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| martes diciembre 24, 2024

Caballos de Troya en el Movimiento de Mujeres


[La activista musulmana Linda Sarsour  se jacta de su supuesto disentimiento como «patriotismo», mientras que al minuto siguiente aboga por cortar los genitales de otras mujeres. (Fuente de la imagen: captura de pantalla de vídeo de Seriously.TV)]

Traducido para porisrael.org por José Blumenfeld

Debe ser tan conveniente, mientras se marcha dentro de los confines seguros de Washington DC, abogar a favor de otras mujeres – lejanas – que son mutiladas genitalmente, casadas en su niñez, y golpeadas y violadas en sus propios hogares. Estas mujeres en hijabs que marchan en Washington no tienen que vivir en esta «utopía». Viven cómodamente en el «infiel occidente», protegidas de tal barbarie.

La cultura occidental que permite que mujeres griten frente a micrófonos, ni siquiera es necesariamente la cultura en la que estas mujeres creen; a menudo es sólo una herramienta que utilizan para promover ideas totalitarias como el antisemitismo, la intolerancia religiosa y la imposición de creencias teocráticas.

¿Linda Sarsour piensa realmente que la gente se ha vuelto tan loca que renunciará a las libertades civiles que sus antepasados ​​ganaron a través de los siglos, simplemente por préstamos sin interés?

La hipocresía es que el atrevido estilo de vida de Sarsour en EEUU muestra que en el fondo ella misma detesta las condiciones represoras que promueve para las pobres mujeres del mundo musulmán, que realmente tienen que vivir en esas condiciones. Proveniente de una sociedad musulmana conservadora, sé que la cultura que anhela nunca le permitiría lanzar tal activismo sin el permiso de sus hombres «guardianes». 

Las voces disidentes de los oprimidos luchan en dos frentes. Están siendo aplastados por sus propios regímenes totalitarios y, al mismo tiempo, por los apologistas occidentales de estos tiranos

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¿Por qué las mujeres que creen en la igualdad de derechos para las mujeres, escogen como su portavoz a alguien que en un momento se jacta de su supuesto disentimiento como «patriotismo», mientras que al minuto siguiente aboga por cortar los genitales de otras mujeres? Es como elegir un verdugo para hacer campaña contra la pena de muerte, o que el jefe de ISIS haga campaña por matrimonios del mismo sexo.

Los principios de «disidencia», de los cuales dicen estar tan orgullosas, y que han tomado prestados de fuentes religiosas, son en realidad los valores liberales y los derechos humanos del mundo moderno – simplemente esos valores y derechos que parecen estar tratando de destruir.

Desde el otro lado de sus bocas, sin embargo, están tratando de imponer la ley sharia islámica en occidente. Desafortunadamente, la sharia es abiertamente antagónica de los valores occidentales y los derechos humanos.

¿Cómo pueden los cultos, que creen en dominar a otros, llamarse progresistas, cuando todo su mensaje va en contra del espíritu de tolerancia y convivencia social?

Los defensores de la sharia siempre han dicho que desean establecer una forma «justa» de gobierno, hecha por la ley divina y, presumiblemente con ese fin, implantan su conjunto de reglas – tales como no permitir ningún debate o crítica sobre sus creencias o segregar a los sexos – para destruir a las democracias modernas.

Debe ser tan conveniente, mientras se marcha en Washington DC, abogar a favor de otras mujeres – lejanas – que son mutiladas genitalmente, casadas en su niñez, y golpeadas y violadas – y todo el tiempo, dentro de los confines seguros de Washington, permanecer en silencio sobre cuestiones de abuso verdaderamente masivo: flagelaciones; quemaduras con ácido; cortar miembros o cabezas, o quemar, ahogar o enterrar a la gente viva.

Estas mujeres en hijabs marchando en Washington DC no tienen que vivir en esta «utopía». Viven cómodamente en el «infiel occidente», protegidas de tal barbarie.

