Apenas Donald Trump entró en funciones como presidente de los EEUU, nombró a su yerno (un ferviente partidario de la colonización de los territorios ocupados) encargado para negociar la paz en el Medio Oriente. Este hecho junto a las palabras vertidas por el magnate durante su campaña electoral, fueron suficientes para que el gobierno de Israel aprobara la construcción de 1.400 nuevas viviendas en Ramat Shlomó, un barrio judío de Jerusalén este, ubicado dentro de los territorios en disputa.
Tan seguro estuvo de que con el nuevo gobierno de los EEUU, había desaparecido el gran obstáculo que resultaba Barack Obama para su política en la Cisjordania (Judea y Samaria), que la coalición de Beniamin Netanyahu aprobó nuevos planes de expansión, como el establecimiento de un nuevo asentamiento para reemplazar el asentamiento ilegal de Amona, que fue desalojado por orden de la Corte Suprema de Justicia. Esta determinación, junto a la autorización para la construcción de tres mil nuevas viviendas en Cisjordania después de haber autorizado otras 2.500, son una consecuencia del júbilo que despertó en las autoridades de Israel el triunfo republicano en las últimas elecciones de los EEUU.
Una verdadera danza expansiva desenfrenada, un delirio producto de una inmensa euforia que hizo ver a los terrenos bíblicos de los ancestros judíos con grandes posibilidades de ser recuperados. Todo esto debido a palabras que en gran parte no se cumplirán.
Las predicciones que indicaban que Trump no llevaría a cabo la política que prometió adoptar durante su campaña electoral sobre el conflicto del Medio Oriente, comenzaron a cumplirse poco después que este magnate fue electo. Así lo indica la primera crítica hacia la construcción de asentamientos israelíes, que la nueva Administración estadounidense acaba de pronunciar. Efectivamente, el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, en una declaración oficial expresó recientemente que “la construcción de nuevos asentamientos o la expansión de los existentes mas allá de los límites actuales, pueden no ser de ayuda para lograr la paz”.
Considero acertado ese concepto. Es necesario suspender todo tipo de expansión en los territorios en disputa, para que Israel demuestre que no tiene intención de anexarlos y que los ofrece para negociar la paz con los palestinos. No obstante, opinoque la paz con ellos en estos momentos, aumentaría el peligro que pesa sobre Israel. El nuevo país árabe con fronteras comunes que se crearía en consecuencia, le restaría posibilidades defensivas a Israel. Irán y poderosas organizaciones terroristas árabes que odian a los israelíes, continuamente amenazan y provocan. Además y por el mismo motivo, los palestinos siempre dirán “no” al final de cualquier negociación como siempre ha sucedido, aunque sean muy ventajosos los beneficios que reciban. Es de recordar que Anwar Sadat, presidente de Egipto, fue asesinado por los mismos árabes después que firmó la paz con Israel en el año 1979.
Dicha negociación solo debe ser iniciada una vez que los árabes vecinos desistan de su macabra intención de aniquilar al país de los judíos, y reconozcan su derecho de existir en el Medio Oriente. Recién entonces se obtendrá la paz que Israel y el mundo democrático amigo tanto anhelan.
Natanya, Israel.
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