«Es lo mismo si Alá nos bendice con la consolidación (del califato) o debemos movemos hacia el desierto desnudo y abierto, desplazados y perseguidos«.
Esas fueron las palabras que en mayo último pronunció Abu Mohammad Al-Adnani, segundo en importancia en el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), en un mensaje difundido por el aparato de propaganda que él mismo diseñó. Quizás el jefe terrorista estaba prediciendo no el expansivo califato que soñó junto a Abu Bakr Al-Baghdadi, sino su inevitable disolución.
Los sangrientos ataques a París y Bruselas representaron un claro quiebre en la actitud de los países occidentales en su lucha contra el terrorismo islámico, más específicamente contra el horror de ISIS. A partir de entonces se incrementaron los ataques aéreos de la coalición en Siria e Irak.
Fue en aquel momento cuando Rusia decidió penetrar en territorio sirio para apoyar al régimen e impedir que el crédito por el exterminio de los yihadistas recayera en otras manos que no fueran las suyas. De paso, contribuiría con la eliminación de los rebeldes que enfrentaban a la dictadura de Damasco. En ese país devastado por cinco años de guerra civil fueron Hezbollah e Irán quienes mantuvieron a salvo a Bashar Al-Assad hasta la irrupción de Vladimir Putin, cuyas fuerzas no eran suficientes ante el levantamiento popular.
Pero, ¿qué ocurrirá con los miles de terroristas que llegaron a Siria e Irak de todas partes del mundo con la promesa de un califato consolidado y de extender el islam por todo el mundo una vez que el Estado Islámico ya no exista? «Muchos si no la mayoría de los combatientes de ISIS se unirán, en forma individual, a las filas de Jabhat Fatah al-Sham (el viejo Jabhat al-Nusra) en Siria, que se convertirá en el más fuerte actor yihadistas en la región«, explicó a Infobae Ely Karmon experto en contraterrorismo del Centro Interdisciplinario de Herzlyia, Israel. La organización radical que nombra el académico es una de las mejor estructuradas del mundo islamista y cuenta nada menos que con 10 mil combatientes.
«Algunos combatientes, y la mayoría de los extranjeros, tratarán de regresar a sus países de origen o a aquellos más abiertos a la inmigración«, remarca Karmon y añade: «Tendrán dificultades en sus intentos porque Turquía cerró su frontera y Jordania tiene defensas eficientes. Las agencias europeas de policía y seguridad tienen ahora buena información sobre quiénes fueron a Siria e Irak y han tomado medidas más estrictas para controlar a los repatriados«.
Pero también, uno de los hombres que mejor entiende el Medio Oriente y el terrorismo internacional cree que muchos de los yihadistas que deben escapar de ISIS, buscarán refugio en «las zonas liberadas» por los talibanes en Afganistán y Pakistán, uniéndose de esta manera a las filas de Al-Qaeda. Una remake de los 90. Incluso, advierte que muchos de aquellos que logren retornar a sus hogares o que aún viven recluidos en Europa y Rusia, intentarán cometer atentados.
«No hay duda de que habrá una ola de ataques terroristas por parte de las células locales y los repatriados en Europa, posiblemente en Rusia y en otros lugares, como reacción o venganza a la destrucción del califato«, alerta Karmon.
Siria, Hezbollah e Irán
Pero en Siria hay otros actores fundamentales. El régimen de Irán y Hezbollah -chiítas- siempre se preocuparon por que Al-Assad continuara en el poder, pese a pertenecer a la minoría alawita. Hezbollah, el grupo terrorista libanés que opera en territorio sirio como un ejército regular, ha sido un apoyo vital para que Damasco no cayera en manos de los rebeldes, y ayudó junto a las tropas de elite de las Fuerzas Quds iraníes en la masacre del pueblo sirio.
A largo plazo, la lucha en Siria le da a Hezbollah la posibilidad de entrenar y luchar en unidades de combate más grandes, convirtiéndose así en una amenaza más seria en la guerra terrestre, incluida la posibilidad de ocupar algunas aldeas en el norte de Israel, ya amenazadas», pronostica Karmon al ser consultado por la larga estadía de Hezbollah en el vecino país desangrado por la guerra civil. Y resalta los nexos que han tejido con el Kremlin: «Los transforma también, junto con Irán, en un aliado más cercano de Rusia con todo esto implica en el nivel estratégico«.
Y es allí, en Siria, donde Jabhat Fatah al-Sham –reforzado con miles de combatientes de ISIS- intentará incrementar su poderío.
Pero Karmon también cree que es posible que ISIS sufra hasta una transformación radical, por la cual «abandone» las armas -en un largo plazo- y busque una salida más «política» a los conflictos que plantea. «Existe la posibilidad de que muchos de los ideólogos yihadistas consideren la ‘era del califato’ como un enorme error». Será en ese momento, considera, cuando esos mismos emires persigan una salida menos sangrienta y más moderada, como en su momento hicieron «los grupos terroristas de izquierda radical, los nacionalistas como la OLP y el IRA después de la caída del imperio soviético«.
¿Y qué hay de América Latina? La buena noticia es que históricamente los yihadistas sunitas y el ISIS han tenido una presencia mínima en el continente», explica Karmon. Sin embargo, no descartó que algunos de los militantes extremistas de esa banda lleguen hasta este hemisferio. «Existe la posibilidad de que algunos yihadistas de ISIS prefieran llegar a Sudamérica evaluando que sería más fácil para ellos infiltrarse a través sus fronteras. Muchos podrían ser aquellos que tienen recursos financieros o experiencia criminal pasada«, concluyó el experto.
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