Los valores que están disfrutando aquí son los valores del mundo iluminado y no tienen nada que ver con la cultura que tratan de imponer a los demás.

La cultura que les permite a mujeres como Linda Sarsour gritar frente a micrófonos ni siquiera es necesariamente la cultura en la que estas mujeres creen; a menudo es simplemente la cultura que utilizan para promover ideas totalitarias como el antisemitismo, la intolerancia religiosa y la imposición de creencias teocráticas a través de la infiltración o la fuerza.

La cultura a la que Sarsour dice aspirar, permite mutilar a mujeres pero no permite que las mujeres hablen en voz alta, y mucho menos que hablen a través de micrófonos. Por lo tanto, ella le debe sus actuales privilegios a su identidad estadounidense.

El 13 de mayo de 2015, Sarsour declaró en un tweet: «Sabrás cuando estás viviendo bajo la Ley Sharia si de repente todos tus préstamos y tarjetas de crédito se convierten en libres de intereses. Suena bien, ¿no?

Luego escribió, en un tweet del 29 de abril de 2014: «@RobertWildiris Yo no bebo alcohol, no como carne de cerdo, sigo la forma de vida islámica, eso es todo lo que la ley sharia es».

Sería agradable si los únicos requisitos de la sharia fueran evitar el alcohol o el cerdo; ocurre, sin embargo, que hay un océano de lo que se puede y no se puede, que caen en la categoría de «Yo sigo el modo de vida islámico».

Sarsour nunca se molestó en mencionar el océano, pero que el mundo, todos los días, atestigua que existe, desde los palacios sauditas hasta las cuevas de Afganistán y Raqqa.

La cultura que Sarsour desea imponer en el mundo – junto con las promesas de renunciar a los intereses de los préstamos – no permite a las mujeres interactuar con hombres que no sean parientes, conducir vehículos, montar en bicicleta, asistir a eventos deportivos, salir de casa sin permiso o usar maquillaje y ropas que revelen partes de sus cuerpos, y mucho menos pronunciar un discurso ante una multitud.

Las mujeres también necesitarían cuatro testigos masculinos para probar una violación, o corren el riesgo de ser apedreadas hasta la muerte por «adulterio».

¿Sarsour realmente piensa que la gente se ha vuelto tan loca que renunciará a todas sus libertades civiles y a la libertad que sus antepasados ​​ganaron a través de los siglos, simplemente por préstamos sin interés?

La hipocresía es que el atrevido estilo de vida de Sarsour en EEUU muestra que en el fondo ella misma detesta las condiciones represoras que promueve para las pobres mujeres del mundo musulmán, que realmente tienen que vivir en esas condiciones.

¿Cómo podría gustarles, a estas mujeres en hijabs, pasar unas semanas bajo los regímenes totalitarios sobre los que les gusta presumir?

Tres chicas británicas que siguieron la llamada del líder de ISIS, Abu Bakr Al-Baghdadi, se metieron en Siria para unirse a la jihad, sólo para desesperarse por el error que habían cometido; se cree que una está muerta. 

Kadiza Sultana, Shamima Begum y Amira Abase, intoxicadas por la propaganda de ISIS, entraron en Siria para unirse a la santa misión y ser novias de ISIS.

Según se informa, Sultana murió durante un ataque aéreo ruso mientras estaba demasiado asustada para intentar escapar de ISIS, temiendo ser extremadamente torturada y ejecutada públicamente si era atrapada.

Todavía se desconoce el paradero de las otros dos, aparte de raros contactos entre ellas y sus familias.

Sophie Kasiki, una joven francesa que también se las arregló para salir de la fortaleza de ISIS en Raqqa con su hijo de cuatro años, dijo que se arriesgaba a morir si la capturaban tratando de salvar a su hijo. Definió la dura experiencia de estar con ISIS como «un viaje a un infierno del cual no parecía haber retorno».

Según se informa, Samra Kesinovic, una austríaca de 17 años, fue golpeada hasta morir por los combatientes de ISIS cuando fue sorprendida tratando de huir, después de haber sido «regalada» por su pareja a otro combatiente de ISIS como esclava sexual.

