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| sábado noviembre 16, 2024

Cinco ingenieros uruguayos construyen la más novedosa planta solar de Israel


 

Megalim-Albatross

Parece salido de una película de ciencia ficción.

Un área kilométrica (llamada el campo solar), cubierta con 50.600 espejos (heliostatos) que se mueven en forma autónoma en cualquier dirección para captar en la forma óptima la luz del sol y la reflejan directamente hacia la torre solar más alta del mundo ubicada en el centro de la planta, en la llamada “Isla de potencia” . Cuando esté terminada, dentro de muy poco, la torre tendrá casi 210 metros. Y cuando icen próximamente hacia su cima  la enorme caldera de 2500 toneladas, cuya altura es la de un edificio de 15 pisos, el punto superior de la torre estará a 245 metros de altura. Será así la segunda estructura más alta de Israel después de la mayor chimenea de la planta de la ciudad de Hadera.

La caldera genera vapor, levanta 565 grados y 180 atmósferas de presión, produciendo energía que cuando la planta ya esté funcionando, proporcionará  a la red nacional el 2% del consumo de todo el país. Su producción será de 320 gigavatios/hora al año, suficiente para abastecer el consumo de unos 110.000 hogares durante un año, una cantidad considerada muy importante para un solo proyecto.

Se trata de la planta de energía solar Ashalim, ubicada en el desierto del Negev, un proyecto de 650 millones de dólares, en cuya construcción se destacan cinco ingenieros uruguayos, los más jóvenes de toda la planta, que estará  lista a fin de año. En la obra trabajan israelíes, argentinos, un serbio, portugueses, franceses, alemanes, un brasileño alemán, norteamericanos, ingleses, españoles, italianos, beduinos israelíes y palestinos de Cisjordania, entre otros.

Al frente de todo este emprendimiento, nada más ni nada menos que como Director del proyecto, está Jacinto Durán, que a pesar de no haber cumplido aún  siquiera los 40, ya tiene gran experiencia en diferentes partes del mundo. Satisfecho con el trabajo y con la  vivencia israelí toda, vive desde setiembre del 2014 en Tel Aviv, junto a su esposa y su hija nacida en Israel, que acaba de cumplir 2  años.

Su impresión de Israel, del trabajo que se está realizando y de la vivencia toda en lo humano, personal y profesional, la explica en términos altamente positivos. Le pedimos un resumen y lo plantea con claridad. “En cuanto a esta planta, yo creo que lo importante es, primero, el empujón que Israel decidió darle a las renovables y a la energía solar en particular, el hecho que de alguna forma también toda esta energía solar es desarrollada por Israel. Y, después, yendo a los uruguayos que estamos acá, es el hecho de saber que se puede y que es un tema de salir de la zona de confort, de animarse a hacer cosas nuevas en las que uno cree y por las que está apasionado”. Y agrega: “Uno no se da cuenta en el día a día, pero cuando mira uno o dos años para atrás uno capta todo lo que creció y aprendió en ese período. Personalmente siento que los dos años que pasé acá hasta ahora han sido de un aprendizaje brutal”.

El número dos es Martín Chalar (37) , Director de Construcción y Puesta en Marcha, que hace ya ocho años está trabajando en el exterior, y hace dos se instaló en Israel, tras varios años en tres plantas diferentes en Estados Unidos.  Vive en la localidad de Meitar con su esposa y su hija de 3 años.

Jacinto habla de él con gran aprecio profesional. “Martín tiene un rol muy importante, es el responsable máximo de todo lo que ocurre acá, la seguridad, la calidad, la organización del trabajo. Y se aprecia muchísimo su forma de trabajar, siempre logrando el entendimiento”.

Gonzalo Casas (31), que también está en Israel con su esposa, habiendo optado por vivir en Beer Sheba, es el encargado de Montaje Mecánico . Fascinado con el país y su gente y tan enamorado del trabajo como sus  compañeros, siente que se enriquece diariamente con el proyecto.  “Hay aquí gente profesionalmente muy buena, que nos lleva a nosotros a desafiarnos más, a aprender más”, explica Gonzalo. “Te llevan al límite. Yo nunca había visto un proyecto en el que tengamos que ir tan al  detalle de los contratos, se lo saben al pie de la letra. Acá es día a día ir al detalle, algo que deriva al parecer tanto del enfoque israelí como del de General Electric”.

