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| lunes diciembre 23, 2024

Sadat en Jerusalén: Una visión tras bastidores


Conferencia de prensa con Sadat. A la izquierda el Primer Ministro israelí Menahem Begin. El autor se ve detrás de Sadat a la derecha.

Hoy 19 de noviembre, 2016 se cumple el 39 aniversario de la histórica visita del Presidente egipcio Anwar Sadat a Israel. El siguiente artículo es un informe de los hechos tal como sucedieron en preparación a esta visita. El autor, el asesor académico de MEMRI Prof. Menahem Milson, profesor emérito de literatura árabe en la Universidad Hebrea de Jerusalén, fue Asesor de Asuntos Árabes ante el gobierno militar israelí en Cisjordania para ese momento y obtuvo un permiso de ausencia de la Universidad. Fue nombrado por el gobierno como ayudante de la comitiva israelí de Sadat durante la visita.

El 19 de noviembre de 1977, el presidente egipcio Anwar Sadat tocó tierra en Israel para realizar su histórica visita de dos días. En los siguientes párrafos, deseo relatar un episodio que pasó desapercibido a pesar de su intensa cobertura mediática a esa visita, un episodio que puede arrojar luz sobre un aspecto poco conocido en la historia de las relaciones entre Israel con los palestinos.

Recuento esta historia no como investigador que confía en el material de archivo, sino como participante y testigo ocular. Dieciséis meses antes de la visita de Sadat, me uní a las FDI como asesor de asuntos árabes en Cisjordania, es decir, como jefe del Departamento de Asuntos Árabes en el cuartel general del área. Del trabajo académico en el campo de la literatura árabe, me moví rápidamente hacia los temas e implicaciones diarias con la sociedad y las políticas palestinas.

Para ese momento, a mediados de los años setenta, la vida pública palestina estaba dominada por la resolución de octubre, 1974 de la Cumbre Árabe en Rabat, según el cual la OLP era el único representante legítimo del pueblo palestino en todos lugares. Nosotros en el Departamento de Asuntos Árabes de Cisjordania, estábamos plenamente conscientes de las trascendentales implicaciones de esta decisión para los palestinos en los Territorios. Sin embargo, esta comprensión no fue compartida por muchos de los responsables de la toma de decisiones en Israel para ese momento, incluyendo a algunos altos funcionarios del gobierno militar israelí y de la institución de defensa, que aparentemente no comprendieron e interiorizaron su importancia e impacto. La razón de este fracaso no está clara. Tal vez fue la tendencia natural de los autoproclamados pragmatistas en subestimar la importancia de las programáticas e ideológicas declaraciones; alternativamente, tal vez se derivaron del simple hecho de que tantas resoluciones provenientes de las cumbres árabes nunca fueron implementadas. En cualquier caso, estos funcionarios no tuvieron en cuenta una calidad única de esta resolución, es decir, que confirmó y consolidó la postura internacional de la OLP como representante de los palestinos. Como era de esperarse, la OLP cumplió ferozmente el esta resolución, amenazando con asesinar a cualquier palestino que se atreviese a desafiarla.

Como muchos recordarán, el anuncio de Sadat de que tenía dispuesto visitar Israel fue recibido con sorpresa y enojo en el mundo árabe, especialmente de parte de la OLP. La prensa árabe en los Territorios reflejó la feroz oposición de la OLP a la iniciativa Sadat y las amenazas contra cualquier palestino que se atreviese a cooperar con ello. Sin embargo, en el Departamento de Asuntos Árabes nos dimos cuenta de que, a pesar de la impresión de que todo el pueblo palestino de los Territorios se oponía unánimemente a la iniciativa Sadat, en realidad hubo amplios círculos que esperaban un cambio político y estaban dispuestos a recibir su visita.

