“La meta de las Olimpiadas”, declara el acta constitutiva olímpica, “es colocar el deporte al servicio del armonioso desarrollo de la humanidad, con la visión de promover una sociedad pacífica que se preocupe de la preservación de la dignidad humana”.
Bueno, esa es una forma de ver las cosas. Jibril Rajoub, presidente del Comité Olímpico Palestino, las ve de una forma un poco diferente.
Rajoub, un antiguo director de Fatah, la facción militante palestina fundada por Yasser Arafat, condena duramente los esfuerzos que buscan promover el bien a través del deporte, al menos cuando entre los atletas se incluyen israelíes. “Cualquier actividad deportiva de normalización [de relaciones] con el enemigo sionista”, declaró, “es un crimen en contra de la humanidad”.
Cuando el Centro Peres por la Paz organizó un partido de fútbol entre niños palestinos e israelíes en el año 2014, los niños disfrutaron enormemente. “Me encanta cuando jugamos juntos de esta manera”, dijo el pequeño Qusay, un niño palestino de 11 años, a un reportero de la AFP. Pero Rajoub estaba furioso. “Es una desgracia utilizar los deportes con este propósito”, reclamó, y demandó que “todos los individuos e instituciones se alejen de actividades como esa”. También tuvo una reacción similar cuando el presidente del Club de Fútbol Barcelona propuso, durante una gira por Israel y por la Autoridad Palestina, un partido entre el renombrado equipo español y un equipo mixto de jugadores israelíes y palestinos.
“¡Imposible, imposible!”, exclamó Rajoub en una entrevista televisiva palestina. “Imposible que haya cualquier contacto deportivo con el lado israelí, en cualquier situación”.
La incansable hostilidad de Rajoub hacia Israel es algo esperable: el hombre es una ilustre figura de la OLP y cuenta con un largo historial de ensalzamientos al terrorismo. Además, es también miembro del Comité Olímpico Palestino, y constantemente se ha aprovechado de su posición en el comité olímpico para glorificar la violencia y prevenir intentos de conectar a palestinos e israelíes mediante el deporte.
Un comportamiento como ese no sólo es despreciable e inmoral, sino que también es una atroz violación de las reglas del Comité Olímpico Internacional.
El detallado Código de Ética del COI requiere que el personal olímpico respete en todo momento el principio de “universalidad y neutralidad política” y que reafirme “el espíritu olímpico, el cual requiere de entendimiento mutuo con un espíritu de amistad, solidaridad y juego limpio”. Rajoub descaradamente desconoce esos requisitos, invocando su condición de presidente de un comité olímpico nacional mientras degrada los ideales olímpicos.
En un nuevo reporte, la organización Palestinian Media Watch, la cual se dedica a monitorear la prensa palestina, documentó múltiples ejemplos de las alabanzas de Rajoub al terrorismo y sus incitaciones al asesinato. El reporte muestra que Rajoub no sólo ha glorificado a los “mártires” palestinos (terroristas suicidas o armados que han sido asesinados durante ataques a israelíes), sino que lo ha hecho explícitamente en su capacidad de Presidente del Comité olímpico.
En noviembre del 2015, por ejemplo, Rajoub nombró un campeonato de ping-pong en honor a Muhannad Halabi, quien había asesinado a dos civiles y herido a otros dos en un ataque con cuchillo realizado en Jerusalem un mes antes. Un cartel que anunciaba el evento mostraba dos imágenes de Halabi; y con grandes letras anunciaba el “apoyo del líder Jibril Rajoub, presidente del Comité Olímpico Palestino”.
En el documento de 24 páginas, la agrupación reúne numerosos casos en los que Rajoub ha honrado a terroristas, con la prensa palestina identificándolo una y otra vez como el presidente del Comité Olímpico Palestino. Especialmente abominable fue su asistencia a un evento de boxeo que había sido nombrado en honor a Ali Hassan Salameh, uno de los cerebros de Septiembre Negro, un subgrupo terrorista de Fatah que asesinó a 11 atletas israelíes durante las Olimpiadas de Verano de 1972 en Munich.
Al igual que la mayoría de los ideales, la misión olímpica —de promover la paz y dignidad mediante el deporte— es una aspiración que aún no ha sido lograda. Los Juegos Olímpicos no resuelven los conflictos internacionales. El acta constitutiva olímpica no ha detenido a los tiranos que abusan de los derechos humanos. Nada que haga o deje de hacer el Comité Olímpico Internacional promoverá o impedirá la paz en el Medio Oriente.
Pero los atletas palestinos merecen un mejor líder que Rajoub, un hombre tan tóxico en su odio, que aplaude los ataques terroristas y denuncia los eventos deportivos que unen a niños árabes y judíos. En la ceremonia de apertura de Río, el himno olímpico declaró:
Que todas las banderas de todas las naciones
se desplieguen en hermandad
Quizás el COI no puede producir hermandad universal. ¿Pero no podrían al menos insistir en que haya un presidente decente para el Comité Olímpico Palestino?
Lo comparto.