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| miércoles diciembre 25, 2024

Shimón Peres: «No volveremos a ser esclavos; eso se acabó»


Vísperas de Pesaj   (2013)

«En un tiempo fui la persona más controvertida de Israel, ahora soy muy popular. Pero no sé cuándo fui más feliz, si ahora o en aquellos momentos tan duros», nos dice el Presidente del Estado de Israel, Shimón Peres, un joven de casi 90 años que afirma vivir centrado en la paz. Por eso jamás mira hacia atrás, sólo hacia adelante.

«Hay que mirar hacia el futuro. Vivo siempre pensando que mi momento más feliz ocurrirá mañana», señala en una charla exclusiva con Israel en línea en vísperas de Pesaj. 

– Sr. Presidente, estamos por festejar Pesaj, la Fiesta de la Libertad. ¿Según su opinión los pueblos de Oriente Medio que vivencian la llamada «primavera árabe» también van en camino de festejar la libertad?

– Creo que los occidentales deberíamos distinguir lo que esa llamada «primavera árabe» significa para las distintas generaciones. En los países árabes y musulmanes hay ya una población joven cada vez más preparada, que no quiere oír hablar de sangre sino de libertad. Las primaveras de los pueblos pertenecen siempre a los jóvenes.

– ¿A qué tuvo que renunciar en su lucha por la paz?

– La mayor oportunidad que puede tener un hombre en la vida es la de servir a su pueblo. No puedo imaginarme un mayor honor. Me tocó vivir muchas crisis, muchos problemas y cometí muchas equivocaciones. Pero intenté siempre ser honesto conmigo mismo y, sobre todo, desarrollar con verdad las conversaciones de paz. Llevo más de sesenta años en política y hubo momentos en que fui la persona más controvertida de Israel. Ahora soy el presidente y una de las personas más populares. Pues no sé cuándo fui más feliz, si ahora, que cuento con todo el apoyo, o en aquellos años tan duros. Porque entonces tenía que luchar constantemente por mi verdad, nadar contra la corriente. Y eso es bueno. Soy optimista. Me intento quedar sólo con lo bueno y creo que por delante siempre espera algo mejor. Tengo una cierta tendencia a soñar. Durante mucho tiempo se me acusó de vivir de espaldas a la realidad. Pero la vida me enseñó que, con trabajo y lucha constantes, a veces los sueños se hacen realidad. Sólo cumplí con mi deber y siento como un honor el haber servido a mi pueblo y luchado por nuestra paz.

– De todos los acuerdos que consiguió, ¿De cuál se siente más orgulloso?

No estaré orgulloso hasta que no haya conseguido la paz total.

– ¿Y cuál el más difícil?

– La mayor parte de nuestra vida en Israel la vivimos con ataques y dediqué gran parte de la mía a nuestra defensa. Ahora estoy centrado en la paz, es para lo que vivo. Por eso jamás miro hacia atrás, sólo hacia adelante. Hay que mirar hacia el futuro. Vivo siempre pensando que mi momento más feliz ocurrirá mañana.

– El primer ministro Netanyahu pidió disculpas a Turquía luego de que hace poco tiempo el primer ministro Erdogán relacionó el sionismo con crímenes contra la humanidad. ¿Cuál es su reacción?

– Siento mucho las palabras del primer ministro turco. Ese comentario sólo consigue avivar llamas del odio de manera innecesaria y además es totalmente infundado. En el judaísmo pedir perdón es un precepto, no una vergüenza. Cuando sucedió lo de la flotilla Israel no tenía intención de dañar a nadie. Las cosas no se dieron así. La disculpa de nuestro primer ministro fue un acto de integridad humana del cual me siento orgulloso.

– Las relaciones con Turquía durante los últimos años no fueron demasiado buenas, ¿Ahora tenderán a mejorar?

– Básicamente creo que la gente en Turquía, como en Israel, lo que quiere es paz y comprensión. Nunca conseguirán sacar grandes conclusiones del pasado. No es fácil para nadie. Nosotros apoyamos la entrada de Turquía en la Unión Europea y en muchas ocasiones hemos incluso jugado un papel importante y personalmente me agradecieron por esos esfuerzos. Creo que hoy una Europa unida no es sólo una Europa cristiana como no creo que Oriente Medio sea sólo una región musulmana. Nosotros creemos en un mundo lleno de diferencias no en un mundo de semejanzas. Y creo también que la democracia no es sólo el derecho a ser iguales sino también el derecho a ser diferentes. La gente que no entiende eso tampoco puede entender lo que está ocurriendo y cuál es el futuro de nuestro mundo.

