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| viernes noviembre 22, 2024

El juego infinito


 

En la sala de la Biblioteca Nacional de París consagrada a los manuscritos orientales Rabí Marcel Kahan señalaba a Rabí Philippe Schwab la edición persa del siglo XV del Mantic uttair o El lenguaje de los pájaros, cedida en su momento por el Barón de Sacy, su antiguo propietario. Bajo la lámina de vidrio, abierto de par en par, el manuscrito florecía en primaveras diminutas. Su escritura era tan nítida que Marcel Kahan, el lingüista, pudo leer el siguiente pasaje:

-´´Ha dorado los dados de las estrellas para que el cielo pueda, durante la noche, jugar sus opciones. Ha dotado de propiedades diversas la malla del cuerpo; ha puesto polvo en la cola del pájaro del alma y vuelto líquido el océano en señal de servidumbre. . .´´

Rabí Philippe Schwab frotó una uña contra el cristal, admirado por la precisa traducción de su amigo.

-Y sin embargo-recordó-, Einstein dijo que ´´Dios no juega a los dados´´.

-Tal vez quiso decir que no hay casualidades-comentó Marcel Kahan.

-Si crees en el juego crees en la libertad de lo ignorado-prosiguió Rabí Philippe-, y el azar es para ti lo que el Creador reserva para sí hasta el instante previo a cada revelación. Tú arrojas y El escoge.

-También se puede creer en la existencia del dado-sonrió Marcel Kahan-sin pensar, por ello, en las maldades o bondades del juego. Los números no son, en sí mismos, intencionales, pero sus diversas combinaciones lo intentan. ¿A quién le importa que sean las cinco de la tarde del primer día de la semana, que tú tengas treinta años y yo treinta y tres? Sólo se trata, como diría Attar, el autor del Mantic uttair, de una de las ´´propiedades diversas de la malla del cuerpo´´, no del cuerpo mismo.

-Las seis caras del cubo-razonó Rabí Philippe Schwab en voz alta- , como los seis días de la semana, responden a un orden atómico, estructural. Busca la cara opuesta al seis y ¿qué encuentras allí? El uno. Máximo y mínimo son, en el juego, dos caras de lo mismo. El Creador juega con nosotros, somos su tablero, el elástico espacio en el que ensaya sus combinaciones.

-Si así fuera¿ cuál sería entonces su dado?

-¿De veras quieres saberlo?

-Sí.

-Los saltos y sobresaltos de nuestro corazón. La cúbica rosaleda de su fuga de sangre, el giratorio milagro de su regreso del pie a la cabeza.

Bajo el cristal, el hermoso manuscrito de Attar pareció temblar como agua en el agua. Pero era la súbita y alegre humedad que despedían los ojos de Rabí Philippe Schwab  la que creaba ese efecto.

Mario Satz

 
Comentarios

Nada sabemos del por que de las cosas, tan solo intuimos y conjeturamos acerca de ellas …sentimos en nosotros un pálpito de eternidad, que nos lleva a confiar en una suerte de «nuevo amanecer», que nos lleve a despertar a una realidad desconocida de nosotros mismos, movidos por el anhelo de perdurar mas allá de nuestra existencia física, y la secreta esperanza de renacer a una dimension nueva y bajo mejores premisas … en tanto que D- Permanece ÉL un enigma idescifrable, pero no por ello menos cierto .

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