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| lunes diciembre 23, 2024

¿Refugiados o ejército de ocupación?


¿Qué hace un ejército de ocupación cuando está instalado en un país? Ocupa el territorio, obligando a sus habitantes a seguir su estilo de vida. Aplica medidas contra los habitantes del país, hace propaganda de sus propias creencias y utiliza la fuerza para imponerlas.

Esto es, lamentablemente, lo que ha estado ocurriendo en Grecia por parte de los migrantes que parecen «olvidar» que han sido acogidos en Grecia y que obligan a los griegos a sentirse huéspedes en su propio país.

Si alguien es un refugiado de guerra, o su vida está en peligro en su país de origen, lo apropiado sería que, cuando llega al país que le ofrece asilo, esté agradecido al país, respete su historia, su gente, sus valores y sus leyes. Lo mismo ocurriría con un inmigrante que quisiera ir a un país donde espera encontrar un futuro mejor.

En Grecia, en cambio, los inmigrantes ilegales –todos referidos como «refugiados» en los medios, supuestamente para tratar de legalizarlos artificialmente en la conciencia moral de los ciudadanos– han estado ocupando espacios que no les pertenecen, empleando la violencia, bloqueando carreteras, delinquiendo contra la propiedad pública, comportándose con agresividad hacia los residentes y la policía, y diciendo que se sienten ofendidos cuando ven símbolos que representan el cristianismo. Los invitados parecen estar tratando de hacerse con la casa.

Hace pocas semanas, 200 norteafricanos y paquistaníes iniciaron una revuelta en mitad de la noche, exigiendo salir de la isla Mitilene. Coreaban: «¡Yihad, yihad!», destrozando los coches de los vecinos del centro de la isla y perturbando a la comunidad local. Los migrantes alegaban que alguien les había contado que siete migrantes habían muerto en un barco, así que se alzaron contra las autoridades. La policía y los trabajadores de las ONG explicaron que era una información errónea, pero claramente los 200 migrantes no tenían ningún interés en escucharlo. Los migrantes estaban dispuestos a librar la yihad porque se habían creído un rumor sobre un suceso sobre el que, de haber sido cierto, el Estado griego y sus habitantes no tenían ninguna responsabilidad. Las autoridades no lograron calmarlos y trataron de hacerles volver a la zona en que vivían.

Resultó que no había muerto ningún migrante; la revuelta había sido un «error», pero la policía y los residentes tuvieron que pasar la noche localizando a refugiados y migrantes por las calles de Mitilene.

Los inmigrantes ilegales dijeron que la información sobre los siete migrantes muertos les había llegado mediante llamadas de teléfono durante la noche. Fuentes policiales dicen, de manera extraoficial, que este incidente tiene todas las marcas de una «operación encubierta».

Unos pocos días después, el 19 de septiembre de este año, de nuevo en la isla de Mitilene, hubo un nuevo estallido de los migrantes del distrito de Moria. Esta vez, la información que les había llegado a los migrantes, y que de nuevo resultó ser falsa, es que iban a ser devueltos a Turquía. Inmediatamente prendieron fuego a casi siete hectáreas de olivos, y también al campo en el que estaban viviendo.

Ahora, 300 migrantes, que habían escapado en una ocasión anterior de su campo y trataron de protestar en el centro de la isla, estaban quemando todo lo que se encontraron en el campo y los alrededores, hasta que la policía los frenó y los hizo volver al campo, donde otra vez intentaron quemarlo todo.

Los residentes vieron sus arboledas de olivos reducidas a cenizas y también gran parte del campo de migrantes, tres contenedores de carga, ropa y calzado.

Algunos de los inmigrantes ilegales se tomaron fotos durante el incendio, y coreaban: «Alá Akbar» [«Alá es el más grande»].

