La corbeta misilistica de la Armada rusa Mirazh fue la primera nave de guerra rusa en navegar el Bósforo en su camino hacia el Mediterráneo, en dirección a Siria, desde que se sello el acuerdo bilateral entre los presidentes Assad y Putin. Con su itinerario, la nave rusa inauguraba el recorrido a la flamante base permanente de Moscú en Siria.
Después de más de tres décadas de conversaciones entre Damasco y Moscú para acordar la construcción de una base naval en Tartus, Rusia finalmente ha logrado su sueño de establecer bases aéreas y navales permanentes en Oriente Medio que, en principio, serán utilizadas por Moscú para fortalecer y defender al gobierno sirio.
«La creación y remodelación de la base naval permanente en Siria marca una gran victoria estratégica rusa frente a una comunidad internacional. Permite a Moscú ampliar su presencia militar regional y fortalece la alianza estratégica con su socio más cercano en Oriente Medio». Así declaro a la Agencia RT un vocero de la cancillería rusa, una semana después de que Moscú dijo que estaba considerando la reapertura de las bases de la era soviética en Vietnam y Cuba.
El anuncio de Moscú es lineal con la protección al régimen de Assad e incluyó el aviso de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU de un proyecto francés que sindica al régimen de Al Assad como totalmente responsable de la crisis de Siria.
La base de Tartus es parte del precio que Siria tiene que pagar a los rusos a cambio de la protección para que el presidente Assad pueda revertir los problemas militares de la guerra civil que lleva 5 años y mantener el poder en un país fragmentado y corroído por la violencia sectaria.
El ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Kuzhugetovich, confirmó a la prensa en Moscú que «se va a construir una base naval permanente en Tartus. Los preparativos están en curso, el acuerdo está firmado y estará operable en toda sus capacidades en el corto plazo».
Los rusos se han mantenido en silencio sobre los detalles del acuerdo que estipula la transformación de la base de Tartus de un taller de mantenimiento a una base exclusiva de operaciones militares. La base naval es la primera que dispone Moscú de forma permanente y sin limitación en el tiempo en el mar Mediterráneo.
La ex Unión Soviética (URSS) intentó en los años ochenta sellar un acuerdo con Damasco para construir una base naval en Tartus. En aquel momento, para La URSS era de importancia vital esa base ya que servía a la protección de las fronteras del sur de las repúblicas soviéticas a la vez que reforzaba su presencia en la región del Oriente Medio y, puntualmente en el Mar Mediterráneo.
Damasco mostró poco interés al principio, pero el aumento de la tensión en la región afectó la postura de Siria. Sin embargo, insistió en que debía ser el ejército sirio quien diera las órdenes ante el eventual lanzamiento de cohetes desde la base. Los soviéticos no aceptaron ese punto y se negaron a eso. Así, aquel viejo proyecto quedo sin resolverse, aunque la presencia de Moscú continuó aun después de la caída de la ex URSS.
El Alto Comité de Negociaciones (HNC) expresó su deseo de conocer los términos del acuerdo final entre Assad y Putin y al mismo tiempo pidió poner fin a los vuelos militares en todas las regiones no sólo Alepo, añadiendo que el Consejo de Seguridad está paralizado y es incapaz de mantener un cese al fuego que permita establecer conversaciones de paz de cara a una transición democrática en Siria debido al veto repetitivo de Rusia.
En el marco de una conferencia de prensa del día martes en Riad, el HCN manifestó en un escueto documento que «considera tanto a Irán como a Rusia países ocupantes dentro de Siria, y a su presencia en territorio sirio como ilegal». Al tiempo que «lamenta el acuerdo del régimen sirio con Moscú para el establecimiento de una base militar rusa por tiempo indefinido en Tartus pues profundizara las acciones militares y favorecerá al gobierno sirio que recibirá sistemas de armas y mas logística rusa para continuar la guerra».
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