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| lunes diciembre 23, 2024

El veneno  y el antídoto


 

El veneno es palestino y el antídoto, hecho del mismo veneno,  lo tiene Israel. Así de claro. Los que tengan oído que oigan y los que tengan ojos que miren y vean. A cada desprecio musulmán y árabe Israel no hace más que ofrecerles, ¡aún!, trabajo y servicios sociales si acaso son ciudadanos del país, algo que no tiene todo el mundo en Arabia Saudita, por ejemplo los indonesios que hacen las peores tareas y los mismos palestinos que residen en el país hace décadas. Más claro, el agua. Más claro los camiones que a diario llevan alimentos y bienes a Gaza. ¿Para qué sirve un tratado de paz con Jordania si Amán fomenta en la Unesco una declaración no sólo antisraelí sino, en el fondo, antisemita?.   Y, sin embargo, ellos hablan de nuestros sucios pies y de los animales que somos. Cuanto más fracasan más se agranda la herida de su orgullo. Incluso para los venenos islamistas que azotan, espasmódicamente,  a Europa, Israel tiene algunos antídotos y trabaja para perfeccionarlos. ¿Para qué sirve nuestra buena voluntad si la retribución es enseñar a los niños a esgrimir cuchillos asesinos?  La diferencia entre el veneno y el antídoto, que por regla general es el primero procesado y refinado a tal punto que se convierte en una vacuna salvífica, es que el antídoto sirve para sobrevivir y el veneno sólo para matar. El veneno se lleva en la boca, en los famosos colmillos serpentinos, y siempre está punto para inocularse o derramarse por ahí en gotas didácticas de siniestro destino, en tanto que el antídoto se guarda en un congelador o en una simple nevera para cuando sea necesario activar el sistema inmunológico.

            Se dirá que el veneno tiene una naturaleza defensiva, que ciertas especies lo llevan encima para el caso en que sean agredidas. Es cierto, es cierto hasta el momento en que enloquecen y todo su cuerpo, por decirlo de algún modo, se veneniza y por el solo hecho de acumular frustraciones y derrotas crean páramos donde no los había e infiernos en los jardines de infantes. Los palestinos claman que Israel tiene lo que es suyo, lo que les pertenece, pero obvian como sus hermanos musulmanes de otros sitios que perdieron las guerras que comenzaron  por unas tierras que se querían repartir. En cierto modo eso es reconocer el antídoto, a pesar de que éste no pueda ser inyectado hasta que todo el veneno haya sido  regurgitado. El ministro de defensa de Israel, un conocido halcón, ha dicho que si los gazatíes quieren la paz, ¡los judíos están dispuestos a colaborar en la construcción de un puerto y otros bienes públicos en la Franja! Pero todos sabemos que lo que  sus dirigentes actuales quieren es seguir elaborando venenos. Convencer a la Unesco, a la Dudesco y si fuera necesario  también a la Tridesco, que los judíos somos los malos de la película.

            Europa no necesita mucho para recaer en uno de sus males endémicos y que tanta desgracia sembró en su inconsciente. La poca vergüenza que tenía se está evaporando rápidamente y el drama de los refugiados que deberá asumir, masticar y digerir, le hará añorar a sus judíos de entonces, cuando los moros estaban lejos de sus costas.  Pero ya es tarde para ello, las serpientes yahadistas están en sus calles. El Islam ha comprado su voluntad y mina poco a poco sus raíces cristianas. A la Iglesia Católica parece importarle un bledo que las recientes declaraciones de la Unesco hagan caso omiso al hecho de que, y según los Evangelios,  su Jesús predicó en el templo judío y volcó las mesas de los cambistas en un acceso de furia justiciera. Tampoco ha hecho demasiado, la Iglesia, por defender a sus hermanos de fe masacrados en Irak o en Siria. De manera que volvemos otra vez a la sabiduría de Hillel el Viejo: si yo no me defiendo, ¿quién me defenderá?  Y sino ahora, ¿cuándo? El veneno, al menos el de los ofidios, suele ser blancuzco, casi lácteo. El antídoto, incoloro. Su transparencia es un remedio invalorable.

 
Comentarios

Nada escuece mas a quien deliberadamente ha ultrajado, agredido o amenazado , que una mano tendida, y una actitud contenida, en lugar de una respuesta despectiva o agresiva, proporcional al daño causado…nada deja mas en evidencia la vileza de un acto, que la virtud de una contraréplica generosa y sosegada por parte del perjudicado …
Lejos estan los árabes de admitirlo, impedidos como estan por su desmedido orgullo, y el ódio anti-israeli que los consume; pero en sus adentros , perciben sin duda la llamarada causada por la verguenza que abrasa dicho orgullo, mucho mas que lo hariá la respuesta vengativa que en vano esperaban, y no les es concedida …
Israel tiene mejores respuestas que ofrecerles, y distintos modos de actuar … ahi radica precisamente la diferencia, ésa que tanto les desconcierta y mortifíca …

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