El miércoles 16 de noviembre, 1977 fui instruido por el General Orli, Coordinador de Actividades Gubernamentales en los Territorios, en nombre del Ministro de Relaciones Exteriores Moshe Dayan, a que invitara a varias figuras palestinas de Jerusalén y Cisjordania a que estuvieran presentes en la comitiva de recepción que diera la bienvenida a Sadat en el aeropuerto Ben Gurion. La lista que se me dio incluyó a alcaldes pro-PLO que habían sido elegidos aproximadamente 18 meses antes. Inmediatamente le dije al General Orli, que todas las personalidades de la lista de Dayan rechazarían la invitación. Él respondió con impaciencia, “Dayan conoce a los árabes mejor que tú y dice que aceptaran la invitación”. Debo añadir aquí que Dayan se le conocía por sus muchos admiradores por poseer una visión sobrenatural de la así llamada “mente árabe”. Hice lo que se me dijo, e invité a estas figuras, incluyendo al alcalde de Nablus Bassam Shak’a, al alcalde de Ramala Karim Khalaf y al alcalde de Hebrón Fahd Qawasmeh y, como había anticipado, todos negaron la invitación.

Le notifiqué al Coordinador, quien pronto me contactó y dijo: “El Ministro de Relaciones Exteriores le pide que prepare una lista de personas que usted cree aceptarán la invitación”. Tal como sucedió, tenía una tal lista a la mano. Había anticipado este acontecimiento y me había preparado para ello, porque ya había pasado por una experiencia similar sólo hace unos meses, cuando el Secretario de Estado estadounidense Cyrus Vance visitó Israel y Dayan celebró una recepción en su honor en su residencia. En esa ocasión también, se me pidió invitara a una serie de personas de Cisjordania según una lista preparada por Dayan. Luego Dayan también me pidió que invitara a los alcaldes pro-OLP y rechazó mi evaluación de que estas figuras se negarían. Y cuando realmente rechazaron la invitación, se me pidió urgentemente que encontrara candidatos alternos quienes si la iban a aceptar. Hice esto y una serie de personalidades palestinas asistieron a la recepción del Secretario Vance.

Así que ahora invitamos a varias figuras a la recepción de Sadat quienes se encontraban dispuestas a tomar una posición pública opuesta a la de la OLP y, aceptaron. Hay un detalle digno de mencionar sobre la preparación de la lista. Cuando Dayan me pidió que seleccionara a los invitados palestinos, este agregó una restricción: de no incluir al abogado ‘Aziz Shehade de Ramala, una de las personalidades prominentes de Cisjordania, conocido por su oposición a la OLP y su disposición de negociar con Israel.[1] La insistencia de Dayan de no invitarlo era sintomática en su aversión a las figuras públicas conocidas por su disposición de negociar una paz con Israel. En numerosas ocasiones, hizo conocer públicamente que consideraba el terrorismo palestino y el apoyo al terrorismo como una “respuesta natural”. Por lo tanto, a su manera de ver, esos palestinos que abiertamente demostraron su rechazo al terrorismo no debían ser tomados en serio.

El anuncio del presidente Sadat de que estaba dispuesto a venir a Israel generó tumultos y tensiones entre los palestinos en los territorios. La atmósfera era de aprensión e incertidumbre. Por un lado, existía una inesperada oportunidad para la paz, anunciada por el presidente de Egipto, que desde 1945 había sido el principal patrocinador árabe de la causa palestina. Por otra parte, la OLP, que fue reconocida por todos los países árabes como el único representante legítimo del pueblo palestino, había declarado firmemente su objeción a la iniciativa de Sadat. Los medios de comunicación árabes incluyendo los diarios árabes publicados en Jerusalén- estaban repletos de incitación contra Sadat y la OLP dirigía feroces amenazas a cualquiera que se atreviese a expresarle su apoyo de modo alguno. Uno necesitaba mucho valor personal y un amplio respaldo de su clan, para desviarse de las directivas oficiales de la OLP.

La pregunta de cuáles figuras palestinas deberían ser invitadas para darle la bienvenida al Secretario Vance, o a quienes se le debe invitar a darle la bienvenida al Presidente Sadat pueden parecer cuestiones triviales de protocolo y de hecho lo fueron. Sin embargo, este tema puso de relieve la diferencia sustancial entre dos enfoques políticos: el de Dayan, el hombre que había determinado la política de Israel en los territorios desde la guerra de 1967 y el muy diferente enfoque en el que yo creía y que aplicaba mientras estuve en el cargo.

