A Hillary se la presupone pro Israel, aunque con una mala opinión del primer ministro Netanyahu. Pero ¿y Trump? ¿Qué opinión tiene realmente de Israel? Su política para Oriente Medio, ¿favorecería a Israel?
La relación entre Trump e Israel y los judíos estadounidenses no es compleja ni complicada. Todo lo contrario, es una buena relación desde hace más de treinta años. Trump ha tenido muy buenas relaciones con los judíos de EEUU y ha sido reconocido por fortalecer las relaciones entre EEUU e Israel.
Como neoyorquino -un porcentaje altísimo de los habitantes de NY son judíos; en todo el estado vivían 1.757.270 en 2014, un 9% de la población total: es actualmente el lugar con más habitantes judíos después de Israel-, como magnate inmobiliario y como showman, su interacción con muchos judíos prominentes e influyentes ha sido notable. Además, su hija Ivanka se ha convertido al judaísmo ortodoxopara casarse con el inversor Jared Kushner.
En lo concerniente a Israel, siempre ha usado su lenguaje directo: I am a big fan of Israel. Ya en 1983 el Jewish National Fund le premió por su dedicación al fortalecimiento de las relaciones entre Israel y EEUU. En 2004 fue el Grand Marshal de la Israel Day Parade. Su amistad con Netanyahu es conocida, y en 2013 protagonizó un vídeo electoral de apoyo a Bibi, en el que dijo nuevamente que era un “gran fan” de Israel. En 2015 The Algemeiner le otorgó el Liberty Award por su contribución a las relaciones entre EEUU e Israel.
Sin embargo, aunque Trump albergue simpatías y currículum en lo que a Israel y a los judíos norteamericanos se refiere, existen varias razones por las cuales el electorado judío norteamericano no le quiere e Israel puede salir perjudicado durante su mandato, por ejemplo su retórica xenófoba, sus salidas de tono populistas y su aislacionismo tirando a hamiltoniano -defensa en el exterior de los intereses estadounidenses-.
En este sentido, el pasado febrero Trump optó por declararse neutral en las negociaciones entre israelíes y palestinos, y en una entrevista con Associated Press descargó la responsabilidad de las negociaciones de paz sobre Israel. Como recuerda Jonathan Adelman en el Jerusalem Post, Trump también dijo que Israel debería pagar por la ayuda militar de EEUU, y que si es presidente se centrará en asuntos internos y que el resto del mundo se apañe como pueda. Ciertamente, no son declaraciones hostiles hacia Israel, sino más bien el reflejo de su estrategia exterior. En su programa electoral, la política exterior no es ni de lejos el punto fuerte. Pero, como apunta Adelman, después de la nominación Trump necesita, por un lado, el voto judío en New York, Pensilvania y California, y por otro lado, ya que no va a seguir financiando su campaña, también necesita a los donantes judíos -aunque son un 2% de la población, las donaciones de los judíos a las campañas suponen un tercio del total-. Por ello, tras ser desginado candidato republicano comenzó a desplegar una retórica marcadamente pro Israel y menos aislacionista en los asuntos que conciernen al Estado judío.
Trump tenía programada una visita a Israel para entrevistarse con Bibi, pero, tras una de sus locas y populistas ocurrencias -que habría que prohibir la entrada de musulmanes en EEUU hasta nueva orden-, canceló la visita y la Oficina del Primer Ministro de Israel emitió un comunicado en el que se mostraba sucintamente en desacuerdo con sus palabras.
En marzo, en la convención anual de Aipac, el lobby proisraelí más poderoso de Washington, Trump tuvo su momento para dejar clara su posición sobre Israel. Dijo que trasladaría la embajada estadounidense a Jerusalén, que apoyará la construcción de asentamientos en Cisjordania y que su primera visita como presidente será a Israel. Además, aseveró que el acuerdo nuclear con Irán es un desastre que arreglará, aunque lo tendrá muy difícil, debido a los mecanismos de reforma y derogación que el Congreso aprobó en la ley que ratificaba el acuerdo.
Eytan Gilboa señala que, efectivamente, Trump siempre ha sido un defensor de Israel, pero que su problema con los judíos de EEUU tiene que ver con sus comentarios salidos de tono y sobre todo xenófobos, que no gustan nada, y con razón, a la muy demócrata judería norteamericana. Pese a que el apoyo de los judíos al Partido Demócrata ha caído un 10% desde que Obama llegó al poder, el porcentaje sigue siendo abrumador: el 61% vota demócrata.
Por su parte, en la revista Forward, muy vinculada al lobby pro Israel de izquierdas J-Street, muy crítico también con Bibi, Jay Michaelsonadvierte de que Trump sería la peor pesadilla, y una amenaza existencial, para Israel, por su inconsistencia, su volatilidad, su extremismo y su aislacionismo. Además de recordar que tiene seguidores antisemitas,el autor hace referencia a algo que evidenció Jeffrey Goldberg: que Trump es un ignorante en lo que al orden internacional que rige las relaciones entre Estados desde después de la Segunda Guerra Mundial se refiere.
No sabemos aún el enfoque que adoptaría Trump en las relaciones internacionales. Lo que parece seguro es que no destinará muchos recursos a arreglar lo que pasa en Oriente Medio, y menos aún al conflicto entre israelíes y palestinos. Su prioridad es clara: America first. Todo apunta, pues, a que su agenda exterior sería muy aislacionista, con lo que los huecos que deje la retirada de EEUU en Oriente Medio iniciada por Obama los aprovecharán con total seguridad Rusia y China. Putin ya se ha puesto a ello y además Trump, cuando explicó los ejes de su política exterior, habló de reiniciar las relaciones con Rusia.
En resumidas cuentas, Donald Trump no tendrá el voto judío, y si es el próximo presidente, aunque EEUU seguirá siendo el principal aliado de Israel, como apuntaba Marco, las consecuencias de su aislacionismo pueden ser perjudiciales para el Estado judío
Votar a ese payaso?