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| lunes diciembre 23, 2024

Peculiar Solipsismo Israelí


 

Cuando era joven y estudié marxismo, recuerdo que me impactó la posición filosófica del obispo y filósofo inglés George Berkeley (1685-1753) que negaba la existencia del mundo exterior. Su doctrina, conocida como idealismo subjetivo o solipsismo, sostiene que la materia, como tal, no existe, y que es solo un reflejo del espíritu de Dios. Por lo tanto los objetos como tales no existen. No son más que derivaciones de un intangible espíritu universal. Lenin (en la única cita de él que recuerdo hasta hoy) definió la filosofía de Berkeley con una lógica de hierro: «Para vergüenza del espíritu humano, la doctrina de Berkeley es la más absurda y al mismo tiempo, la más difícil de refutar».

       Yo creo que hay una especie de solipsismo en la forma de pensar de muchos israelíes y judíos de la diáspora. En las fronteras de Israel, el mundo se cae a pedazos, dos poderosos países luchan ferozmente por la supremacía en el mundo musulmán. Crueles organizaciones terroristas asesinan a mansalva y torturan miserablemente a niños y mujeres. El líder de un país vecino, apoyado por dos países con intenciones claramente imperialistas, no vacila en bombardear hospitales, escuelas y casas de civiles. Prácticamente el vecino del Norte de Israel es un país en escombros. Cualquier análisis realista de la situación demostraría que éste no es el momento de debatir las soluciones del conflicto palestino-israelí. Pero hay israelíes que entran graciosamente en la trampa de la llamada «comunidad internacional».  No hay nada más importante que los » territorios ocupados» de Cisjordania. Por supuesto, otros territorios ocupados no existen. Por ejemplo, Rusia no ocupó Ucrania, el Tíbet siempre fue chino y no existe una nacionalidad tibetana, Turquía no ocupó el norte de Chipre en 1974 y desde entonces no sale de allí.Esos temas, que podrían resultar inconvenientes para países poderosos, no se discuten. Pero estos solipsistas entusiastas solo tienen una obsesión: combatir al Primer Ministro Netanyahu.

Vamos a entendernos. Yo no soy un entusiasta del líder del Likud y particularmente no me gusta su alianza con sectores religiosos fanáticos y partidarios a rajatabla de la retención por Israel de toda Cisjordania con la población palestina incluida, sin comprender la necesidad vital de evitar la creación de un país binacional que dejaría de ser el Hogar Nacional del Pueblo Judío. Por otra parte, es imposible ignorar que el actual  planteo del tema en el Consejo de Seguridad es un obvio recurso para acorralar a Israel y dificultar todo acuerdo de paz realista, en aras de que se olviden las culpabilidades mucho mayores de otros países en el Medio Oriente. No ver eso es cegarse. Kissinger dijo una vez que en Israel toda política exterior es política interna. Sin duda, Israel es un país muy dinámico en el que suceden muchas cosas. Pero hay que entender que el mundo exterior es demasiado importante, como para cegarse en las pasiones de una vida política demasiado febril y vehemente. Lamentablemente desde su creación la vida de Israel ha estado condicionada por la enemistad de sus vecinos. Israel es un punto minúsculo que es difícil encontrar en el mapamundi. Y por una necesidad vital no podemos olvidar que como reza el título de la famosa novela de Ciro Alegría: «El mundo es ancho y ajeno»

 
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