Bajo las llamas, entre enemigos y socios 

Una impresionante ola de incendios envuelve desde el martes a Israel, con focos diversos de norte a sur. Hasta el momento de escribir estas líneas, varias decenas de miles de habitantes habían sido evacuados de sus casas por la cercanía de las llamas. La mayor parte de ellos, en la tercera ciudad de Israel, la costera norteña ciudad de Haifa, pero ha habido desalojados en muchos sitios más. Los destrozos materiales son importantes y lo peor, más de 150 personas hospitalizadas por inhalación de humo. El gran esfuerzo de salvataje de los bomberos, las fuerzas de rescate, la policía y numerosos voluntarios, hizo posible que hasta el momento nadie haya perdido la vida por el fuego. Pero las imágenes son duras y el corazón se estruja.

Y como tan a menudo, todo ocurre en medio de no pocas contradicciones.

Por un lado, desde un principio se pensó en incendios provocados intencionalmente ya que el clima seco de los últimos días puede explicar la expansión de parte del fuego, pero no el repentino estallido de decenas de focos en puntos tan diversos del país casi al mismo tiempo. La policía dijo bastante rápidamente que » la mayor parte de los incendios parecen haber sido causados a propósito». Al día siguiente, dio un paso más y dijo tener pruebas de varios casos. Este jueves se reveló que en la zona del Carmel en Haifa, se hallaron cuatro focos de fuego prendido intencionalmente. Luego se reveló que había detenidos, jóvenes árabes del norte de Israel. Y finalmente, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu dijo «estamos lidiando con el terrorismo de los incendios».

La investigación precisa de los expertos dilucidará en forma clara, cabe esperar, el cuadro detallado. Nadie parece creer por ahora, sin embargo, que todo esto haya sido una desafortunada casualidad.

Cuando se habla, aún sin dar nombres de nadie ni revelar identidades, de incendios provocados, el pensamiento se dirige automáticamente a árabes de línea radical. Las autoridades no se han manifestado en esos términos sino que solamente han hablado de «incendios provocados». Algunos diputados árabes en el parlamento israelí, que suelen exponer una línea dura de continua crítica al Estado y el gobierno, acusaron a Netanyahu de «incendiar otras llamas de incitación» y de «fomentar el odio», al hablar de «terrorismo de los incendios», alegando que generaliza contra un grupo entero y con ello azuza las llamas. Que nosotros sepamos, Netanyahu ni usó el término «árabes» sino que condenó lo que en el país se está percibiendo como otra forma de atacar a Israel.

Por otro lado, la Autoridad Palestina enviaba este jueves a varios carros de bomberos de la ciudad cisjordana de Jenin en camino a Haifa, a ayudar en los esfuerzos por apagar el fuego. Las discrepancias políticas son una cosa, las mutuas recriminaciones no desaparecen, pero cuando se hace algo bien, hay que tomar conciencia al respecto y saber valorarlo. Y esta actitud de la ANP debe entrar en esa categoría.

Asimismo, varios alcaldes árabes israelíes, el primero de ellos el de la ciudad de Taybe, anunciaron públicamente que abren sus ciudades y aldeas, instituciones públicas, escuelas y casas particulares, para recibir a vecinos, sean judíos o árabes, que debieron ser evacuados de sus casas. «A todos nos duele lo que está ocurriendo y cuando se vive una tragedia así, la política no cuenta», comentaron. Importante gesto a destacar.

Lo que no necesita dilucidarse en ningún tipo de investigación, es la condenable reacción de árabes en las redes sociales y los medios del mundo árabe, también de parte de palestinos, celebrando los incendios en Israel. «La entidad sionista arde» , es el hashtag de moda, acompañado de festejos, agradecimientos a Alá y los peores augurios a Israel.

Y después dicen que la tierra en la que se fundó el Estado de Israel era en realidad suya. Linda forma de querer la tierra, deseándole destrucción. Es por esa actitud ante la vida que los enemigos de Israel están como están, mientras Israel, con todos sus problemas y defectos, continúa avanzando y desarrollándose. Tampoco las llamas de estos días le harán desaparecer.