El puerto de la isla de Mitilene se convirtió en un campo de batalla, donde los migrantes, y muchos griegos «izquierdistas», intentaron evitar que el contingente militar arriara la bandera griega frente al viejo puerto de la ciudad. Muchos griegos odian la bandera nacional. Al parecer prefieren los Estados multinacionales sin ninguna referencia a los cimientos nacionales del Estado. Coreaban lemas y lanzaban provocaciones tanto al contingente militar como a la población de la isla Mitilene, que los contemplaba atónita desde el otro lado de la carretera. Era una demostración de poder de los «izquierdistas» y los inmigrantes ilegales. Muchos ciudadanos de la isla de Mitilene, lógicamente, no podía soportar ver cómo los inmigrantes ilegales y otros griegos les provocaban y trataban de impedir el arriado de la bandera. Así que algunos ciudadanos se lanzaron agresivamente hacia ellos y se enzarzaron en peleas callejeras.

En la isla de Mitilene, cada domingo por la mañana, los soldados izan la bandera y, por la noche, una hora antes de la puesta de sol, arrían la bandera. Una semana después de este incidente, miles de griegos se congregaron en torno a los soldados y la bandera del Puerto de Mitilene, y cantaron el himno nacional griego, demostrando su fe y honrando el símbolo nacional. La gente está asustada. Se congrega en torno a la bandera y el ejército porque aparentemente sienten que están perdiendo su patria y su soberanía a manos de los miles de inmigrantes ilegales que han ocupado su isla.

El pasado 26 de septiembre, en la región de Tympaki de la isla de Creta, la gente se encontró por las calles citas del Corán. El texto, firmado por los «Hermanos Musulmanes de la Isla de Creta», decía, entre otras cosas:

  • «Sois el pueblo más antiguo del mundo entero, sólo cuenta vuestra fe, y nadie más tiene derecho a la vida, la muerte y la propiedad de cualquier otra persona que se atreva a cuestionar vuestro liderazgo y que no acepte vuestra fe».
  • «Alá exige a los creyentes que sean los dueños de la tierra donde viven, y sólo ellos pueden tener propiedades, y sólo ellos podrán poseer la tierra».
  • «Alá dijo que debemos conquistar todo el planeta, y los creyentes deben poseer la tierra y los cultivos».
  • «Los no creyentes no pueden poseer la tierra y los cultivos porque nos pertenece sólo a nosotros: los creyentes».
  • «Los no creyentes sólo obtendrán de nosotros –como el sagrado Corán nos asegura– limosnas».

El mismo día, 26 de septiembre, en la región de Asprovalta, cerca de la ciudad de Tesalónica, un hombre de 49 años de origen francés que había llegado a Grecia a través de Turquía fue seguido por agentes de la policía porque se sospechaba que era un yihadista. En el momento en que vio el coche de policía, lo embistió con el coche, exclamando: «Alá Akbar» [«Alá es el más grande»]. El atacante fue detenido y el fiscal del distrito ordenó su deportación.

Hace un mes, los habitantes de Vavilon, un pequeño pueblo de Quíos, otra isla que ha recibido un gran número de inmigrantes ilegales, decidieron tomarse la ley por su mano, porque, al parecer, el Estado no les estaba protegiendo. Los habitantes formaron una milicia para proteger a sus familias y propiedades de los inmigrantes ilegales. Al cabo de una semana, se habían registrado más de diez robos y graves daños contra la propiedad.

Los medios sólo cubren estos incidentes cuando son como los terremotos, cuando uno grande causa grandes desastres; los pequeños, claramente, no son de interés. También se puede observar la misma indiferencia de los medios respecto a los problemas diarios causados por los inmigrantes ilegales. Los medios cubren el tráfico de drogas, los conflictos entre migrantes de diferentes doctrinas islámicas, las rebeliones en los centros de acogida, los conflictos entre países y razas, y las violaciones a niños y niñas menores. El 24 de septiembre, en la zona de Moria de la isla Mitilene, cuatro migrantes de 17 años y de origen paquistaní violaron a un migrante paquistaní menor de edad (de 16 años), y grabaron la violación con sus teléfonos. La policía detuvo a los agresores, que habían estado chantajeando al muchacho antes de violarlo.

Los inmigrantes ilegales también han estado bloqueando carreteras en muchas ciudades, paralizando el tráfico durante horas. Ocupan las carreteras cuando les apetece; la policía no les frena y no se practican detenciones.

