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El suegro de Moshé, Itró, oye sobre los grandes milagros que Di-s hizo por el pueblo de Israel, y viene desde Midián hasta el campamento Israelita, trayendo consigo la mujer de Moshé y sus dos hijos. Itró aconseja a Moshé nombrar una jerarquía de magistrados y jueces para ayudarlo en la tarea de gobernar y administrar justicia a la gente.
Los Hijos de Israel acampan frente al Monte Sinaí, donde son informados que Di-s los ha elegido como su “pueblo de sacerdotes” y “nación santa”. Las personas responden proclamando “Todo los que Di-s dijo, lo haremos”.
En el sexto día del tercer mes (Siván), siete semanas luego del Éxodo, toda la nación de Israel se reúne al pie del Monte Sinaí. Di-s desciende sobre la montaña en medio de truenos, rayos, humo y los sonidos del shofar, y manda a Moshé ascender.
Di-s proclama los Diez Mandamientos, mandando al pueblo de Israel a creer en Di-s, no adorar ídolos o mencionar el nombre de Di-s en vano, observar el Shabat, honrar padre y madre, no matar, no cometer adulterio, no robar, no dar falso testimonio ni desear la propiedad del prójimo. La gente dice a Moshé que la revelación es demasiado fuerte para soportarla, rogándole que reciba la Torá de Di-s y luego la transmita a ellos.
COMO UNO
“Israel acampó frente a la montaña” (19:2)
Cada vez que la Torá menciona las ocasiones en que el pueblo judío acampó, se expresa en plural: “Los Hijos de Israel acamparon…”, “El pueblo arribó…”. Pero en nuestro versículo se expresa en singular: “Israel acampó…”. Rashi explica que, mientras en las otras etapas los campamentos estaban plagados de discusiones y divisionismo, en esta ocasión lo hicieron con un solo corazón y una sola intención, recibir la Torá.
Muchas veces se ha dicho que lo ocurrido con nuestros antepasados es un indicio para nosotros.
Si en esa ocasión el pueblo de Israel, al acampar con un solo corazón y una sola intención mereció la revelación suprema en el Monte Sinaí y recibió la Torá. Nosotros, aquí, en nuestros tiempos cuánto podríamos lograr acampando (metafóricamente hablando) con un solo corazón y una sola intención.
La Importancia de las Cosas Simples
No debes ascender a Mi altar por medio de escalones, de forma que tu desnudez no se exponga sobre él. Exodo 20:23
Los sacerdotes vestían pantalones bajo sus túnicas, por lo que sus cuerpos no hubieran estado expuestos al altar incluso subiendo por una escalera. Sin embargo, dado que subir una escalera da la impresión de exponer el cuerpo descubierto, es más modesto usar una rampa. Si D-os nos pide que respetemos los “sentimientos” de piedras insensibles, cuanto más requiere de nosotros que respetemos los sentimientos del prójimo.
El requerimiento de mostrar respeto a las piedras del altar nos enseña a salvaguardar el honor de otras personas incluso cuando ellos no son conscientes de que se les está faltando el respeto, e incluso cuando no tenemos la intención de ofenderlos.
Resulta, entonces, que este último versículo de esta sección de la Torá resume el mensaje de la revelación de D-os en el Monte Sinaí: D-os se encuentra incluso en las cosas más mundanas. Nuestra relación con otras personas forma parte integral de nuestra relación con D-os. Y en el sentido positivo, amar al prójimo es, en realidad, amar a nuestro Creador. (www.es.chabad.org)
Los Diez Mandamientos y la Terapia
Por Eli Hecht
Una señora de un muy buen nivel profesional y cultural vino a mi oficina para solicitarme un consejo. Su conflicto era relativo al matrimonio, su familia y sus responsabilidades. Me comentó sobre su imposibilidad para estabilizar su vida…
Sospeché que había algo más allí. Le pregunté si había pedido ayuda a un terapeuta o psiquiatra. Me contestó afirmativamente. Ella visitaba a un psiquiatra todas las semanas durante los últimos dos años. Ahora su vida necesitaba un cambio rotundo, y como último recurso acudía a la religión.
Le formulé las tres preguntas que habitualmente hago a quienes están bajo tratamiento psiquiátrico u otra terapia relacionada con la salud mental.
1) ¿Su terapeuta es casado o separado?
2) ¿Él cree en Di-s y profesa una religión organizada?
3) ¿Su terapeuta ama a los chicos?
Después de pensar por unos instantes, me dijo lentamente que la respuesta era un NO en los tres casos. Su psiquiatra se había casado ya dos veces y ahora estaba divorciándose de la tercera mujer. No profesaba ninguna religión aludiendo que es represiva y provoca culpabilidad. Por último me explicó que no tenía especial aprecio por los niños porque «ellos necesitan especial atención no tiene suficiente paciencia como para estar atrás de ellos todo el tiempo».
A continuación le pregunté si deseaba seguir casada, a lo que me respondió: «Si, y además amo a mis hijos con toda mi alma».
Entonces le expliqué que quizás había elegido el tratamiento opuesto a su necesidad.
Me vinieron a la mente los Diez Mandamientos. En ellos Di-s nos enseña conceptos muy simples pero muy importantes. Ellos nos enseñan a no codiciar, pero sí a amar, compartir, respetar y honrar.
Estos ingredientes nos ayudan a querer a nuestros hijos, preocuparnos por nuestro cónyuge y tener confianza e intimidad en nuestra pareja. Esto es todo por lo que nosotros luchamos.
Los Diez Mandamientos son la mejor terapia para alcanzar nuestro objetivo.
Aunque los Diez Mandamientos son conocidos por haber sido entregados por Di-s al Pueblo Judío en el Monte Sinaí -en la Festividad de Shavuot que se aproxima- no existe monopolio alguno con respecto a las buenas acciones. El mundo tiene la libertad de tomar prestado y obedecer estos mandamientos.
Terapeutas, científicos, doctores, trabajadores sociales e incluso líderes espirituales son quienes ayudan a los necesitados, mas ellos cargan con la responsabilidad de cumplir los mandamientos y marcar las normas.
Debemos ser concientes de que la sociedad aprende y recibe inspiración, tomando ejemplos prácticos de sus líderes. (www.es.chabad.org)
Amar al prójimo es amar a Di-s. Está escrito: “Ustedes son los hijos de Di-s” (Deuteronomio 14: 1); cuando uno ama al padre, automáticamente ama a sus hijos.
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