– ¿Se trata de un mensaje sobre Turquía que usted transmitió a los líderes europeos cuando se reunió recientemente con ellos?

– No, con los líderes europeos hablé de asuntos relacionados con Europa y Oriente Medio donde Europa puede jugar un papel más importante. Ya juega un papel pero éste podría ser mejor y más importante.

– Hace tres semanas también salió a la luz un informe preocupante realizado por diplomáticos europeos, el informe era para el Parlamento europeo, y en él se afirmaba que la construcción israelí de asentamientos en Cisjordania es la amenaza más seria para la creación de un Estado palestino, para una solución de dos Estados. ¿Cuando se reunió con los líderes europeos le costó convencerlos de que todo va bien en Israel?

– No sólo nos pusimos de acuerdo en una solución de dos Estados sino que también estamos, más o menos, de acuerdo en cómo ocurrirá. La solución de dos Estados está relacionada con el asunto de los asentamientos. En las conversaciones que se celebraron en Washington durante la presidencia de Bill Clinton, acordamos más o menos, que habría tres bloques para asentamientos en Cisjordania y que los palestinos serían compensados territorialmente. Yo no comparto el punto de vista pesimista de que la situación actual puede frenar la oportunidad de encontrar la solución adecuada. Creo que los problemas son siempre más complejos que las soluciones. Pero si nos fijamos en la historia, los problemas acaban muriendo y las soluciones permanecen.

– La construcción de asentamientos sobre todo en la zona E-1, entre Maalé Adumim y Jerusalén, es uno de los mayores problemas para los palestinos que afirman que ese territorio es esencial para una solución de dos Estados…

– Bueno, también puede haber desacuerdos, pero no creo que el gobierno israelí anunció que va a construir ahí, el gobierno israelí anunció que va a realizar un plan. Y entre planear y construir hay una enorme diferencia. Y además depende mucho de si las negociaciones directas van a reanudarse o no. Si se reanudan creo que esto podría solucionarse adecuadamente.

– Es verdad que existe una diferencia entre planear y construir, pero un plan también puede ser considerado como una medida provocadora, decir: «esto es lo que planeamos hacer, sabemos que no están de acuerdo, pero lo planeamos de todas maneras»…

– Bien, creo que ese anuncio fue una reacción al hecho de que la Autoridad Palestina fue de manera unilateral a la ONU. Estoy de acuerdo en que puede ser algo provocador pero Israel también consideró esa medida unilateral de la Autoridad Palestina en la ONU como una provocación. Tenemos que acabar con las provocaciones, estoy de acuerdo. Si no lo hacemos habrá un intercambio de provocaciones totalmente innecesario.

– ¿Entonces cuando acabará Sr. Presidente?

– Creo que deberían preguntarme cuándo empezará. Ya acabó. Creo que el nuevo gobierno israelí tiene una oportunidad para reabrir las negociaciones. Creo que existe una cierta madurez en ambas partes para entender que a través de las negociaciones no se pueden resolver todos los problemas. La reapertura serviría para recapitular los acuerdos alcanzados hasta ahora y buscar soluciones.

– ¿Qué piensa 20 años después de los Acuerdos de Oslo, en los que estuvo implicado, sobre el hecho de que todavía hay muchos problemas por resolver, no que no se hayan resuelto sino que siguen existiendo 20 años después?

– Me hubiese gustado que todo fuese más breve, pero aprendí a ser paciente. Soy consciente de que si uno quiere llegar a un cierto punto las cosas pueden ser más complicadas y más largas de lo que se esperaba en un principio. Pero no se puede abandonar; yo no voy a abandonar. Lo que siento mucho quizás es que nos esté llevando tanto tiempo, pero eso no es una razón para abandonar. Estoy convencido de que ni los palestinos ni nosotros tenemos otra alternativa, otra solución.

– La realidad está siempre cambiando sobre todo en esta región. Durante los dos últimos años vemos cómo caen regímenes alrededor de Israel. Nuestros vecinos están cambiando sus ambientes políticos de manera importante. ¿Cómo está afectando esto a la actitud de nuestro Estado?

