En Líbano, el sistema político de poder compartido (consociativismo) dicta que el presidente debe ser cristiano maronita (la Iglesia católica oriental que responde a Roma); el primer ministro debe ser sunita; y el presidente del parlamento, chiita. Los artículos de la Constitución estipulan que en caso de vacío presidencial por muerte, dimisión o cualquier otra causa, el parlamento se convierte en el órgano electoral que debe elegir, sin plazo ni debate, un jefe del Estado, lo que no ha podido concretarse en los últimos dos años y medio, desde el final del mandato de Michel Suleiman.
Hassan Nasrallah, jefe del grupo político-terrorista Hezbollah, anunció hace unas horas que su grupo parlamentario votaría a favor del general Michel Aoun como presidente de la República. «Queremos que la elección presidencial tenga lugar», afirmó Nasrallah en discurso televisado por Al-Manar, el canal oficial de su organización, asegurando que «los 12 diputados de su bloque votarán por Aoun».
Hezbollah lidera la coalición pro-siria denominada el Grupo 8 de Marzo y ha boicoteado durante dos años y medio las 44 sesiones celebradas para elegir al jefe de Estado. Nasrallah explicó también al diario libanés As-Safir que el apoyo del ex primer ministro Saad Hariri a la elección de Michel Aoun «constituye un desarrollo positivo y abre una vía a la celebración de la elección presidencial».
Saad Hariri (sunita), líder anti-sirio y jefe del Grupo del 14 de Marzo, anunció horas atrás que apoyara la candidatura de Michel Aoun. «Declaro mi apoyo al nombramiento del general Michel Aoun de acuerdo con los puntos que hemos convenido», declaro Hariri a la Cadena Future TV. Hariri aseguró que es consciente de que tal decisión lo coloca «frente a un riesgo político grande», pero dijo «estar dispuesto a sacrificar» su popularidad para «no sacrificar al Líbano». Asimismo, recordó que apoyó con anterioridad al líder de las Fuerzas Libanesas, Samir Geagea, y al diputado Suleiman Frangieh sin lograr sacar al país del estancamiento en el que se encuentra desde el 25 de mayo de 2014. Sorprendentemente, también las Fuerzas Libanesas (Owet Lubnanyye en lengua árabe) apoyan a Aoun.
El líder druso Walid Yumblat y su grupo parlamentario, el partido cristiano Kataeb y varios diputados independientes se opondrían en principio a la elección de Aoun. Sin embargo, Nasrallah aseguró que su alianza con el presidente del Parlamento, Nabih Berri (chiita) líder del grupo político Amal («Esperanza», en lengua árabe), es «extremadamente fuerte», a pesar que Berri había anunciado días atrás que su bloque no votaría por Aoun.
En Líbano, luego de la elección del presidente se debe consultar con los miembros del parlamento la elección de un primer ministro con el encargo de que forme gobierno. En una declaración al diario libanés As-Safir, el pasado martes, Berri aseguró que aunque Aoun obtenga la presidencia el próximo lunes, la formación de gobierno podría tardar entre cinco y seis meses.
Nasrallah declaró que no se opondrá a que Hariri sea nombrado primer ministro nuevamente, cargo que tuvo que abandonar en enero de 2011, cuando los los aliados de Hezbollah renunciaron a sus bancas en el Parlamento generando un «golpe de estado blando» que desmorono aquel gobierno encabezado por Hariri.
La resultante de este escenario que se vislumbra, y considerando las tensiones regionales, es que Irán gana la pulseada política a Arabia Saudita, quien resulta el gran perdedor en Líbano.
Según explicó a EFE George Korm, economista y ex ministro libanés, existe un importante factor externo que contribuyó al bloqueo y la acefalia presidencial y ello era «la rivalidad entre Arabia Saudita -que vetaba la candidatura de Aoun- e Irán, que a través de Hezbollah apoya su candidatura». «Aoun es claramente el candidato -cristiano y utilitario- de Teherán y Hezbollah, quien está en la lista de organizaciones terroristas de Estados Unidos. Por lo que Washington seguramente estará atento a los movimientos del próximo presidente libanés».
Un detalle no menos importante es que un oficial de Hezbollah, Mustafá Badredín, y otros cinco miembros del grupo terrorista fueron acusados por el Tribunal Especial para Líbano (TEL), auspiciado por Naciones Unidas, por estar implicados en el asesinato del ex primer ministro libanés, Rafik Hariri, en febrero de 2005. Habrá que ver qué hace el nuevo presidente libanés con estos prófugos con captura requerida por Interpol por ese crimen.
Muchos líderes políticos comunitarios locales temen que con la elección de Aoun, Líbano pueda regresar «al desorden y la guerra civil» que vivió el país entre 1975 y 1990.
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