El Gobierno griego ha sido amistoso con los migrantes. Los inmigrantes ilegales, en una presunta demostración de poder, han estado pidiendo a los conductores griegos que les mostraran sus carnets de identidad y sus permisos de conducir. Han establecido puntos de control, como hace un ejército de ocupación. El Gobierno y la policía no hizo nada para detenerles. La gente enseñaba sus documentos a causa del gran número de migrantes; los conductores temían evidentemente por su vida y por sus coches, y no querían que las cosas se pusieran más feas. Si se tiene en cuenta que la policía se limitaba a observar pasivamente, los conductores no podían hacer mucho más.

Otro día, los inmigrantes ilegales bloquearon una carretera porque, al parecer, no tenían una conexión a internet lo suficientemente buena en el «centro de acogida para refugiados».

¿Cómo se sentirían los americanos si los migrantes musulmanes ilegales que viven en Estados Unidos dijeran sentirse ofendidos por la Estatua de la Libertad porque no lleva burka?

El arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo, se quitó el pasado marzo el crucifijo, el símbolo del cristianismo, de sus vestiduras durante su visita al puerto del Pireo, con el fin –dijo– de no «ofender» a los migrantes musulmanes.

¿Por qué estamos escondiendo los símbolos de nuestra fe delante de personas que vienen ilegalmente y sin ser invitadas a nuestros países? ¿Qué poder haría a un arzobispo a quitarse el símbolo de su fe, si no es el poder político del país?¿Quién le advirtió de que los migrantes musulmanes se ofenderían por su crucifijo? ¿Qué harían si el arzobispo les visitara con el crucifijo puesto? ¿Lo matarían? ¿Prenderían fuego a la ciudad del Pireo? ¿Librarían la yihad contra la población griega?

El problema en Grecia no es sólo el Gobierno o la mala gestión de la inmigración ilegal. Todos los principales partidos políticos tradicionales de Grecia han estado alentando, directa o indirectamente, la inmigración ilegal y la transferencia de grandes poblaciones musulmanas a la sociedad griega. Obedecen las autodestructivas políticas migratorias de la UE que podrían acabar provocando el fin de los valores helénico-judeocristianos de Europa, como la libertad individual, el pensamiento crítico y la investigación honesta.

Los griegos ya hemos sido aplastados por el islam, por el genocidio del siglo XX en Turquía –que incluso en este momento se dirige contra cualquiera que no sea musulmán, como los cristianos, los alevíes, los kurdos– y la ocupación turca, más reciente, de Chipre, de nuevo con la complicidad internacional.

A pesar de eso, es obvio que a los principales partidos políticos no les interesa proteger a la nación, su identidad o la seguridad de sus ciudadanos.

El establishment de Grecia es una miniatura del establishment estadounidense: políticos e instituciones del Gobierno corruptas hasta los huesos, grandes medios de comunicación y una oligarquía entusiasmada con la globalización. Lo cierto es que a Grecia se le están pagando 198 millones de euros por los refugiados.

El establishment griego padece los mismos síntomas que los regímenes de la Europa Occidental y Estados Unidos. Ya no creen en las bases de la República: «Vox Populi, Vox Dei«: la voz del pueblo es la voz de Dios.

El establishment político, cuando la opinión pública no está de acuerdo con sus políticas sobre la inmigración ilegal y la protección de la identidad nacional, prefiere culpar a los votantes por su inmadurez, su estupidez o su fascismo. Así que, mientras los votantes insisten en conservar su punto de vista sobre la identidad nacional y contra la inmigración ilegal, las élites de Grecia están sustituyendo a la población nativa dándole la ciudadanía a los inmigrantes ilegales.

Esta es su solución a la crisis migratoria y al colapso económico de Grecia, a partir de unas autoritarias políticas fallidas de una UE ni electa, ni a la que se le pueden pedir cuentas, ni transparente. Lo que está ocurriendo en Grecia, como en gran parte de Europa, es un verdadero reemplazo masivo de su población, sus valores y su estilo de vida. Sólo hay un camino para salvar lo que queda de Grecia: el camino británico. Salgamos. Ya.

 
Comentarios

EN TODOS LDOS IGUAL CREO QUE NO ES DISCRIMINAR NO DAR ASILO A NINGUN REFUGIADOS MAS .

Que se jodan !!! Es el`país más antisemita de Europa. Espero que los judíos de vayan a tiempo.

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