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| martes diciembre 24, 2024

El final de Alepo


Una vista general de Alepo y el barrio de Al Zabdiya, en la parte sureste, sufriendo un ataque ayer de las fuerzas gubernamentales. AFP

Tras el Holocausto, el mundo clamó «nunca más». El mismo mantra se repitió tras las masacres en la antigua Yugoslavia y Ruanda -que tuvieron amplia cobertura en los medios de comunicación-, así como tras años de matanzas, guerra y millones de víctimas en Vietnam, Afganistán y otros conflictos derivados de la Guerra Fría.

Sin embargo, nunca antes había habido un conflicto tan brutal, tan longevo, con tantos muertos, bandos, y dispersión de la población como la guerra civil Siria, que dura ya cinco años, y en la que han fallecido medio millón de personas. Nunca antes tantos países se habían posicionado con uno u otro bando, para acabar dando excusas por su falta de reacción y el fracaso en los intentos de acabar con la guerra.

Según las últimas noticias Alepo ha caído en manos de las fuerzas gubernamentales, y en las calles los civiles están siendo ejecutados en represalia. El mundo se enfrenta así al paradigma de la muerte y la destrucción en una de las ciudades más antiguas del mundo, que ha permanecido en pie 2.000 años para acabar siendo destruida por bárbaros de la era moderna.

«Nunca hubiera imaginado que nuestras vidas valían tan poco. Hay cadáveres por las calles y ya nadie puede venir a rescatarnos», explicaba una profesora al portavoz de uno de los grupos sirios moderados.

No se puede responsabilizar a un solo país o a una sola agencia como Naciones Unidas del fracaso tanto en las negociaciones de paz como en el intento de cortar el suministro de dinero y armas al régimen de Bashar Asad, o a los rebeldes que luchan contra él.

Todos los países involucrados deberían haber escuchado las palabras de un anciano desesperado a las afueras de la ciudad. «Os lo suplico, sólo rezad durante cinco minutos, o un minuto, quizás Dios oiga nuestras plegarias si todos rezáis por nosotros. Apagad las televisiones, no veáis más las noticias, sólo rezad por nosotros».

Los responsables

Se podría responsabilizar a decenas de estados por no haber puesto fin antes al conflicto, o por no haber sido capaces de abrir un corredor de ayuda humanitaria para aliviar a los civiles atrapados en Alepo desde hace tanto tiempo. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Rusia, Irán, los Estados Unidos, Gran Bretaña, Egipto, Arabia Saudí así como otra docena de estados árabes, y por supuesto el régimen de Asad, son culpables.

Los bombardeos de Rusia, Irán y Siria sobre la ciudad estos últimos días recuerdan a los de Dresde o Guernica. Los ataques han incluido el infame double tap o «doble golpe» consistente en lanzar una primera bomba seguida de una segunda dirigida a los cuerpos de rescate. Incluso los escombros han sido bombardeados una y otra vez.

Los cascos blancos, ese increíble grupo de voluntarios, informaba ayer de que son tantos los cadáveres en las calles que ya no pueden retirarlos. Uno de ellos lo describió como «el colapso de la humanidad».

Hay pocos testigos de lo que está sucediendo, pues la prensa internacional y las agencias de cooperación occidentales se retiraron de la ciudad cuando ésta se volvió demasiado peligrosa.

Ambos bandos han utilizado a la población civil como rehén. Los rebeldes han provocado que quedara atrapada en la ciudad al seguir luchando hasta el último momento. El régimen no ha hecho distinciones entre civiles y rebeldes y simplemente ha bombardeado a todos.

Los rusos sostienen que más de 100.000 personas han huido de las zonas rebeldes hacia las controladas por el Gobierno, y que 2.200 rebeldes se han rendido. Pero el régimen se niega a que agencias neutrales internacionales como la Media Luna Roja realicen un seguimiento y verifiquen si aquellos que han huido siguen vivos o han muerto. Existen informes que aseguran que quienes se rinden son apaleados, encarcelados e incluso ejecutados, pero no hay posibilidad de contrastarlo.

Trump y la conexión rusa

La guerra no acabará con la conquista de Alepo. Los combatientes kurdos y numerosos grupos de militantes islámicos sirios, así como muchos otros de extranjeros, seguirán con la lucha. El Estado Islámico acaba de recuperar la antigua ciudad romana de Palmira y busca vengarse de la destrucción de Alepo, lo que intensificará el conflicto.

Además, la elección de Donald Trump contribuirá a que aumente el caos en la comunidad internacional dados sus supuestos fuertes vínculos con Rusia. Nadie sabe qué tipo de política desarrollará Estados Unidos respecto a Siria, ni si Trump podrá usar su conexión rusa para diseñar una estrategia conjunta que acabe con la guerra civil.

Trump deberá tener cuidado porque cualquier concesión que haga a los rusos en Siria, por ejemplo en su deseo de mantener a Asad en el poder, reforzará la posición de Irán en Oriente Próximo, algo inaceptable para los árabes. Para evitar un resultado así, los estados del Golfo continuarán financiando a determinados grupos rebeldes y mantendrán viva la guerra. A pesar del horror que ha envuelto la caída de Alepo, no hay cimientos para una resolución pacífica del conflicto. El mundo sigue enfrentado respecto a Siria, y la sangría continuará.

 

 
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