– Cuando se ve lo que está ocurriendo en Oriente Medio ¿Con qué se lo compara? ¿Con el pasado o con el futuro? Si esto es resultado del pasado, perdimos. Pero si es un llamamiento para el futuro, entonces ganaremos. Creo que todos esos cambios se producen no por culpa del pasado sino por qué el mundo avanza, porque el mundo se convirtió en algo global, abierto y científico. Creo que hoy la tecnología dice más que la estrategia. Y me fijo en quién está dirigiendo esta nueva revolución, o levantamiento, en el mundo árabe. Básicamente es gente joven. En mi encuentro con el presidente Obama, él me preguntó si tenía algún consejo especial que darle para su segundo mandato. Y le dije que sí. Si alguien se acerca a usted y le dice que el futuro pertenece a los jóvenes, échelo de la oficina. Dígale que el presente sí pertenece a los jóvenes. Pero el futuro pertenece a gente como yo, con tiempo y experiencia. Creo que un líder, ya sea electo o no, debe dar respuestas a situaciones reales: a que la gente tenga trabajo, comida, alojamiento, libertad. No puede abandonar.

– Entonces esto facilita el proceso de paz, que el poder esté en manos de los jóvenes y no en las de dictadores de la vieja guardia como Assad o Mubarak…

– No creo que haya forzosamente una relación. Se puede utilizar como una excusa pero no como una razón. Lo que ocurrió en Egipto o Siria no tiene nada que ver con Israel. Lo que ocurrió es resultado de la situación interna de esos países. Así que en Pesaj oremos por la paz, no sólo entre los árabes y nosotros, sino también entre ellos mismos.

– Pero tiene que haber algo más, Sr. Presidente. Valoramos sus oraciones sobre el conflicto en Siria a nivel humano. Pero en el plano práctico, nosotros vivimos pegados a Siria…

– Cuando llegó el presidente Assad pensamos que era un hombre razonable que había estudiado en una universidad británica. Que era el símbolo de algo nuevo. Pero cuál fue nuestra sorpresa cuando descubrimos que ese hombre, supuestamente razonable, intentaba construir un reactor nuclear. Creo que todo el mundo se sintió aliviado cuando abandonó esa opción. Imagínense que Assad llegara a tener una bomba nuclear además de las armas químicas… Y es capaz de usarlas sin piedad, contra su propio pueblo.
Por otro lado, no podemos intervenir en Siria porque todo el mundo nos acusaría de invasores. Creo que la Liga Árabe es la que tiene que detener este mar de sangre. Siria es un país árabe. Los árabes conocen mucho mejor lo que está ocurriendo allí. Los demás somos extranjeros. Creo que la Liga Árabe debería formar un gobierno de transición que estuviese en funciones durante uno o dos años. Además, creo que la ONU apoyaría esa opción ya que acabaría con esta masacre.
Los árabes, que respeto mucho, deben entender que tienen que solucionar sus propios asuntos y no esperar a que otros lo hagan por ellos. Porque si los otros actúan, algunos les tacharán de intervencionistas. Es hora de que el mundo árabe tome las riendas de ese desafío sirio y lo resuelva de manera pacífica e inteligente. Los africanos, por ejemplo, están haciendo algo parecido en Mali y de una manera acertada.

– Acaba de mencionar la cuestión de la capacidad nuclear. Otro país que preocupa a nivel internacional en este sentido es Irán. Ya se habló demasiado de un posible ataque preventivo contra sus instalaciones nucleares. ¿Lo aprobaría? ¿Apoyaría una operación militar contra una planta nuclear iraní?

– Bueno, hay que mirarlo de una manera adecuada. Lo primero es evitar todo ataque armado o militar adoptando sanciones económicas, ejerciendo una presión política, incluso negociando. Creo que lo único que olvidamos, y de manera errónea, es pedir que se respeten los derechos humanos. En Helsinki, en 1975, se trató esa cuestión en aquella reunión entre la Unión Soviética y Estados Unidos. De repente hablaron de los derechos humanos como si se tratara de una prioridad, de un problema internacional.
La sociedad iraní es la víctima principal de la historia de su país. Están sufriendo. No tiene suficiente comida, no puede proporcionar ayuda médica a sus enfermos. Por qué? Todo porque un pequeño grupo de líderes religiosos fanáticos fueron muy ambiciosos y decidieron establecer un imperio de Alá. Hay que reclamar esos derechos humanos, incluso antes de las elecciones del próximo 23 de junio que tendrán lugar en Irán; para que justamente se trate de elecciones libres y para que aquellos líderes no se vuelvan a elegir a ellos mismos.

