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| jueves diciembre 26, 2024

El apoyo árabe a los palestinos se resquebraja


En esta nota expliqué algunos de los motivos por los cuales el futuro diplomático de Israel parece prometedor, a pesar del congelamiento del proceso de paz. Pero hay otros dos factores que también es probable que tengan un impacto positivo más adelante. El primero es que el mundo árabe/islámico, que durante años ha sido uno de los principales promotores de la idea de que la cuestión palestina es el primer problema del planeta, está empezando a hartarse del ensimismamiento palestino en un momento en que muchos árabes y musulmanes lo están pasando mucho peor. El segundo es la aparición de un pequeño pero creciente conjunto de árabes israelíes que se sienten orgullosos de ser ciudadanos de Israel y que están dispuestos a defender su causa en el extranjero.

Un ejemplo de lo primero lo podemos encontrar en la despiadada entrevista que hicieron el mes pasado a un portavoz palestino en Orient News TV, un canal de la oposición siria con sede en Dubái. La entrevistadora, Dima Wanus, presiona implacablemente a su invitado, Mohamed Masharqa, respecto a por qué la palestina debería ser “la primera cuestión mundial”. Lo que sigue son algunos de los puntos que le planteó, traducidos por Memri:

En 1948, en los años de la ‘Nakba’, el pueblo palestino fue expulsado de sus hogares y sus tierras. Fueron desplazadas 750.000 personas aproximadamente (…). 750.000 palestinos fueron desplazados, de los cuales sólo 150.000 fueron expulsados de Palestina. El resto permaneció en su patria histórica, aunque en lugares diferentes. Si se toma la cifra total de 750.000, equivale al número de personas que han huido de Siria e Irak en los últimos tres meses. Le repito la pregunta de otra manera, porque no me ha respondido. Por qué es la palestina la primera cuestión mundial…

¿Cómo es que la suya es la primera causa del mundo? Con todos los grandes crímenes cometidos por el enemigo israelí, ¿cuántas personas murieron en el Día palestino de la Tierra? Usted lo sabrá mejor que yo. Murieron seis personas…

Sadam Husein fue idolatrado por las masas por lanzar 36 o 39 misiles ‘Scud’ contra Tel Aviv, mientras que perpetraba crímenes a diario contra su propio pueblo. Los palestinos apreciaban mucho a Sadam Husein por esa hazaña. Si hablamos de la postura de los palestinos sobre la liberación de los pueblos… ¿Es concebible que apoyen a un asesino, a un archiasesino, a un dictador (…) sólo porque disparó misiles contra Tel Aviv? ¿Y qué pasa con el pueblo [iraquí]?

A Wanus tampoco le impresionaron lo más mínimo los intentos de Masharqa de justificar la centralidad palestina sobre la base de que Israel es un país “colonialista”. “Dicho de otro modo, ustedes se han beneficiado de que el enemigo fuesen los judíos y los israelíes”, replicó ella.

Por supuesto, su actitud no es ni mucho menos la mayoritaria en el mundo árabe. Pero tampoco es excepcional ya. Hace sólo dos meses escribí sobre un ex alto funcionario egipcio al que le incomodaba de igual modo toda la atención prodigada a los falsos refugiados palestinos, cuandolos verdaderos refugiados sirios necesitan urgentemente ayuda.

La causa palestina no se convirtió en una obsesión occidental por mera casualidad; sucedió en buena medida porque el mundo árabe/islámico se pasó décadas diciendo incesantemente a los occidentales que ése era el mayor problema de Oriente Medio. Ese punto de vista se ha consagrado como dogma en Occidente, y evidentemente no va a perder tal posición de la noche a la mañana. Pero ahora que los países árabes/islámicos empiezan a quitar importancia a la cuestión palestina, habrá también cambios en Occidente.

Este curso de los acontecimientos se ve reforzado por el hecho de que estén surgiendo cada vez más defensores de Israel entre los árabes. A principios de este mes, el Jerusalem Post publicóun perfil de uno de estos activistas, Mohamed Kaabiya, veterano de las Fuerzas Aéreas y estudiante universitario que ha defendido a Israel en campus extranjeros como miembro de StandWithUs.

Para los activistas antiisraelíes es relativamente fácil convencer a los jóvenes occidentales ignorantes de que Israel es un “Estado apartheid” cuando la principal oposición a esta mentira proviene de los judíos, a los que se puede despreciar como “partes interesadas”. La cosa es mucho más difícil cuando un beduino musulmán sale después al frente y dice:

Me llamo Mohamed y he servido en las Fuerzas Aéreas de Israel, y estoy elaborando guías beduinas para el servicio militar. Estoy aquí para proteger a Israel de las mentiras del BDS [movimiento por el Boicot, la Desinversión y las Sanciones contra Israel]. Deben saber que los árabes israelíes tienen libertad para vivir, trabajar, rezar y viajar.

Como la de Wanus, la postura de Kaabiya sigue siendo muy minoritaria, pero, de nuevo, tampoco está solo. Entre sus colegas más conocidos están el diplomático George Deek, que sostiene que los árabes israelíes pueden y deberían “vivir como minoría contribuyente” en Israel, al igual que “los judíos en Europa, que mantuvieron su religión e identidad durante siglos, y aun así lograron ejercer influencia”, y el padre Gabriel Nadaf, que ha animado con éxito a sus correligionarios árabes cristianos a servir en el Ejército de Israel y que ha defendido a Israel en la ONU.

Cuando defienden que el statu quo israelo-palestino es insostenible, tanto la izquireda israelí como su homóloga judía estadounidense se valen en gran medida de los temores de que el presente conflicto esté deteriorando el apoyo occidental a Israel y, por tanto, el tiempo juegue a favor del lado palestino. Pero, dada la creciente y desgraciada familiaridad de Occidente con el islam radical, la mejora del estatus de Israel en otras partes del mundo (como detallaba en mi nota anterior) y el incipiente cambio en las actitudes árabes hacia la cuestión palestina, parece mucho más probable que el tiempo corra a favor de Israel.

A la larga, estos acontecimientos también podrían contribuir a resolver el conflicto israelo-palestino convenciendo a muchos palestinos de la improbabilidad de que Israel desaparezca y, por tanto, de que lo mejor que pueden hacer es negociar un acuerdo de paz razonable. Al margen de que eso suceda, no hay motivos para que Israel se sienta presionada a hacer concesiones precipitadas por miedo al aislamiento diplomático. Como deja claro el reciente curso de los acontecimientos, Israel puede permitirse esperar.

© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio

 
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