En su equipo y bajo su autoridad, trabajan los otros dos ingenieros, sus ex compañeros de estudios en Montevideo, Noelia Maciera (31), originaria de Salto   y Nicolás Rocha (30), que además son pareja . Tuvieron la suerte, luego de dos años separados mientras él ya trabajaba fuera del país y ella seguía estudiando, de haber podido sumarse juntos a proyectos en el exterior. Trabajaron en Chile, Polonia, Omán y luego  comenzó la aventura israelí que Noelia describe como “un gran desafío que me encanta”.

Noelia tiene a su cargo la segunda caldera de la planta, que funciona a gas y que  es usada como alternativa al calentamiento central, cuando por algún problema como ser un día nublado, no se puede aprovechar en forma óptima la luz del sol. Nicolás, por su parte, está encargado de las tuberías, aunque parece admirado en especial por la torre solar, siendo esta planta la primera en la que trabaja con esta tecnología. “Es algo único en el mundo, es lo más diferente ya que  toda la parte del bloque de potencia es más o menos lo habitual, pero subir hasta allá arriba es totalmente nuevo”.

Para Noelia, el entusiasmo es más generalizado todavía porque es la primera vez que trabaja con energía solar. “Me gusta muchísimo, ya puedo decir que es uno de mis proyectos favoritos”. Además, siente que por ser mujer “me cuidan más, lo veo claramente”. Y le hace gracia que algunos compañeros de trabajo, sabiendo que Uruguay es un país chico, al ver a cinco uruguayos en el proyecto le preguntan “si todos se vinieron para Israel”.

La planta Ashalim  se construye en el marco de una concesión que el Estado de Israel dio por 25 años a un conglomerado llamado Megalim, formado por General Electric y Brights Source (cada una de ellas con algo más del 25% de las acciones) y el fondo inversor israelí Noy, que tiene el resto y participa únicamente como socio capitalista. GE y BS son las encargadas del diseño, construcción y operación de toda la planta. Y los cinco ingenieros uruguayos fueron contratados por General Electric.

El primero contratado, como Director de toda la planta, fue Jacinto Durán, quien trajo a Martín Chalar. Luego llegó Gonzalo Casas y finalmente, la pareja, Noelia y Nicolás. Jacinto conocía a Martín y a Gonzalo, con quienes había trabajado varios años en Estados Unidos, y de Noelia y Nicolás había recibido buenas referencias. “La verdad es que me alegré cuando se dio la oportunidad de traer a algunos de los muchachos para acá, están haciendo un trabajo genial”, dice Jacinto.

Comentamos a Durán lo impactante que resulta saber que cinco ingenieros uruguayos están jugando un papel tan clave en un proyecto de la envergadura de la planta solar, que mientras la recorríamos, nos parecía inabarcable. Y combinando lo que captamos de inmediato que irradian todos ellos, seguridad y al mismo tiempo sencillez, responde: “El profesional uruguayo no solo es una persona capaz, sino que también tenemos hábitos de trabajo que son muy buenos. La garra existe de verdad, no es solo un mito y no aplica solo al fútbol y vos ves ese sentimiento de no darla por perdida, de seguir peleando, de que si las cosas no salen no importa y se sigue”.

La cohesión del grupo es clave, además de la exitosa inserción que han logrado en el proyecto todo.

“El tema de armar el equipo llevó mucho, no es fácil, por eso también yo empujé mucho para poder traer gente con la que ya había trabajado antes y que ya sabía lo que me podían dar”, nos dice Gonzalo. “Creo que también al hacer muchos años que trabajamos juntos, ya hay un sentimiento de unión, de equipo y de trabajo. Ya cada uno sabe qué es lo que tiene que hacer dentro de este equipo y como que las cosas se dan bastante suaves, se van dando solas. Yo ya sé qué es lo que hacen ellos y estoy completamente tranquilo al respecto”.

Noelia amplía este punto. “Creo que esto va por un punto de orgullo y de convicción. Estamos todos convencidos que esta obra es un aporte, que es algo que está muy bueno. A mí, personalmente, que sea de energía renovable  me motiva mucho más”. Compartir un objetivo común, aclara, es un motor que da fuerza. “Todos estamos convencidos que tenemos la misma meta, que es terminar esto cuanto antes y hacerlo lo mejor que podamos. A mí me pasa con mi equipo de trabajadores que lo vemos, todos vienen a trabajar convencidos de esta obra, que es buena, que les gusta. Ves en todos lados que hay cariño hacia la planta”.

