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| lunes diciembre 23, 2024

Pilar Rahola. Hace diez años murio Oriana Falacci

De su Libro "¡Basta!" 


Les dejo el fragmento de mi libro «Basta» donde hablo de esta gran mujer

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«De todos los casos estigmatizados, criminalizados y linchados en el ágora pública, el caso más flagrante ha sido el de Oriana Fallaci, a quien pusieron la letra escarlata de la ignominia, la islamofobia y la xenofobia. No deja de ser significativo que los que alzamos la voz en defensa de un islam de libertades, y en consecuencia, defendemos a las mujeres y los hombres musulmanes, que son víctimas de esta maléfica y terrorífica lacra, seamos los que somos acusados de islamofobia. Y es curioso porque podría decirse que los islamófobos son justo aquellos que no defienden un islam sin totalitarismo… ¿O no es odiar a quienes profesan el islam el aceptar que deben vivir bajo la opresión?
Oriana Fallaci fue demonizada, vilipendiada, expulsada como si tuviera la peste por el mero hecho de avisarnos de lo que estaba por llegar. Y, sin embargo, no se equivocó en casi nada, pero el progresismo internacional estaba tan entretenido menospreciándola y atacándola (llegaron a llevarla a los tribunales) que no se dio cuenta de cuánta razón tenía Fallaci. Como homenaje personal y también como acto de justicia, me detengo un momento en su lúcida y brillante figura, emblemática justamente porque hizo de su progresismo una defensa radical de la libertad. Equiparable a Albert Camus —que, desde la izquierda, también se enfrentó a los intelectuales de izquierdas de su época, que defendían a dictadores comunistas—, su vida fue un ejemplo de valentía y compromiso. Pero cometió un error: no siguió el catecismo del buen progresista, no se apuntó a las tesis del buenismo, criticó con dureza la debilidad occidental y dijo lo que ahora ya sabemos, que el multiculturalismo nos llevaba a la derrota como civilización. Y al decir todo esto en voz alta, sin amedrentarse ni autocensurarse, cayó en el pozo de la incorrección política, y sus viejos camaradas de la izquierda la crucificaron.

Y sin embargo, ¡Qué mujer tan valiente y coherente! A los catorce años ya era miembro del movimiento partisano Justicia y Libertad, y mientras su padre estaba preso y era torturado por los nazis en la Florencia ocupada, ella atravesó el Arno con municiones para la resistencia escondidas en una cesta de lechugas. Su nombre de guerra era Emilia. Cuando, en septiembre de 2006, supo que el “alienígena” (como denominaba al cáncer de pulmón que padecía) había ganado la batalla, pidió morir en la torre de Mannelli para poder ver el Arno desde Ponte Vecchio, justo el lugar desde donde cruzaba el río cuando era partisana.

Su vida fue un combate permanente contra los opresores, los tiranos, los totalitarios… En 1961 ya había escrito un libro sobre la condición de la mujer en Oriente, y después de su participación en la guerra del Vietnam escribió Niente e così sia (Nada y así sea), donde hacía una demoledora crítica de todos, tanto de las barbaridades del Vietnam como de los abusos de Estados Unidos y los survietnamitas. No denominó “la locura sangrienta”. Y en 1979 escribió Un hombre, donde contaba la historia de Alekos Panagoulis, héroe de la resistencia griega y amante de la escritora. A la vez, tuvo tiempo de azuzar a los estudiantes norteamericanos, “unos burgueses que invocan al Che mientras conducen los todoterrenos de sus papás ricos”. Estuvo a punto de morir en la matanza de Tlatelolco, una protesta de estudiantes mexicanos que acabó con una cincuentena de muertos. Y a partir de entonces, Oriana Fallaci estuvo en casi todas las trincheras en las que se luchaba por las libertades.

Desde los años sesenta hasta los noventa, fue la periodista más temida del mundo, y de ella dijo Henry Kissinger que había mantenido la conversación más desastrosa de su vida. De Golda Meir a Arafat, de Deng Xiaoping a Indira Gandhi, todos los grandes nombres de la época sufrieron su lengua afilada, pero fue su entrevista a Jomeini la que dejó huella histórica. Pese a que tuvo que ponerse el chador para hacer la entrevista, enseguida quedó claro que Oriana Fallaci no iba a callarse, y en medio de la conversación le soltó que era un tirano y se quitó el chador. La irritación de Jomeini fue tan exagerada que durante años la ponía como ejemplo en los mítines de lo que nunca debería ser una mujer. Y hay que recordar que mientras Oriana tenía claro que ese iluminado islamista era un tirano, muchos progres europeos lo habían visitado en su residencia de París durante el exilio, porque “era el liberador de los persas”. La ceguera está muy extendida…

De todos modos, su combate frontal contra el islamismo empezó con la novela Insciallah, en la que Oriana arranca con el relato del doble atentado suicida de los yihadistas contra las casernas de Estados Unidos y Francia, donde murieron 299 militares. Fallaci conocía bien lo que describía porque había estado en la zona como enviada de guerra, y como ella misma narraría en un libro de autoentrevista, El apocalipsis: Oriana Fallaci se entrevista a sí misma, ese atentado en Beirut fue el infierno: “Vimos a Satanás. Vimos al monstruo con siete cabezas y diez cuernos del que habla el evangelista Juan. Y nos dio miedo. Mucho miedo”.

A partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, su lucha contra el fenómeno totalitario islamista la convirtió en una voz poderosa y al mismo tiempo insolente, y los dos principales libros que publicó, La rabia y el orgullo y La fuerza de la razón, donde, según expresión propia, hacía de niño que señala al “rey desnudo”, causaron un auténtico terremoto. Estos textos descarnados, donde Oriana planteaba los riesgos que sufría Occidente ante el fenómeno islamista, significaron su ostracismo por parte de una izquierda que la convirtió en el origen de todos los males. Su nombre fue menospreciado, casi la tildaron de fascista —ella, que había sido partisana contra los nazis con catorce años— y la mayor parte de los conspicuos líderes de las izquierdas occidentales la tildaron de xenófoba. Es cierto que otras ideas tardías de Fallaci, como su defensa del matrimonio clásico o su rechazo a lo que consideraba “el lobby homosexual”, potenciaron su distanciamiento de la izquierda a la que pertenecía. Pero fue la lucha contra el islamismo la que provocó el odio del progresismo mundial contra ella.
Así fue como acabó sus días, alzando la voz poderosa para denunciar el totalitarismo que nos amenaza, nos ataca y nos mata. Y por hacerlo, fue considerada una proscrita.

Su legado ideológico se podría resumir en cuatro ideas-fuerza, todas ellas en plena vigencia, por desgracia:

− Occidente es débil ante el reto islamista.
− La tolerancia con el nicab y cualquier símbolo de opresión de la mujer solo favorece la destrucción de la democracia.
− La voluntad del islamismo es conquistar el mundo, y especialmente Europa, a la que denomina Eurabia (término acuñado por la escritora judía de origen egipcio Bat Yeór).
− La izquierda ha traicionado por completo su imprescindible papel de denuncia contra el islamismo.

Por supuesto, personalmente tengo algunas discrepancias importantes con su ideario. Por ejemplo, creo que Fallaci se equivocaba cuando ponía todo el islam en el saco del problema. Del islam nace el problema, pero también nace la solución, y creo necesario diferenciar rotundamente la ideología totalitaria de la identidad religiosa y cultural. Pero más allá de este matiz (sin duda importante), hay que aplaudir la valentía visionaria de una mujer que se mantuvo firme, a pesar de la incomprensión de muchos y del riesgo físico, en la defensa de la libertad. Y es que se quedó sola, muy sola, en esta defensa.»

 
Comentarios

magnificas y extraordinarias mujeres, ambas!!!!

Y la que publica el artículo Dori Lustron también ?

Lo que dice PILAR LO VENIMOS PREGONANDO HACE MUCHO TIEMPO, yo una ciudadana del mundo, dije que el islamismo es el NAZISMO DEL SIGLO 21, todos lo saben, pero OBAMA y otros como EL no lo quieren ver,porque temen que no tendrán «nafta para sus autos»,(por decirlo en broma). No se que anteojos recetarles para que vean la realidad con respecto al islamismo, o sera que no quieren usar .-

La mayoría de los idealistas como Fallaci están muy solos, al principio y después también, solo después de su desaparición aparecen muchos ,(sera que sus conciencias se despiertan), adulando su valentía y sus convicciones profundas sobre libertad y justicia.-

El atrevimiento para decir lo que tantos callan, el talento para hacerlo, la valentia para defenderlo, la coherencia para sostenerlo en el tiempo, y ante cualquier situacion, han caracterizado siempre a ésta admirable mujer, de cúya pérdida ha trascurrido ya una década, y cúyo legado permanece entre nosotros como testimónio de decéncia moral e integridad intelectual … lástima que desde entonces, haya quedado relegado al ámbito referencial, y carezca salvo contadas exepciones (porisrael es una de ellas) de continuadores visibles dispuesto a tomar el relevo, en la denuncia del antisemitismo latente que se vislumbra por doquier, de la tiraniá islamista que se agiganta en la medida que retrocedemos ante ella, y nos convertimos en sus rehenes, de la mediocridad y vuelo raso de nuestra clase dirigente, y la cobardia de un discurso errático que procura ocultarse tras eufemismos con tal de no salirse del guion establecido bienpensante y global … a Oriana le repugnaba todo eso, y en la medida que a nosotros tambien, debemos actuar en consecuencia, haciendo nuestra su lucha por denunciarlo sin ámbajes ni cortapisas, aún a riesgo de sentirnos solos incomprendidos, aislados y estigmatizados, como a buen seguro se sintió ella tambien tantas veces …. ser coherente pasa inevitablemente por ahi …

Una grande su último libro lo leí y ya hablaba que Europa se transformaría en Eurabia por la cantidad de musulmanes genia

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