Crece el antisemitismo bajo nuevos ropajes…
Se dicen antisionistas, dicen estar contra el Estado de Israel, al que consideran la “entidad sionista”, pero son los nuevos antisemitas del siglo XXI, igual de cínicos, hipócritas y farsantes que los nazis. Ahora, con esa careta de que tan sólo son antisionistas, tratan de engañarnos, pero sus argumentos, repletos de odio, racismo y xenofobia, nos revelan su verdadera naturaleza. Bajo sus ropajes “democráticos”, y supuestamente tolerantes, se esconden lobos con aspecto de corderos. No son ropajes lo que llevan, sino trapos que cubren su andrajosa andadura moral y cuando quedan al descubierto, pues la verdad siempre triunfa, se descubre su verdadero talante: son unos antisemitas de campeonato, pero vergonzantes pues quieren aparecen como “progretas” ante los demás y la opinión pública. Les da asco mirarse al espejo y ver su mínima catadura moral. ¡Qué gentuza!
Son los mismos que apoyan en las Naciones Unidas las condenas a Israel -más de dos centenares-, los ataques de los terroristas palestinos en las calles israelíes y los que simpatizan abiertamente con movimientos tan fanáticos y bárbaros como Hamas, Hizbolá, las FARC y ETA. Los llaman movimientos de liberación nacional, ¡una mierda!, son vulgares asesinos y terroristas en nombre de una causa fratricida y suicida, un viaje hacia la nada que concluye tan solo en la muerte y el naufragio de su inútil utopía. Miran con lupa, para condenarlos en el fuego de la historia, lo que hacen los países occidentales, entre los que destaca Israel, y hacen la vista gorda a las matanzas que llevan perpetrando los palestinos (más bien árabes) desde hace un siglo y medio contra los judíos.
También se callan cuando se les informa -aunque ya lo saben: son unos hipócritas de carajo- de las matanzas de Hamas contra los militantes de Fatah, de cómo en Irán los homosexuales son colgados en grúas y de cómo el progresista gobierno de su adorado carnicero de Damasco, Bashar al-Asad, utiliza armas químicas contra los kurdos y las poblaciones civiles levantadas en armas. Todo es tolerable menos que Israel celebre elecciones cada cuatro años y otorgue el derecho de voto a los ciudadanos árabes que viven en la única democracia que existe en Oriente Medio. Incluso algo más de una decena de parlamentarios árabes -algunos realmente vomitivos, execrables- se sientan en el Knesset (legislativo) israelí y balbucean su discurso contra la nación que les ha dado todo a cambio de nada. Esos árabes odian a Israel porque pueden expresar su odio libremente, algo que desde luego no pueden hacer en Siria, Irak, Egipto y Marruecos.
Estos “adalides” de la libertad se rasgan las vestiduras porque dicen defender al pueblo palestino y su supuesto derecho a la autodeterminación, pero no son más que unos “progretas” henchidos de rabia, frustración y el estúpido complejo de inferioridad occidental. En cuanto ven una mota de algo que se pueda criticar de Israel, ¡oh Dios santo!, elevan sus gritos al cielo maldiciendo a todos los judíos que hay sobre el planeta y luego, a renglón seguido, dicen que no tienen nada contra los judíos, sino contra la maquinaría asesina y criminal de la “entidad sionista”, ¡cómo si en ese lugar no vivieran judíos! E Israel estuviera poblado por extraterrestres. Pues que les quede claro de una vez por todas: Israel es el hogar del pueblo judío por siempre y para siempre, no hay otro lugar donde puedan vivir los judíos y no lo habrá por nunca más. Si les gusta bien, y si no les gusta, pues que nos dejen vivir en paz y punto. Y si no les gusta Israel, pues muy fácil: que se vaya a donde les reciban.
El cinismo y la hipocresía con respecto al pueblo judío se acabó tras el Holocausto. Seis millones de muertos son suficientes para sus seis millones de sus mentiras. Si dicen amar al pueblo judío, pero no a su gobierno, defiendan a Israel con uñas y dientes, déjense de medias tintas y mentiras a medias, que son peor que las mentiras mismas. La causa de Israel es la de la democracia y la de los grandes valores de la humanidad, no necesita amigos como estos “progretas” que dicen serlo, sino aliados fieles y decididos a dar todo por la causa.
Decía el general Douglas MacArtur que “La historia de los fracasos en la guerra puede resumirse en dos palabras: demasiado tarde. Demasiado tarde en la comprensión del letal propósito del enemigo; demasiado tarde en tener conciencia del mortal peligro; demasiado tarde en lo tocante a la preparación; demasiado tarde en la unión de todas las fuerzas posibles para resistir; demasiado tarde en ponernos al lado de nuestros amigos.” Es hora de estar al lado de Israel, precisamente en el momento en que sobre el mundo se ciernen graves peligros. Irán, pese a haber engañado a Obama y a los dirigentes europeos, sigue amenazando a Israel con su programa nuclear nunca concluido y en marcha. El nuevo antisemitismo, no lo pierdan de vista, es el viejo antisionismo de siempre. No se dejen engañar, son lo mismo.
Lo malo para ellos, es que se les vé venir, pues cada vez engañan ya a menos gente … su disfraz queda al descubierto tan pronto se advierte sus verdaderas intenciones, y lo carcomido de sus mentes …
desde posturas aparentemente «progresistas» anida en ellos un discurso antiguo y rancio, por demas prejuicioso e insostenible ante cualquier mente sensata y debidamente estructurada …
a falta de argumentos que justifiquen su «ideario» se valen de tópicos gastados hasta la saciedad, de aseveraciones infundadas y calumniosas, y de un populismo al por mayor, demagógico donde los haya …
Tristemente aún hoy encuentran los tales acomodo en determinados fóros públicos, y voz entre un cierto tipo de médios, tan tendenciosos hacia Israel, como demuestrean serlo ellos mismos …
Oponerse al derecho que asiste al pueblo judio, de ejercer su soberania como Estado democrático, en su pátria secular, es hacer prueba de un sectarismo indefendible desde cualquier punto de mira que se observe
Abajo pues las máscaras, y basta ya de subterfúgios; Antisionismo equivale a antisemitismo, y éste a su vez, a RACISMO púro y dúro …
¿queda claro verdad?