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| lunes diciembre 23, 2024

Por qué Israel no está conmocionado por los antisemitas en la Casa Blanca

Una visión del mundo que apoya la supremacía blanca coincide con los intereses de nuestro gobierno. Si la gente de Trump está más disgustada por los árabes que por los judíos, hemos hecho un buen negocio.


 

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Israel no parece conmocionado por el nombramiento de racistas antisemitas en cargos de alto rango en la administración del presidente electo de EE.UU., Donald Trump. No es una sorpresa. En primer lugar, no está en nuestro poder cambiarlo. Nuestra completa dependencia de Estados Unidos., nos obliga a callarnos y a contenernos.

En segundo lugar, una visión del mundo que apoya la supremacía blanca coincide con los intereses de nuestro gobierno. Si la gente de Trump está más disgustada por los árabes que por los judíos (los liberales, la gente de Wall Street, los periodistas de la costa este, los amantes de los negros, los amigos de Hillary Clinton), hemos hecho un buen negocio. Trump y sus amigos ven a Israel como una vanguardia contra los bárbaros, y no son exactamente muy observantes.

Para hacerle justicia al gobierno de Netanyahu, permítanme calificar mi declaración diciendo que todas las formas de sionismo tienen la percepción de que cierto grado de antisemitismo beneficia a la empresa sionista. Para decirlo más claramente, el antisemitismo es el generador y aliado del sionismo. Las masas de judíos abandonan su lugar de residencia sólo cuando su situación económica y su seguridad física son socavadas. Las masas de judíos son empujadas a este país en lugar de ser atraídas por él. El anhelo por la tierra de Sión y Jerusalén no es lo suficientemente fuerte como para llevar a millones de judíos al país que aman y haga que se aferren a su tierra.

Como los judíos en Israel anhelan inmigrantes con cierta afiliación a su pueblo, y como el sionismo – como cualquier otra ideología – necesita una constante justificación, tenemos una secreta esperanza en nuestros corazones que una moderada ola antisemita, junto con un deterioro en la situación económica en sus países de residencia, harán que los judíos de la diáspora comprendan que nos pertenecen.

¿Es necesaria la prueba? Nadie va a protestar contra la afirmación de que el aumento del antisemitismo en Francia nos dio cierta satisfacción, en el sentido de «les advertimos, ¿No es cierto?» El fallecido Primer Ministro Ariel Sharon no dudó en hacer esa declaración, enojando al gobierno francés y a muchos judíos que se ven a sí mismos como incondicionales ciudadanos franceses. Miles de judíos de Francia que ven a Israel como un bote salvavidas, como una póliza de seguro, compraron apartamentos aquí y elevaron los precios de las propiedades en las ciudades costeras. Eso es bueno. Demuestra que el sionismo tenía razón.

Por otra parte, nadie puede negar que la crisis económica en el imperio soviético, junto con el antisemitismo allí anidado, fueron la causa de la inmigración a Israel de alrededor de 1 millón de judíos y sus parientes no judíos, la mayoría de los cuales no tienen afiliación a la cultura judía. Tampoco nadie puede contradecir el vergonzoso hecho de que Israel trabajó para cerrar las puertas hacia los EE.UU., cuya apertura podría haber dirigido hacia allí a muchos de estos judíos y a sus familiares, y tal vez incluso a la mayoría de ellos.

No fue el bienestar de los inmigrantes judíos lo que veíamos delante nuestro, sino el reforzamiento del estado. Si bien el acto de bloquear y dirigir a los judíos a Israel es éticamente dudoso, estaba justificado por la ideología sionista que afirma que una normalización de la ubicación judía – en otras palabras, concentrar al pueblo judío en su propio territorio – es lo único que nos salvará de otro Holocausto y, según algunas personas, incluso acelerará la llegada del Mesías.

La cómoda situación de los judíos en Estados Unidos plantea dudas sobre si valió la pena apostar por el establecimiento de un estado judío. La normalización no nos proporcionó, a los israelíes, una existencia normal y no disminuyó el antisemitismo, que ahora está usando algunos de sus argumentos en relación a la manera en que estamos manejando el conflicto con los palestinos. Hay israelíes cuyos padres o abuelos inmigraron a Israel creyendo que aquí es donde terminará el agonizante viaje histórico, y ahora sus descendientes están aprendiendo que la promesa no se ha cumplido.

Con el fin de eliminar estas dudas malignas, sería bueno tener algo de anti-semitismo en Estados Unidos. No un antisemitismo serio, ni pogromos, ni persecuciones que vaciarían a Estados Unidos de sus judíos, ya que los necesitamos allí, sino sólo un sabor de esta picante sustancia, para que podamos restaurar nuestra fe en el sionismo.

 

http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4882021,00.html

 
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