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| sábado noviembre 23, 2024

VAETJANAN – TU BEAV – NAJAMU


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Moshé le cuenta al Pueblo Judío cómo le imploró a Di-s que le permita ingresar a la Tierra de Israel. Di-s se negó, pero le indicó que ascienda a una montaña para ver la Tierra Prometida.
Continuando con su “repaso de la Torá”, Moshé describe el Éxodo desde Egipto y la Entrega de la Torá, declarándolos eventos sin precedentes en la historia de la humanidad. “¿Alguna vez ocurrió este gran evento, o algo similar alguna vez se oyó? ¿Alguna vez un pueblo escuchó la voz de Di-s hablando desde el fuego y vivió? Tú viste, para saber, que Di-s es Di-s y no hay otro excepto Él”.

Moshé predice que, en generaciones futuras, la gente se alejará de Di-s, adorará ídolos, será exiliada de su tierra y esparcida por las naciones del mundo; pero allí ellos buscarán a Di-s y retornarán a observar sus preceptos.
Nuestra parashá también incluye una repetición de los Diez Mandamientos, y los versículos del Shemá que declaran los fundamentos de la fe judía: la unicidad de Di-s (“Escucha Israel, Di-s es nuestro Di-s, Di-s es uno”); los preceptos de amor a Di-s, estudiar Su Torá y “atar” estas palabras como tefilín en nuestro brazo y cabeza, e inscribirlas en las mezuzot fijadas en las jambas de nuestras puertas.

¿POR QUE CELEBRAMOS TU BEAV?

Por Yanki Tauber

En los días en que el pueblo de Israel habitaba en su tierra, antes de la destrucción del Beit HaMikdash, este día, era un día de festejo, regocijo, y alegría.

El 15 de Av las doncellas salían a los campos y a los viñedos. ¿Y que decían? “¡Joven, levanta tus ojos y fíjate lo que escoges! No te fijes en la belleza externa, fíjate en el interior. El encanto es engaño y la belleza no vale nada; una mujer temerosa de Di-s es la que debe ser alabada.”

Dijo Rabi Shimon ben Gamliel dijo: “No hubieron mayores festivales para Israel que el 15 de Av y Iom Kipur”.
El Talmud enumera varios acontecimientos alegres que ocurrieron en el 15 de Av:
1) Cesó el fallecimiento de la generación del Éxodo: Varios meses después de que liberaran al pueblo de Israel de la esclavitud egipcia, el incidente de los “espías” demostró la falta de preparación para la conquista de la tierra de Canaán y de desarrollarla como la “tierra santa.” Di-s decretó que la generación entera moriría en el desierto, y sus hijos entrarían a la tierra en su lugar (Números 13 y 14). Después de 40 años de vagar a través del desierto, finalmente terminaron de morir, y la nueva generación de judíos estaba lista para entrar en la tierra santa. Era el 15 de Av del año 2487 de la Creación (1274 AEC).

2) Las tribus de Israel fueron autorizadas a casarse entre si: Para asegurar la división ordenada de la tierra santa entre las doce tribus de Israel, ciertas restricciones habían sido impuestas a los matrimonios entre los miembros de las diversas tribus. Una mujer que había heredado tierras tribales de su padre tenía prohibido casarse fuera de su tribu, para que sus hijos — miembros de la tribu de su padre – no hereden una tierra que originalmente pertenecía a otra tribu (Números 36). Esta ordenanza fue impuesta a la generación que conquistó y colonizo la tierra santa; cuando la restricción fue abolida, el 15 de Av, el acontecimiento fue considerado una causa de celebración y festividad.

3) Se permitió a la tribu de Benjamín retornar a la comunidad: El 15 de Av fue también el día en el que la tribu de Benjamín, que fue excomulgada por su comportamiento en el incidente de la “Concubina en Giba“, fue readmitida en la comunidad de Israel (Jueces 19-21; esto ocurrió durante el gobierno de Otniel ben Kenaz, que condujo al pueblo de Israel en los años 2533-2573 de la Creación (1228-1188 BCE)).

4) Hosea ben Eilah abre los caminos a Jerusalén: Después de la división de la tierra santa en dos reinos luego de la muerte de rey Salomón en el año 2964 de la Creación (797 BCE), Jeroboam ben Nebat, Rey del disidente reino norteño de Israel, instala barricadas para evitar que sus ciudadanos hagan el peregrinaje trianual al Santo Templo en Jerusalén, capital del reino meridional de Judea. Éstos finalmente fueron quitados 200 años más tarde por Hosea ben Eilah, el monarca del reino norteño, en el 15 de Av, 3187 (574 BCE).