Y con una sonrisa, que despierta otras en sus compañeros de trabajo, comenta: “Yo lo digo en broma, pero el equipo que estoy montando es mi bebé, porque además imagínate que esta torre nosotros la vimos cuando tenía solo un metro, la vimos ir creciendo. Un asesor israelí que viene cada tanto dice que le encanta porque siente como que es un jardín donde las cosas florecen, cada vez que venía había más espejos y más cosas. Eso te hace sentir un poco más orgulloso y te convence más de estar aquí, de toda esta  experiencia”.

A fin de año, en principio, terminará el capítulo israelí en la vida de estos cinco ingenieros uruguayos. A juzgar por sus impresiones hasta ahora, quedará en sus corazones para siempre, como importante desafío profesional y significativa experiencia humana.

La vivencia israelí de los ingenieros uruguayos en Ashalim

(Ana J.)

Cuando a Noelia Maciera le sugirieron viajar con Nicolás a participar en la construcción de la planta de energía solar en el sur de Israel, lo primero que dijo, sin dudar, fue “no”. Hoy ríe al recordarlo y casi se disculpa.

“La verdad, por ser plenamente sincera, el preconcepto lo tenía entero conmigo. Dije al principio que no, pensando en los misiles, las bombas y la falta de seguridad. Pero luego me puse a pensar que estoy siendo injusta con Israel por juzgar sin conocer. Lo que aprendimos justamente de trabajar afuera es que generalmente los preconceptos no reflejan la realidad. Me tomé un vuelo para ver y a las dos horas ya entendí que me encantaba”.

La primera impresión no fue un gran análisis sociológico ni cultural de Israel, sino lo hermoso de sus playas, que además, tomando en cuenta que ella y Nicolás venían de Polonia, les parecieron maravillosas.  Eso había impactado también a Gonzalo Casas, que hoy justamente está pensando en mudarse de Beer Sheba a Ashkelon para estar frente al mar.

Gonzalo recuerda que tuvo que insistirles para que acepten viajar a Israel y ver si les gusta.  “Tuve que convencerlos, les dije que vengan un fin de semana y conozcan”, recuerda. “Directo del aeropuerto los llevé a cenar en Gordon, en Tel Aviv, y funcionó”, dice sonriente. En cuanto a la playa que también a él tanto le gusta, asegura que le recuerda la rambla de Montevideo.

“Pero claro que no sólo la playa”, dice Noelia. “Enseguida me pareció que  la gente es muy cálida. Nos pasó de estar en el aeropuerto, parados solos, y que gente se nos acerque a preguntar en qué nos pueden ayudar, si estamos perdidos. No me había pasado en ningún otro lado”. Esto, especialmente tomando en cuenta que había imaginado “una sociedad más estricta  y restringida”, le impactó para bien.

Nicolás recuerda que cuando estaban por viajar a Israel, en junio del año pasado, fue cometido el atentado terrorista en el mercado Sarona en Tel Aviv, en el que murieron cuatro civiles y otros siete resultaron heridos. “Viajamos personalmente a Uruguay a contar a nuestros padres y ellos nos sorprendieron quedando encantados con la noticia”, recuerda. Resultó que los padres de ambos tenían conocidos algunos de cuyos hijos habían vivido en Israel “y estaban fascinados”.

Hoy es Noelia la que intenta convencer a otros.

“Yo a todos los que me llaman y me preguntan les digo mi casa está abierta, vénganse ya. Me siento muy cómoda, me gusta mucho y me gusta la diversidad que hay. Geográficamente me parece impresionante que en tres horas de auto te podés recorrer una playa, una montaña , desierto…está el Mar Muerto. Pero es sensacional en muchos sentidos”, resume.

Al mismo tiempo, son conscientes de aquellos aspectos que difícilmente puedan parecer comunes y corrientes a quien no conocía Israel.

“Es un poco chocante tener un bunker en tu casa”, dice Gonzalo en referencia a la pieza blindada que existe en cada departamento, construida de modo que garantiza protección en caso que impacte un misil. Para él, que vive en Beer Sheba, donde ya ha habido ataques de Hamas con cohetes, esa habitación es clave.

Noelia acota que en efecto “hay cosas que a nosotros nos cuesta un poco entender y asimilar, como ver gente con arma en un shopping. Pero como todo, es costumbre, es ver que no pasa nada”. Nicolás acota: “En  el supermercado estás comprando naranjas y al lado tenés un muchacho con un arma”. Todos acompañan riendo.