La ironía es que Linda Sarsour y sus seguidoras dicen que aman a Hamas y a los califatos como el establecido por Abu Bakar al-Baghdadi, o a regímenes sauditas e iraníes – pero por supuesto no viven en ellos.

Sin duda Sarsour ha sido postulada por hombres para promover su imagen suave, cuando ellos mismos no pueden jactarse de los derechos que les otorgan a sus mujeres.

Proveniente de una sociedad musulmana conservadora, sé que la cultura que anhela nunca le permitiría lanzar tal activismo sin el permiso de sus hombres «guardianes». 

Cómo se olvidó de mencionar que en Arabia Saudita y muchos otros estados musulmanes, su tipo de activismo le costaría a una mujer su familia, su honor y probablemente su vida.

Un tribunal del estado de Washington suspendió la prohibición a los viajeros de siete países, principalmente musulmanes, impuesta por el presidente Trump la semana pasada.

¿Se atrevería algún juez o persona influyente a refutar la orden, por ejemplo, del rey saudita, de un consejo de la sharia de Irán, de un miembro de una familia real de un país de Medio Oriente, de un dictador militar o de los líderes de Hamas que Sarsour aparentemente tanto admira?

Ni siquiera puede imaginarse, en las peores pesadillas, disentir en esos territorios que cumplen con la sharia, pero sí, la disidencia está permitida en EEUU y occidente, donde se permite a las personas expresar libremente sus pensamientos.

Estos no son los valores de las tierras extranjeras que ella profesa admirar; por estos valores lucharon los pueblos de occidente y los ganaron con su sangre.

La relación amorosa unilateral de los progresistas con los extremistas nunca servirá para promover la igualdad.

De hecho, podría ser contraproducente. En Egipto, los hombres conservadores usaron a las mujeres como manifestantes para derrocar al régimen de Husni Mubarak, pero una vez que la Hermandad Musulmana, que encabezó el régimen Morsi, tomó el control, el mundo entero observó, en estado de shock, la imposición de la sharia a todos – sobre todo a todas esas mujeres. El régimen de Morsi, después, castigó a las mujeres que protestaron contra la sharia de estilo iraní que estaba imponiendo.

Los mismos imanes que fueron el motor y eminencia gris detrás de la revolución de Egipto, emitían fatwas [opiniones religiosas] para violar a las mismas mujeres que habían estado marchando en las calles por sus derechos. Según al Arabiyya:

«Un predicador salafista egipcio dijo que violar y acosar sexualmente a las mujeres manifestantes en la Plaza Tahrir de El Cairo está justificado, llamándolas «activistas» que «no tienen vergüenza, ni temor, ni siquiera feminismo…” Abu Islam agregó que estas activistas van a la Plaza Tahrir no para protestar, sino para ser abusadas sexualmente porque querían ser violadas… Y por cierto, el 90 por ciento de ellas son activistas y el 10 por ciento restante son viudas que no tienen a nadie que las controle…»

Alrededor de 80 mujeres fueron abusadas sexualmente en una sola noche, cuando el gobierno de Morsi fue destituido y la gente salió a celebrar su salida.

Esas son las opiniones que Sarsour está tratando de vender.

Los mismos hombres que estas liberales y progresistas están tratando de empoderar, una vez entronizados, las declararían apóstatas y les infligirían los peores castigos imaginables por los «crímenes» que cometen promoviendo el conjunto de valores que piensan que traen armonía al mundo.

Las voces disidentes de los oprimidos luchan en dos frentes. Están siendo aplastados por sus propios regímenes totalitarios y, al mismo tiempo, por los apologistas de estos tiranos a quienes los manifestantes están empoderando – probablemente sin ni siquiera darse cuenta del masivo daño que están haciendo.

Khadija Khan es periodista y comentarista con sede en Pakistán.

 

https://www.gatestoneinstitute.org/9913/islamists-womens-movement

 

 
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