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Las últimas semanas han sorprendido a la comunidad mundial. Millones vieron a Europa, Estados Unidos y Medio Oriente bombardeados por una ola creciente de terrorismo extremista.
Por desgracia, hemos visto esto antes y lo vimos venir. Durante años, Jerusalem ha vivido los horrores que recientemente se han desatado en Orlando, Niza, Wurzburg, Ansbach, París y Estambul. Jerusalem llegó a dominar estrategias para lidiar con este tipo de amenazas.
Debemos condenar toda justificación de terror. Justificar un tipo de terror es justificarlos a todos. No nos equivoquemos, terror es terror. No hay excusa para esos horrendos ataques.
Debemos luchar contra el terror con todas las herramientas que tengamos en nuestro arsenal, confiando en nuestros equipos profesionales, pero también en la fortaleza, la resistencia y la vigilancia de los residentes de nuestras ciudades. Me gustaría compartir con ustedes algunas ideas de sabiduría colectiva.
No permitamos que el terrorismo desestabilice nuestras vidas.
En Jerusalem nos enfocamos en ser cuidadosos, al tiempo que alentamos a nuestros residentes a continuar con sus rutinas. El público puede tomar una parte activa en el combate contra el terrorismo estando siempre alerta y rehusándose a alterar la rutina. Esto es un paso positivo, no negativo. Crea una sensación de responsabilidad mutua, hace que cientos de miles de ojos sean centinelas y construye confianza, algo que fortalece a los residentes.
Los terroristas buscan convertir nuestras ciudades en campos de batalla. Desplegar el ejército envía exactamente ese mensaje. Colocar soldados en nuestras calles es un error. En Jerusalem, he insistido en que sólo protejan nuestra ciudad la policía y los guardias civiles bien entrenados. A pesar de que el ejército israelí es una fuerza de lucha excelente, fuerte y moral, su función no es custodiar nuestra ciudad.
En Jerusalem nos esforzamos para asegurar que las fuerzas civiles se desplieguen estratégicamente. Israel ha invertido en la mejor inteligencia humana y en la tecnología más avanzada para la recopilación de información mediante intercepción de señales. En lugar de cubrir la ciudad con fuerzas de seguridad, usamos esta inteligencia para definir las prioridades e implementar un ‘despliegue inteligente’ de nuestras unidades. En lugar de proteger a la ciudad después de un ataque, ponemos a los terroristas que desean dañarnos a la defensiva. Si los terroristas pierden tiempo tratando de evadir nuestros servicios de seguridad, no tienen mucho tiempo disponible para dedicarle a la planificación de ataques.
Sin embargo, la victoria sobre el terror va más allá de sólo detener los ataques. Para realmente derrotar al terrorismo, debemos negarles a los perpetradores la satisfacción de que los sitios de sus ataques sirvan como “lugares sagrados” de pérdida y devastación. Nosotros no hacemos monumentos conmemorativos improvisados ni permitimos que nuestra ciudad sea desfigurada por esos ataques. En cambio, continuamos con la vida normal.
Castigo y recompensa
Aprendimos que disuadir el terrorismo es un juego prolongado. Como alcalde, mi obligación es complementar los “castigos” de las continuas operaciones de seguridad con “recompensas” que fortalecen la moderación. Hacemos una clara distinción entre la mayoría que alienta la coexistencia entre los árabes y judíos en nuestra ciudad y la pequeña minoría que busca destruirla.
Hay un fuerte liderazgo árabe trabajando junto a nosotros en la lucha contra el odio que busca separarnos. Trabajamos para alentar a esos líderes locales a asumir la responsabilidad sobre sus comunidades. En áreas donde el liderazgo local acepta ese rol, la reducida presencia policial disminuye la fricción y mejora la calidad de vida de los residentes.
En 2015, después de que padres, educadores y líderes religiosos se quejaran de que la prensa social llevara odio e incitación a sus comunidades, lanzamos programas innovadores que refuerzan la autoridad parental y comunitaria. Extendimos los días lectivos y creamos amplios programas postescolares asegurando que nuestras comunidades más vulnerables tengan una alternativa a la incitación digital de Hamás y del grupo militante del Estado Islámico.
La ventaja israelí
No todas las soluciones son exportables. Aliento a cada país a utilizar sus propias ventajas. Por ejemplo, Israel tiene un bien preciado, muy difícil de conseguir: una gran cantidad de veteranos del ejército. Sólo el 2% de los civiles israelíes tiene licencia de portación de armas, pero todos ellos están bien entrenados y tienen experiencia en combate.
Al pedirles a esos israelíes entrenados que porten sus armas en tiempos de crisis, logramos disminuir los tiempos de respuesta durante un ataque. Los residentes de Jerusalem, en lugar de huir de un ataque, corren hacia la escena, reduciendo el daño que un terrorista puede causar. En febrero de 2015, mis guardias de seguridad y yo hicimos exactamente eso.
Esas estrategias nos han ayudado a detener la mayoría de los ataques en un máximo de 60 segundos.
Estas estrategias operativas, educativas y de seguridad deben ser complementadas por un marco legal. El terrorismo no es simplemente otro crimen. Su base ideológica lo hace fundamentalmente diferente y exige una fuerte respuesta legislativa. Debemos enseñarles a los terroristas, y a quienes los apoyan monetariamente o por medio de la incitación, que pagarán un precio alto.
El terrorismo es un problema global, debemos atacarlo juntos. El mundo libre debe trabajar unificado, usando nuestras mejores experiencias y cooperación para confrontar este enemigo en común. Espero que las enseñanzas aprendidas en Jerusalem puedan servir para hacer del mundo un lugar mejor, más seguro y más resistente.
Este artículo apareció originalmente en Neewsweek.com
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