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| viernes noviembre 22, 2024

El Reino Unido e Israel serán los aliados preferentes de Trump


Un frente común con el Reino Unido ante la Unión Europea y otro con Israel frente a Irán y Palestina que alterarán el tablero internacional y que preocupan en las cancillerías de medio mundo serán las prioridades del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ya está dando los primeros pasos para dejar claras sus intenciones.

Nada más tomar posesión, Trump ya ha convocado en la Casa Blanca a la primer ministra británica, Theresa May, y al primer ministro israelí, Beniamin Netanyahu, dispuesto a compensar las consecuencias del Brexit en la economía británica frente a la Unión Europea y apoyar las políticas más agresivas del Gobierno de Tel Aviv.

Después de una conversación telefónica posterior a la toma de posesión, Trump y la primera ministra británica ya fijaron la visita de la premier para el viernes próximo. Y para acentuar que la amistad tiene carácter de frente ideológico, Theresa May, además de ser el primer líder extranjero que Trump recibe en la Casa Blanca, participará en un cónclave de los congresistas republicanos en Filadelfia. El nuevo presidente estadounidense afirma que su plan es restablecer la estrecha relación que hubo entre Ronald Reagan y Margaret Thatcher en los años ochenta. Trump dice de Theresa May que es “mi Maggie”, en referencia a Thatcher.

Sobre la mesa, dos asuntos principales. El primero, un acuerdo comercial y financiero para suprimir barreras arancelarias y obstáculos de otro tipo que permita a las empresas y los bancos británicos mantener el nivel de operatividad cuando, como consecuencia del Brexit. la Unión Europea les despoje de las facilidades que ahora tienen para actuar en los países miembros de la Unión Europea. El segundo, un frente común en la OTAN para forzar a los demás aliados a aumentar sus gastos de defensa hasta el 2% de su PIB, un compromiso que no cumplen los principales miembros, Alemania, Francia, Italia o España, y que les obligaría casi a doblar su contribución. Será difícil convencer a las opiniones públicas de los respectivos países, sometidos a fuertes restricciones presupuestarias en gastos sociales.

Theresa May confirmó su encuentro con Trump el mismo día que centenares de miles de mujeres protestaban en Washington y también en Londres contra el sexismo del nuevo presidente estadounidense y no tuvo más remedio que dar explicaciones: “Ya he dicho que algunos de los comentarios de Donald Trump sobre las mujeres son inaceptables, pero creo que la mejor declaración que puedo hacer sobre el papel de las mujeres es que voy a estar allí como una mujer primer ministro, hablando directamente con él sobre los intereses que compartimos”. La premier añadió que abordará con Trump la construcción de “una relación especial” entre ambos países “que incluye que cuando surja algo que me parezca inaceptable se lo voy a decir a Donald Trump”.

El segundo interlocutor prioritario de Trump es Beniamin Netanyahu. Hay un encuentro previsto para principios de febrero que supondrá la reconciliación entre ambos gobiernos, tras las diferencias que han presidido la difícil relación de Netanyahu con Obama. Trump y Netanyahu tuvieron ayer una prolongada conversación telefónica. El presidente de EE.UU. ha planteado la posibilidad de trasladar la embajada de EE.UU. de Tel Aviv a Jerusalén, un gesto más allá de lo simbólico que amenaza con alimentar la conflictividad, pero ayer no quiso aclarar si este asunto fue abordado durante la conversación. Un asesor principal de Trump en estos temas es su yerno, Jared Kushner. El Departamento de Justicia ya ha confirmado que el nombramiento de Kushner no viola las leyes antinepotismo y podrá tomar posesión sin problemas. Kushner pertenece a una familia que ayuda financieramente a aumentar los asentamientos israelíes en territorios palestinos.

Cuando en su discurso inaugural Donald Trump resumió su estrategia internacional con el eslogan “America first”(América –o Estados Unidos– primero), que remite a los movimientos aislacionistas de los años treinta, el mensaje fue recibido como una amenaza comercial a los dos vecinos del norte y del sur, Canadá y México. Trump habló el sábado con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, quien aprovechó para recordarle que 35 estados tienen en Canadá su principal destino de exportación. Trudeau y Trump acordaron preparar un encuentro bilateral más pronto que tarde. Se juega tanto Canadá con la renegociación del Acuerdo Comercial de América del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) exigido por Trump, que el primer ministro ha remodelado su Gabinete, sustituyendo a su ministro de Asuntos Exteriores, Stéphane Dion, que se significó como un feroz crítico de Trump cuando todavía era candidato. Asimismo, Trudeau ha reunido algo parecido a un gabinete de crisis para preparar la nueva estrategia de negociación con Estados Unidos.

La inquietud de Canadá no es menor en México. Trump también tuvo una conversación con el presidente Enrique Peña Nieto, que se mostró dispuesto a visitar la Casa Blanca el 31 de enero. Además de la amenaza que supone la renegociación del Tratado de Libre Comercio y las penalizaciones anunciadas por Trump a las empresas estadounidenses que se instalen en México, la cuestión del muro en la frontera, promesa estelar de Trump en campaña, será un asunto que añadirá conflictividad entre ambos vecinos.

La política exterior basada en la consigna “America first”, tal como la plantea el nuevo presidente, abre enormes incertidumbres que están siendo comentadas críticamente dentro y fuera de EE.UU. El diplomático Richard N. Haass, autor del libro Un mundo en desorden, sostiene que la estrategia aislacionista y proteccionista que anuncia Trump obligará a los demás países a replegarse también, “lo que disminuirá la influencia de Estados Unidos en detrimento de sus propios intereses y de la prosperidad global”.

Trump presidió ayer el juramento de los miembros de su equipo de asesores principales en la Casa Blanca y en un breve discurso proclamó: “Vamos a hacer grandes cosas en los próximos ocho años”, dando por descontado que se presentará a la reelección y volverá a ganar. Y añadió un nuevo aviso para los navegantes republicanos: “No se trata del partido ni de la ideología, se trata de servir al pueblo estadounidense… Confiando en nosotros mismos y con la fe en Dios vamos a hacer el trabajo en un gran momento histórico”.

 
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