródoto y Plutarco-, era un pájaro de origen etíope de esplendor sin igual y de probada longevidad que, tras su eventual y cíclico paso por la muerte, retornaba a la vida. De él se dice, en consecuencia, que cuando se aproximaba la hora de su fin se construía un nido en Heliópolis y ardiendo y quemándose por completo renacía después de sus propias cenizas .

De ahí que en la Edad Media se asimilara, por los tortuosos y sin embargo sublimes caminos de la imaginación, su figura a la de Jesús, quien en Juan 10: 18 dijo: ´´Tengo el poder de dejar mi vida y el poder de  recuperarla.´´  Verdad que nos lleva de nuevo al palmón o lulab , en donde coinciden dos palabras claves:  leb  , corazón, y lo para El (Dios). Ya que el iniciado, todo iniciado o justo según establece el Bahir, se alimenta de su corazón y su corazón  (los treinta y dos senderos de la sabiduría , las treinta y dos vías del saber kabalístico) lo alimentan. Consagrándose al Creador  éste se consagra, a su vez, a él y por  medios visibles realiza su labor entre los hombres.

Así como el nogal alude a la ciencia mística y el granado contribuyó a teñir la ropa del sacerdocio; así como la higuera tuvo que ver, simbólicamente hablando, con la expulsión hacia la dualidad, la palmera sintetiza y encarna el retorno a la unidad recuperada, la rectitud alcanzada tras el arduo camino de la sabiduría. La naturaleza, sus frutos, flores y animales, desprenden metáforas para quienes saben verlas e interpretarlas.

 
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