5) Se permitió enterrar a los muertos de Betar: La fortaleza de Betar era el último baluarte de la rebelión de Bar Kojba. Cuando Betar cayó el 9 de Av, de 3893 (el EC 133), mataron a Bar Kojba y a millares de judíos; los Romanos masacraron a los sobrevivientes de la batalla con gran crueldad e incluso no permitieron enterrar a los muertos. Cuando finalmente sepultaron a los muertos de Betar el 15 de Av de 3908 (el CE 148), una bendición adicional (HaTov VehaMeitiv) fue agregada a la “bendición de después de las comidas” en conmemoración.
6) “El día de romperse el hacha”: Cuando el Santo Templo estaba en pie en Jerusalén, el corte anual de la leña para el altar era concluido el 15 de Av. Este acontecimiento era celebrado con banquetes y festejos (como es costumbre en la conclusión de una obra santa) e incluía la quiebra ceremonial de las hachas que dieron a este día su nombre. (www.es.chabad.org)

DOBLE PECADO, DOBLE CONSUELO

Ellos pecaron doblemente, como dice: “Jerusalem ha pecado un pecado». Y fueron golpeados doblemente, como dice: “Ella ha recibido el doble por sus pecados”. Y serán consolados doblemente, como dice: “Sé confortado, sé confortado, mi pueblo” (Ialkut Eija 1118).

Este Midrash puede ser entendido en base a los comentarios de Ibn Ezra y de Sforno sobre los últimos versículos de nuestra parashá:
“Cuando en el futuro tu hijo te pregunte, diciendo: “¿Cuáles son los testimonios, los estatutos y las leyes que Hashem nuestro Dios nos ha ordenado?”. Entonces dirás a tu hijo: “Esclavos fuimos del Faraón en Egipto, y Hashem nos sacó de Egipto con mano poderosa… y Hashem nos ordenó cumplir todos estos estatutos, a fin de temer a Hashem nuestro Dios, por nuestro bien todos los días, para darnos vida, como en este día” (Deuteronomio 6:20-24). Ibn Ezra explica que la pregunta del hijo no es “cuáles son las mitzvot”, sino “por qué nos pusieron un yugo diferente al de los otros pueblos”. La respuesta de la Torá es que debemos confiar en que las mitzvot son para nuestro propio beneficio, porque Dios nos salvó de la esclavitud al sacarnos de Egipto. Sforno dice que si bien el beneficio de las mitzvot es predominantemente en el Mundo por Venir, ellas también nos traen vida en este mundo.

Dios se presenta a sí mismo en el comienzo de los Diez Mandamientos como el Dios que nos sacó de Egipto, no como el Dios que creó el cielo y la tierra. Esto nos recuerda que al igual que la redención de Egipto fue por nuestro propio beneficio, así también las mitzvot fueron entregadas por nuestro propio beneficio y no por el de Él. Y a pesar de que, como dicen los Sabios, las mitzvot no se nos dieron para que disfrutemos sino como un yugo alrededor de nuestros cuellos, el propósito de ese yugo es, al final de cuentas, nuestro propio bien. La Hagadá atribuye la pregunta de la Torá aquí al hijo sabio. La respuesta que se le da en la Hagadá es que existe una halajá de no ingerir nada después del Korbán Pesaj – es decir, el sabor del Korbán Pesaj es todo lo que tenemos en nuestras bocas al momento de la redención. Al final, es el beneficio de las mitzvot, como comer el Korbán Pesaj, lo que se queda con nosotros.

La Torá comienza con la bondad de Dios – vistiendo a Adán y Eva – y termina con Su bondad – enterrando a Moisés. La base de la Torá es jésed – Dios da ilimitadamente a quienes le sirven. La Torá es, en esencia, una expresión del deseo de Dios de hacer el bien con nosotros. No es una imposición sobre nuestra vida, sino un marco de trabajo con el cual podemos ganarnos una recompensa eterna para nuestro propio beneficio. Hilando más fino, la Torá comienza con la bondad de cubrir la humillación del hombre, su cuerpo físico. Nos da los medios para que utilicemos este cuerpo al servicio de Dios y así lo purifiquemos y lo elevemos. Moisés fue la culminación de este proceso de elevación. Transformó su cuerpo físico en algo tan sagrado que sólo Dios pudo enterrarlo y dejarlo ahí hasta la resurrección de los muertos. Esa es la esencia de la Torá – remover la vergüenza del materialismo puro para elevar lo físico a un estado de santidad.

Cuando uno peca, realmente comete un crimen doble: el primero es la rebelión en contra de Dios; el segundo es en contra de uno mismo, al despreciar el beneficio de la mitzvá. Por lo tanto, el castigo también es doble. Dios no sólo castiga por la rebelión – al igual que un padre castiga a un niño para disciplinarlo y guiarlo de regreso al buen camino – sino que también uno se roba a sí mismo el grandioso beneficio que Dios tanto desea brindarle. Consecuentemente, el consuelo también es doble. El beneficio máximo será alcanzado y, en adición, entenderemos que el castigo mismo fue por nuestro propio bien para evitar que perdamos nuestra recompensa eterna. (www.aishlatino.com)

 
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