Sucedió que tenía otra participación en la visita de Sadat. El mismo miércoles 16 de noviembre, 1977 pocas horas después de recibir las instrucciones de preparar una lista de palestinos para la recepción de Sadat, recibí una llamada del secretario militar del Primer Ministro Begin, el Brig. General Ephraim Poran, quien me informó que el gobierno me había elegido para ser auxiliar militar de campaña del presidente visitante. En consecuencia, se me pidió que me uniera a la comisión coordinadora de la visita, presidida por el propio Poran y que también incluyo al director general de la oficina del primer ministro Eliyahu ben Elissar; El comandante del distrito sur de la policía Aryeh Ivtzan; El jefe adjunto del Shin Bet (la Agencia de Seguridad), Avraham Shalom; El jefe del departamento de protocolos de la oficina de relaciones exteriores Rehavam Amir y el secretario de prensa del primer ministro Dan Patir.

Uno de los problemas delicados fue el cómo salvaguardar la seguridad de Sadat durante su visita y durante sus rezos en la Mezquita Al-Aqsa el domingo, antes de su discurso en la Knesset. Ese domingo era ‘Id Al-Adha, la fiesta más importante del año musulmán. En la reunión del comité de coordinación del jueves 17 de noviembre, Poran nos informó que, siguiendo las recomendaciones de los servicios de seguridad y de la policía, se había decidido prohibirle la entrada a todos los fieles del complejo de Al-Aqsa durante la visita de Sadat, a excepción de su séquito y guardaespaldas, los jefes del Waqf musulmán y un pequeño número de corresponsales y equipos de televisión. Esa era la solución planificada al problema de seguridad.

La decisión de prohibirles a los fieles musulmanes rezar con Sadat me pareció equivocada y perjudicial. Pero los otros miembros del comité no comprendieron en principio las implicaciones políticas de esta decisión, es decir, que Sadat fuese visto en las pantallas de televisión de todo el mundo árabe rezando en la mezquita de una manera aislada. Tal escena, del presidente rezando en una mezquita vacía, sería en sí misma una victoria política y mediática para aquellos que llamaron a boicotearle. Por supuesto que entendí las consideraciones de seguridad detrás de la decisión. Pero creí que una solución diferente pudiera y debería ser encontrada.

Señalé a mis colegas miembros del comité que una medida al éxito de este evento sería la cobertura en los medios de comunicación, es decir, tal cómo sería reportado y visto en televisión. Era muy importante, dije, que las imágenes de los rezos de Sadat en Al-Aqsa, justo antes de su visita al Knesset, le mostraran rodeado y aplaudido por muchos fieles musulmanes palestinos. Poran preguntó en broma: ¿Qué propones entonces, Menahem? ¿Crees que puedes entrenar a una unidad de infantería israelí para que recen la oración musulmana y los vestimos en kefiyyehs? “No”, respondí, “estoy hablando de verdaderos fieles árabes musulmanes. Según nuestras investigaciones en los últimos días, existen miles de personas dispuestas a venir a orar detrás de Sadat y vitorearle”. Mis colegas miembros del comité fueron persuadidos por mi argumento, pero la gran pregunta era el qué dirían los jefes de los aparatos de seguridad.

La responsabilidad oficial de los arreglos de seguridad durante la visita recaía sobre la policía, pero en realidad, la decisión dependía del Shin Bet. Tanto Ivtzan, representante de la policía, como Shalom, quien representaba al Shin Bet, dijeron que, en un tema de tal sensibilidad, la última palabra tendría que venir de los jefes de estas organizaciones, el jefe de la policía Haim Tavori y el jefe de la Agencia de Seguridad Avraham Ahituv.

