Por Israel


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| martes diciembre 24, 2024

Los límites de la democracia


 

A nadie le puede caber duda que el sistema político ideal es la democracia, con todo lo que este término implica: Libertad de expresión, libertad de pensamiento, libertad religiosa, poder elegir y ser elegido, poderes separados e independientes, etc.

¿Pero qué ocurre cuando se abusa de las libertades que otorga el sistema democrático? ¿Qué ocurre cuando aquellos que defienden ideologías totalitarias y violentas utilizan la democracia para expresar esas ideologías? ¿Qué ocurre cuando, amparándose en la democracia, la misma que les dio un lugar en el parlamento de un país, utilizan sus inmunidades parlamentarias para no sólo atacar el país cuyas leyes deberían defender, sino apoyar abiertamente a los enemigos de ese país, especialmente en tiempos de guerra? ¿Y qué ocurre cuando un ciudadano de ese país, aprovechando el sistema y las libertades que éste le otorga se presenta en foros internacionales para atacar a su país?
En cualquier país normal del mundo serían privados de su inmunidad, de su ciudadanía y juzgados por traición. Pero evidentemente Israel en ciertos aspectos no es un país normal. Amamos nuestra democracia, estamos orgullosos de ella, pero ese amor y ese orgullo nos llevan a extremos rayanos con lo ridículo.

Parlamentarios que en plena guerra hacían propaganda a favor de los enemigos de Israel, parlamentarios que se definen como palestinos y no como israelíes, ONG israelíes que utilizando fondos provenientes de la AP distorsionan la realidad, mostrando en el exterior una imagen falsa de Israel como país apartheid y potencia ocupante. Y así podría seguir la lista de actos contra el estado, muchos de ellos encuadrados en la figura de traición.

Pero como dije antes, somos democráticos, demasiado democráticos, hasta tal punto somos democráticos que permitimos que la quinta columna enquistada en la Knesset siga usando esa democracia para destruir al estado.

Y hay que poner punto final a esa situación ridícula. No digo establecer una dictadura, de ninguna manera, sino poner coto a aquellos que quieren destruir la democracia utilizando las armas que ésta les provee.

Es hora que se defina esta situación. Si los parlamentarios árabes no se consideran israelíes sino palestinos, entonces que abandonen la Knesset y dejen de cobrar sus sueldos como parlamentarios, sueldos que nosotros pagamos con nuestros impuestos.

 
Comentarios

creo somos un pais demasiado benevolente.

en cualquier pais la apologia del delito se castiga y sigue siendo democracia, pero tambien escuche que israel paga a arabes que son terroristas . puede ser?

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