Expertos de Inteligencia de todo el mundo reciben un buen sueldo para analizar el comportamiento psicológico del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Rafael Sadi (Estambul, 1955) no es analista ni psicólogo ni posee sofisticados medios tecnológicos en su pequeña oficina en el sur de Tel Aviv pero le conoce realmente bien. Es su ex compañero de clase. Su ex vecino. «Era muy listo y sabía cómo tratar a la gente. Hoy es un líder carismático que se comporta como un matón de barrio», regala en su primera pincelada del retrato del sultán que gobierna con mano de hierro.
En los años 70, el musulmán Recep y el judío Rafael era dos jóvenes que vivían en el mismo barrio de Estambul y estudiaban Economía en el centro Aksaray Iktisat ve Ticaret. Rafael era tan extrovertido como Recep reservado. «Le recuerdo callado como un pez. Y no me hablaba de política porque la universidad tenía orientación laica y de izquierdas«, rememora antes de aclarar: «No éramos amigos íntimos que íbamos juntos a ligar con chicas».
En el Palacio presidencial de Ankara no gustan las críticas de Sadi al que un medio islamista llamó «traidor». Desde que emigró a Israel en 1991, no pisa su aún amado país natal. «Tengo miedo. ¿Qué quieres que haga? No soy ningún héroe. Sé que puedo entrar en Turquía pero no si podré salir», comenta sonriendo en ladino, el rico legado de los judíos expulsados de España en 1492.
Sadi recibe a Crónica para trazar un retrato diferente del dirigente más escrutado del planeta tras el intento de golpe y lapurga contra decenas de miles de turcos. «Erdogan hace lo que quiere y nadie puede frenar su limpieza. Es un bastardo en el sentido de que es más listo que el hambre. Dice que sólo tiene miedo a Alá. Es muy valiente. Cada huevo de Erdogan pesa seis kilogramos», cuenta destilando -o eso me parece- gotas de admiración hacia su ex compañero de estudios. «Soy opositor y sé que no le gustan los israelíes y judíos pero admito que tiene enorme carisma.Te puede gustar o no, pero hay que reconocer su liderazgo«, añade.
No hace falta haber estudiado cuatro años con él para llegar a la conclusión de Sadi: la ley está sólo en sus manos. «Tiene un equipo tan bueno que sabe manipular leyes o crear otras que le sirvan. La democracia en Turquía es sólo en libros. Como decimos en ladino, «democracia de mi culo».
En la conversación adornada con té turco cerca del mar destaca que Erdogan es «comerciante». Un tipo racional. Ofrécele un buen acuerdo y aceptará. Sabe tomar riesgos aunque sean controlados. «Se mueve por intereses y no por sentimientos»,recalca.
El sefardí de prominente bigote considera al clérigo Fetullah Gülen«más radical que Recep» y elige un camino creativo para explicar por qué los dos grandes socios islamistas se convirtieron en acérrimos enemigos: «En muchas películas de Hollywood dos personas roban un banco y luego se matan entre ellos porque se quieren robar mutuamente».
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.