Al  frente de un proyecto singular

Ing. Jacinto Durán (39), casado, una hija de 2 años nacida en Israel.

Director del Proyecto.

Vive en Tel Aviv desde setiembre del 2014.

 

Ing. Martín Chalar (41), casado, una hija de 3 años.

Director de Construcción y Puesta en Marcha

Vive en Meitar desde hace dos años.

 

Ing. Gonzalo Casas (31), casado.

Director de Mecánica .

Vive en Beer Sheba.

 

Ing. Noelia Maciera (31)

Trabaja en la parte de Mecánica.

Vive en Beer Sheba desde hace siete meses.

 

Ing. Nicolás Rocha (30)

Trabaja en la parte de Mecánica.

Vive en Beer Sheba desde hace siete meses.

 

La experiencia de Gonzalo

Ana J.

Gonzalo resume lo que va de su vivencia israelí, en términos más que positivos:

 

“Cuando nos ofrecieron venir nos pareció de entrada que sería una linda oportunidad, dijimos que sí y a los tres meses ya estábamos acá. Llegamos con mi señora hace un año, de Estados Unidos donde habíamos estado tres años  y medio. Mi señora, que se llama Estefanía,  está aprendiendo hebreo en un ulpan, fascinada con el idioma y es impresionante lo fácil que le resulta. Cuando salimos ella es la que se encarga de hablar.

Acá el problema es que ella no tiene visa de trabajo por lo cual se le hace un poco más difícil. Pero ha hecho muchos amigos por ejemplo en el ulpan. Hay un desfile de gente en casa. En el país hay mucha gente nueva y entonces uno siente que vive lo que muchos otros están viviendo o ya vivieron. La gente aquí, imagino que por eso, es muy acogedora, tanto judíos como no judíos.

Tengo algunos amigos de la comunidad en Uruguay y lo que yo veía en ellos allá, lo veo en la gente acá. Que son cercanos, que enseguida se ponen a disposición si precisás algo, una característica que la vi clarísima. No me  sorprendió.  Eso lo noté  de entrada.

Algo que noto también es que la gente enseguida te pregunta qué nos parece Israel, qué nos gusta del país. Y ofrecen que uno llame si necesita algo, que creo que viene también por el lado que uno se sienta cómodo en el país y porque comprenden qué es sentirse nuevos y quieren hacer que uno se sienta lo mejor posible”.

 

El resumen de Martín Chalar

 

Hace ya casi ocho años que Martín está trabajando fuera del país, una idea que siempre tuvo, desde jovencito. Ahora que su hija Catalina ya tiene tres  años y se extraña mucho a la familia, la idea es que cuando ella esté por comenzar la escuela, hayan regresado con la pequeña y su esposa a Uruguay.

Originalmente la idea era viajar por un par de años pero finalmente, luego de un tiempo en Arizona, pasó a Chicago, a Washington y de allí a Israel, siempre como ingeniero civil en obras importantes.

“Catalina extraña muchísimo, ve un avión y dice Uruguay. Es que extraña la dinámica familiar,  porque mientras yo organizaba la mudanza de Estados Unidos a Israel, ella estuvo mucho tiempo con la mamá en Uruguay, con la familia,  y ese contacto familiar muy fuerte, se siente”.

Hoy, esponja que absorbe todo, como todos los niños, Catalina ya habla hebreo, inglés y español.

Y entre la vida familiar y profesional, el resumen de Martín es más que positivo.

“Israel me parece bárbaro. La gente es muy parecida a nosotros comparado con como yo me sentía en Estados Unidos. En Israel me siento identificado. Y la gente con nosotros es fantástica, no tengo ninguna queja. Desde los vecinos hasta la gente en los restoranes, los bares, la gente en la obra. Siempre lo hacen sentir a uno bienvenido. La gente acá está muy acostumbrada a ver extranjeros  y uno se siente bien”.

Al mismo tiempo aclara que “Israel es un país extremadamente duro para gente que no es israelí y que no puede hacer la aliá”, aclarando a que se refiere a “dureza en la adaptación, en el día a día de los trámites, de ir al banco y no entender absolutamente nada”. Agrega con una sonrisa “y el  tránsito más caótico que lo que estábamos acostumbrados”.

Una complicación es que su esposa no tiene visa de trabajo. “Pero nos hemos adaptado muy bien. Aparte del tema familiar, o sea la falta de la familia de Uruguay,  y del trabajo de mi esposa, como país esta es una experiencia fantástica”.

