[Mujeres israelíes y palestinas marchan hacia el sitio de bautismo en Qasr el-Yahud. ‘Si hay muchas de nosotras y si estamos determinadas, podremos arreglarnos para forzar al liderazgo a hablar’ (Foto: Las Mujeres Libran la Paz)]
Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld
Parecía un espejismo en medio del desierto en ebullición. Cientos de mujeres palestinas, la mayoría de ellas con sus ropas tradicionales, emergieron de decenas de autobuses, reuniéndose con entusiasmo con miles de mujeres israelíes vestidas de blanco. Todas estamos entusiasmadas con esta reunión. Nos abrazamos y nos preguntamos mutuamente la más básica de las preguntas: ¿Cómo te llamas? ¿De dónde eres?
De Jenin, de Belén, de Nablus, de Hebrón, de la cercana Jericó. Mujeres mayores y mujeres más jóvenes, religiosas y seculares, algunas hablando con fluidez en inglés y algunas que se presentan únicamente en árabe, preguntando: ¿Podemos fotografiarnos juntas? En el calor abrasador, nos apretujamos juntas en la pantalla del iPhone.
Llevarán las fotos de vuelta con ellas a Jenin y Belén, a Nablus y Hebrón. Imágenes que nos unen en un día raro, en el que conseguimos creer. Porque cuando les conté a mis conocidos acerca del planeado encuentro en Qasr el-Yahud con 1.000 mujeres palestinas, la mayoría de ellos dudaba. Ellas no irán, dijeron.
Pero vinieron y con entusiasmo, llevaban sombreros blancos sobre sus pañoletas, y algunas incluso llevaban sobre sus vestidos la remera blanca con la inscripción, en hebreo, árabe e inglés, «Las Mujeres Libran la Paz». Y en la espalda: «Elegimos la vida. Exigimos un acuerdo de paz».
Tomadas del brazo, marchamos hacia el sitio del bautismo. El agua del río Jordán es de color amarillento y poco profunda, pero el corazón galopa. La calidez de nuestra cercanía supera al calor del desierto, mientras escuchamos juntas el encendido discurso de Leymah Gbowee, que junto con otras mujeres logró llevar a cabo un acuerdo de paz en su país, Liberia, y nos parece que también aquí es posible juntas. Si hay muchas de nosotras, si estamos decididas y si cooperamos, podríamos conseguir forzar al liderazgo a hablar, a tratar de encontrar – como lo hemos hecho nosotras – lo que nos une en lugar de lo que nos separa, a tratar de construir confianza y dar esperanza.
Los comentarios de Huda Abu Arqoub de Hebrón, directora de la Alianza para la Paz en Medio Oriente, también despiertan interés. En la protesta masiva del miércoles por la noche, afuera de la residencia del Primer Ministro, dijo que vino especialmente de Hebrón para hacernos saber que hay un socio.
Me parece detectar un despertar entre las mujeres palestinas, así como entre las mujeres israelíes. Detecto, tanto en nosotras como en ellas, y dentro de nosotras mismas, un nuevo y diferente discurso. Un discurso que incluye compasión, responsabilidad, preocupación y un destino compartido, sin acusaciones, sin víctimas, un discurso igualitario dirigido a las emociones. Parece como un espejismo, pero todos los que estamos aquí hoy, estamos reclamando el derecho a la esperanza.
Excelente acto. Ojalá se concrete algo. Y espero que estas valiente mujeres palestinas no sean castigadas por sus hombres por esta decisión.