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Una gran parte de la porción de la Torá Haazinu (Oigan) consiste en una «canción» de 70 líneas dicha por Moshe al pueblo de Israel en el último día de su vida.
Llamando al cielo y la tierra como testigos, Moshe exhorta al pueblo «Recuerda los días de antaño / Considera los años de muchas generaciones / Pregunta a tu padre, y él te relatará / A tus ancianos, y ellos te dirán» como Di-s «los encontró en una tierra desierta», los hizo un pueblo, los eligió para sí mismo y les legó una hermosa tierra. La canción también advierte sobre las dificultades de la abundancia: «Ieshurún engordó y pateó / Tu has engordado, grueso, anadeado / El olvidó al Di-s que lo hizo / Despreció la Roca de su salvación» — y las terribles calamidades que ocurrirían cuando Di-s «oculte Su rostro». Sin embargo, hacia el final, él promete, Di-s vengará la sangre de sus sirvientes y se reconciliará con su pueblo y su tierra.
La parashá concluye con la instrucción de Di-s hacia Moshe de subir a la cima del Monte Nevó, desde donde observará la Tierra Prometida antes de morir ahí. «Tu verás la tierra frente a ti; pero no entrarás allí, a la tierra que Yo doy a los hijos de Israel»
LOS ANCIANOS SABEN
“Pregunta a tu padre, y él te relatará / A tus ancianos, y ellos te dirán”
Se cuenta que un niño judío estaba a punto de hacer el Bar Mitzvá y recibió como regalo unos Tefilín. Asombrado preguntó a su padre que eran esas cosas.
“No se” respondió el padre “debe tener algo que ver con el judaísmo. Mejor pregúntale a tu abuelo, él debe saber de esas cosas”.
Lamentablemente esta historia se repite muy frecuentemente. Cada vez son más los padres que sólo conocen la parte superficial y derivan a sus hijos a los ancianos para que se mantenga la conexión con el judaísmo.
SUCOT
Durante cuarenta años, mientras nuestros antepasados atravesaban el desierto de Sinaí antes de entrar a la tierra santa, milagrosas «nubes de la gloria» los rodeaban y cubrían, protegiéndolos de los peligros y malestares del desierto. Desde entonces, recordamos la amabilidad de Di-s y reafirmamos nuestra confianza en su providencia morando en una suca–una choza de construcción temporal cubierta con un techo de ramas—durante el festival de Sucot (Tishrei 15-21). Por siete días y noches, comemos todas nuestras comidas en la suca y actuamos como si ella fuera nuestro hogar. Otra observancia de Sucot es la de tomar las Cuatro especies: etrog (cidra), lulav (palmera), tres hadasim (ramitas de mirto) y dos aravot (ramitas de sauce). En cada día de la festividad (excepto Shabat), tomamos las cuatro especies, recitamos una bendición sobre ellas, las unimos en nuestras manos y las agitamos en seis direcciones: derecha, izquierda, adelante, atrás, hacia arriba y hacia abajo. El Midrash nos dice que las cuatro especies representan a los varios tipos y personalidades del pueblo judío, lo que acentúa la unidad que remarcamos en Sucot. Sucot también se llama La Época de Nuestra Alegría; de hecho, una alegría especial impregna la festividad. Cada noche se realizan Celebraciones de la Extracción de Agua, evocando las noches de alegría en el Templo Santo con motivo de la extracción de agua para ser usada en el servicio del festival, llenan las sinagogas y las calles de canciones, música y bailes hasta las tempranas horas de la mañana. El séptimo día de Sucot se llama Hoshana Raba («Gran Salvación») y cierra el período del juicio divino comenzado por Rosh HaShaná.
La Unidad de Nuestro Pueblo
Basado en las Enseñanzas del Rebe de Lubavitch
Un tema recurrente en el pensamiento judío es la unidad innata del pueblo judío. Se hace énfasis en particular en esta idea durante el mes de Tishrei, el primer mes del año judío, e imparte este atmósfera a las semanas y meses siguientes.
Todos somos parte de un todo espiritual y es únicamente debido al cuerpo físico que se interpone que estamos conscientes de las “diferencias”. En este momento del año, empezando con Rosh HaShaná y Yom Kipur, cuando todos estamos por igual ante D-os, vemos esa dimensión de la unidad judía de una manera muy poderosa.
El festival de Sucot, que se inicia el viernes en la noche (14 de octubre), también celebra esta unidad. Las características básicas del festival son vivir en una Sucá y tomar las “cuatro especies”: Etrog (citrón), Lulav (rama de palmera), mirto y sauce.
Cada una de estas leyes de Sucot expresa el tema de unidad y colectividad. La Sucá misma expresa inclusividad. Todo en ella está rodeado por las paredes y el techo de hojas de la morada. No se requieren credenciales para entrar a ella: todo judío tiene un lugar. De hecho, el Talmud dice: “Sería adecuado para todo el pueblo judío morar juntos en una Sucá” – ¡obviamente un edificio muy vasto!
El Etrog (citrón) es una fruta poco usual, ya que permanece en el árbol y continúa creciendo, a diferencia de otras frutas que maduran y no se desarrollan más. El Etrog puede permanecer en el árbol durante varios años, haciéndose cada vez más grandes. Por lo tanto, experimenta todas las estaciones y representa la unidad del tiempo.
Las hojas de la rama de palmera Lulav son realmente hechas de dos hojas que se unen y permanecen juntas. Esto expresa unidad, como lo hace el hecho de que todas las hojas abrazan la espina de manera compacta.
El Hadas, mirto, está hecho de grupos de hojas, cada uno de los cuales forma un triplete que crece desde un punto en el tallo. Esto también expresa unidad. Finalmente, la Aravah, el sauce, también exhibe unidad social y cohesión. Los árboles de sauce tienden a crecer juntos en grupos cerca del agua, y al mirar sus gráciles frondas, uno se siente como si estuviese mirando una muchedumbre de muchos amigos.
Cumplir las leyes de Sucot nos permite lograr nuestro verdadero potencial. Todas las divisiones entre el pueblo judío son únicamente superficiales: en lo profundo, somos todos uno solo. Esta sensación de unidad es descrita como el ‘receptáculo’ para recibir las bendiciones divinas que nos serán dadas el año que viene. (www.es.chabad.org)
EN MEMORIA DE BARUJ BEN JAIM TZVI HALEVI WINICKI Z´´L
¡¡¡JAG SAMEAJ!!!
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