Conociendo el país no sólo como turista, Martín lo analiza desde adentro.

“Me impresionó el empuje que tiene Israel, distinto de lo que conocemos en América Latina. Aunque hay una polarización bastante pronunciada respecto a la política, igual que en Chile o en Uruguay, hay una visión clara de país de adónde quieren llegar y cómo se hace para salir adelante como país. Y ves a todo el mundo tirando para adelante, algo que no se ve en todos lados”.

Martín comenta que “yo me esperaba un país más cerrado, no me esperaba tanta gente tan bien preparada, aunque gente que conozco de la comunidad judía en Uruguay es toda gente bien preparada, profesionales la mayoría, gente muy culta”.

“Israel me parece un país que  empuja, moderno, una cultura mucho más parecida a la nuestra que los países sajones. Me impresionó para bien. Buena combinación de ciertas cosas de Estados Unidos con ciertas cosas de Europa, están tratando de tomar lo mejor de cada lado. Además, encontré que la cultura latinoamericana está mucho más presente acá de lo que pensaba”, comenta. “También a toda nuestra familia que nos ha venido a  visitar, les ha impresionado muy bien. Es cierto que también puede ser que no se conoce mucho el país en sí sino sólo las noticias que salen sobre el conflicto con los palestinos, que no se siente mucho acá en la calle en la vida diaria”.

Agrega que “también hay en Israel mucho menos delincuencia de lo que esperaba. Me siento más seguro acá que en algunos lugares de Montevideo. Nos ha pasado de dejar el auto abierto por error sin que luego nos falte nada”.

El tema de la seguridad, siempre llama la atención y lo planteamos a Martín.

“Yo le digo a todo el mundo que viene acá, por más que estamos a 50 kms de los campos de entrenamiento de ISIS   y 60 de Gaza, no sentimos la inseguridad. Solamente hubo un caso de un misil que dispararon de ISIS y aterrizó a 17 kms de acá, nunca tuve problemas. Estábamos también en el sur cuando hace algo más de un año fue todo esto de los apuñalamientos”.

Pero de por medio, hay también una cuestión de actitud.

“No vivimos lo duro de la guerra ni de las alarmas diarias cada pocas horas, pero también vemos el espíritu general de cómo se vive todo esto. Cuando fue el atentado en el mercado Sarona en Tel Aviv, un martes, el viernes estábamos ahí y esta es una actitud de la sociedad israelí, todo transcurría nuevamente con normalidad. Cuando sucede algo así no son de encerrarse en la casa ni que el país entre en estado de sitio”.

Y hablando de mentalidades e idiosincrasias de pueblos, Martín comenta sobre el desempeño del equipo de uruguayos en la planta.

“En Uruguay nos caracterizamos por ser gente súper humilde, pero al final del día toda la gente que ves acá es toda gente de trabajo, que se viene desarrollando y superando a propia capacidad, a meter horas acá, estar supervisando, estarle metiendo dedicación. Entonces, nos miramos, a veces decir de dónde salimos y adónde hemos llegado. Genera un orgullo particular”.

Le recordamos su propio papel como una de las piezas claves en el proyecto y Martín opta por recordar primero que esto no sería posible, de no ser por el esfuerzo de su familia, su esposa ante todo y su hija, ya que la dinámica diaria en la planta solar requiere su presencia allí entre 70 y 80 horas semanales y esto “es un sacrificio gigante para la familia”. Y concretamente sobre su trabajo en la planta, señala que “hay un respeto por la persona, por el profesional, que siempre prima por sobre todo y acá siento que esto lo llevás a una manera dura o tratás de buscar que la gente entienda cómo querés trabajar y sacar  adelante la obra”. Comenta que “tenemos problemas como cualquier equipo de trabajo pero culturalmente, todo se ha conectado muy bien”.

Finalmente, hace una apreciación más sobre Israel.

“Vale destacar mucho la intención del gobierno de Israel de promover este tipo de proyectos porque aunque el costo del capital es sensiblemente mayor que otro tipo de energías, en apostar a las renovables, en apostar a una política de largo plazo de sustentabilidad, creo que es algo que la gente tiene que empezar a apreciar.

No es simplemente el costo por kilovatio hora puro y duro sino que en realidad  tienen que ser tomados en cuenta los costos de operación a largo plazo, los costos de contaminación. Hay muchas cosas destacables de Israel y una de ellas es el empuje que tiene el país por estar a la misma velocidad que otros, es el tema del soporte de energías renovables”.

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