La decisión fue pospuesta hasta el viernes por la mañana. Mientras tanto, mi personal del Departamento de Asuntos Árabes y yo continuamos evaluando el clima público y nos aseguraron de que, a pesar de las amenazas e incitación de la OLP, hubo efectivamente miles de personas que irían a rezar con Sadat si se les daba la oportunidad. El viernes por la mañana, hablé con Tavori y Ahituv y estos aceptaron mi posición y aceptaron dejar que los fieles árabes asistieran a los rezos en la Mezquita Al-Aqsa el domingo. Ahituv propuso dos condiciones. La primera fue que todos los fieles que entraban al complejo tendrían que someterse a un cateo físico. La segunda, en gran parte derivada de la primera, era que el número de fieles se limitaría a 1500. Yo naturalmente estuve de acuerdo y felizmente le informé a Yigal Carmon (mi adjunto en el Departamento de Asuntos Árabes) de que nuestra propuesta había sido aceptada y que debíamos notificar a varias figuras en los distritos de Hebrón y Belén de que podían venir con sus hombres y orar con Sadat.

El sábado por la noche, cuando Sadat aterrizó en el aeropuerto y se acercó a la línea de recepción, varias figuras palestinas de la Ribera Occidental se encontraban en espera para estrecharle la mano, entre ellas el alcalde de Belén, Elías Freij; El alcalde de Beit Jala, Farah Al-A’raj; Mustafa Dudeen del área de Hebrón; dos personalidades de Nablus; y el Jeque Muhammad Ali Al-Ja’bari, el ex alcalde de Hebrón, conocido por sus buenas relaciones con el Rey jordano. Al día siguiente, cuando el Presidente Sadat y su séquito llegaron a la Mezquita Al-Aqsa, este estaba repleto de fieles musulmanes que habían llegado temprano por la mañana en autobuses y camiones desde los distritos de Belén y Hebrón. Cuando este entró en el recinto, se alzó un vitoreo: “Viva el héroe de la paz, sacrificaremos nuestra sangre y nuestra vida por ti, Oh Sadat”. El rostro de Sadat se iluminó y sus compañeros sonrieron satisfechos. Los fotógrafos de prensa y televisión captaron el momento. Al día siguiente, Sadat se reunió con varias de las figuras palestinas que lo habían recibido en el aeropuerto y con otras dos personalidades muy prominentes: Anwar Al-Khatib, gobernador de Jerusalén bajo Jordania y Hikmat Al-Masri de Nablus que había sido presidente del parlamento jordano. A su regreso a Egipto, Sadat declaró: “En Jerusalén conocí a los verdaderos palestinos”. Esta fue una aguda espina dirigida directamente contra Yasser Arafat y otros líderes de la OLP que habían llamado a boicotearlo y una expresión de apoyo y estima por los palestinos que lo habían conocido a pesar de todas las presiones y amenazas.

Epílogo

El principio que me guió en los acontecimientos mencionados arriba y en todo mi trabajo como Asesor de Asuntos Árabes y más tarde como Jefe de la Administración Civil en Cisjordania, es que Israel debe alentar y proteger a los palestinos que favorecen la convivencia con Israel sean estos pro-Jordania o defensores de la independencia palestina. Los episodios descritos anteriormente tuvieron un final feliz. En estas ocasiones, pude ayudar a los líderes palestinos moderados a ocupar los primeros puestos. Sin embargo, estos fueron sólo episodios aislados. La historia completa de las relaciones de Israel con los palestinos moderados no tiene un final feliz. Los gobiernos de Israel, tanto de izquierda como de derecha, rechazaron a Jordania como socio para un acuerdo sobre la Ribera Occidental.[2]Por otra parte, estos trataron con impaciencia y desdén a elementos palestinos que valientemente tomaron una postura en contra de la OLP. Lamentablemente, los esfuerzos para persuadir a los responsables políticos de Israel de que era correcto alentar a elementos moderados palestinos fueron infructuosos.

[1] Shehade fue asesinado el 2 de diciembre, 1985.

[2] Golda Meir y Moshe Dayan rechazaron la iniciativa de la Federación del Rey Hussain de marzo de 1972 y Begin rechazó el plan de Reagan de 1982.

 
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