– Pero el programa nuclear sigue siendo un problema para Israel…

– Eso seguro. Y los dirigentes más importantes de nuestra era, liderados por Obama, que además crearon una coalición con los europeos e incluso con Rusia, afirman que no se puede permitir un actividad nuclear en Irán. Es un peligro para el mundo, no sólo para Israel. Creo que si intentan detenerles de manera pacífica será mejor.

– ¿Y si no se consigue?

– Y si no se puede, me amparo en las palabras de Obama: «Todas las opciones están sobre la mesa», volvió a repetir claramente hace pocos días en Jerusalén.

Los iraníes tienen dos organizaciones terroristas bien armadas. Una es Hezbolá en Líbano y otra Hamás en Gaza. El resultado de la acción de Hezbolá es trágico para Líbano. Esperábamos y seguimos esperando que Líbano se convierta en la Suiza de Oriente Medio. Multicultural, con su gente viviendo en paz… Pero Hezbolá contaminó sus tierras, dividió a su pueblo, llevó a cabo atentados en decenas de ocasiones. Líbano, de una cierta manera, es una creación europea. Creo que Europa debe salvar a Líbano. Nosotros podemos medirnos con Hezbolá, los libaneses no. Lo mismo sucede con Hamás.

– Hasta la visita de Obama se notaba un deterioro en las relaciones entre Estados Unidos e Israel. ¿Lo ve usted así? ¿Había menos comunicación entre la Casa Blanca y el gobierno de Jerusalén?

– En primer lugar, siento una gran admiración por el presidente Obama y por su manera de ayudar a Israel en cuanto a la seguridad. Realizó un trabajo impresionante y nos sentimos muy agradecidos. Mi maestro, Ben Gurión, me enseñó una cosa: juzga a las personas por lo que te dicen y no por lo que dicen de ellas. Así que cuando veo de frente al presidente Obama, siento una enorme consideración por lo que está haciendo.

– Pero el presidente Obama crítica mucho sobre el tema del que hablábamos antes, los planes de construcción en los asentamientos…

– Es una posición ya conocida de la Casa Blanca. No la introdujo el presidente Obama y ese es uno de los puntos de disputa entre nosotros y Estados Unidos pero, una vez más, deberíamos sentarnos e intentar resolverlo juntos.

– Usted va a cumplir 90 años. Trabaja a un ritmo frenético. Sus secretarias dicen que se caen de cansancio. En la reciente cena de gala, el presidente Obama quería saber más que nada quién es el médico que lo atiende. Recibió el Premio Nobel de la Paz como miembro de un país que vive en guerra… ¿Hay algo que hoy en día le impida dormir de noche?

– De vez en cuando, el problema de seguridad en Israel. Pero no siempre. Porque las cosas están cambiando dramáticamente. No es algo que se resuelve un día y dura para siempre. Tenemos nuevas armas, nuevas estrategias, nuevos adversarios. Y sé que la mejor solución para terminar esta guerra es la paz. Pero intento dormir lo mejor que puedo; de cuatro a cinco horas por noche. Para así poder pensar y sentirme fresco y optimista durante el día siguiente.

– Para terminar, Sr. Presidente… ¿Qué le gustaría hacer cuando sea grande?

– Seguiré siendo parte de un Estado judío democrático. No tengo otra opción. Si dejo de ser democrático, dejo de ser judío. No se trata de una reflexión utópica. Así estuvimos viviendo los judíos 3.000 o 4.000 años. No vamos a volver a la esclavitud; eso se acabó. Y nuestro problema y nuestro punto fuerte es que, a pesar de todas las imágenes, el llamamiento moral es nuestra guía. Y si tenemos que defender nuestra vida, defenderemos nuestra vida. Y muchas personas que no tienen qué hacer nos critican. Ojalá Israel fuese como Suecia. Entonces criticarían a Suecia.

– ¡Jag Sameaj, Sr. Presidente. Gracias por recibirnos y contagiarnos con su optimismo.

– Jag Pesaj Sameaj y Kasher a todo el pueblo judío. Y por medio de ustedes, a todos los judíos de habla hispana.

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