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Di-s dice a Moshe que reciba de los Hijos de Israel aceite de oliva puro para la “llama eterna” de la Menorá que Aarón deberá encender todos los días, “desde la tarde hasta la mañana”.
Son descriptas las ropas sacerdotales que deberán ser vestidas por los Cohaním (sacerdotes) mientras realizan su servicio en el Santuario. Todos los Cohaním vestían: 1) ketonet – una túnica larga de lino; 2) mijnasaim – pantalones de lino; 3) mitznefet o migbaat – un turbante de lino; 4) avnet – un cinturón largo alrededor de las caderas. Además, el Cohen Gadol (Sumo sacerdote) vestía: 5) efod – una especie de delantal hecho de lana teñida de colores azul, púrpura y rojo, lino e hilo de oro; 6) joshen – una placa que iba pegada al pecho, donde había incrustadas doce piedras preciosas grabadas con los nombres de las doce tribus de Israel; 7) meil – una túnica de lana azul con campanas y granadas de oro en su borde inferior; 8) tzitz – una placa de oro que se colocaba en la frente, con la inscripción “Santo para Di-s”.
Esta sección también incluye las instrucciones detalladas de Di-s para los siete días de iniciación de Aarón y sus cuatro hijos – Nadav, Avihú, Elazar e Itamar – en el sacerdocio, y para la confección del Altar de Oro donde el ketoret (incienso) era quemado.
Parashat Zajor Amalek
Por Eliezer Shemtov
El Shabat previo a Purim, leemos la segunda parashá de la serie especial, zajor (‘recuerda’), que versa sobre el deber de recordar el daño que nos hizo Amalek, pueblo con quien nos topamos en el camino cuando abandonábamos Egipto. Amalek fue el primer pueblo que tuvo la audacia de atacar al pueblo judío luego de todos los milagros que D-os hubo manifestado para con él.
¿Por qué es tan importante recordar lo que nos hizo Amalek hace miles de años atrás? ¿Acaso somos vengativos? Las enseñanzas jasídicas explican que la palabra korjá, que quiere decir ‘se topó contigo’ se relaciona con kor, ‘frío’. O sea, se puede entender que lo que Amalek nos hizo fue “enfriarnos” en el camino. ¿De qué tipo de frialdad se trata? La “frialdad” de Amalek representa la duda que desalienta, que enfría el entusiasmo. Es interesante notar que el valor numérico del nombre Amalek (=240) equivale al de la palabra safek, ‘duda’. Lo que debemos recordar, entonces, es que la duda provoca indiferencia y abre el camino hacia una rotunda caída espiritual. Bien podríamos preguntarnos: ¿desde cuándo el judaísmo le tiene miedo a la pregunta? Más aún: nuestros sabios señalan que una pregunta sabia es la mitad de la respuesta. ¿Cómo podemos aprender sin preguntar? La explicación es muy sencilla: hay que distinguir entre preguntas constructivas, formuladas en la búsqueda por entender, y preguntas destructivas, hechas con la finalidad de rechazar, desacreditar, desarmar y socavar la convicción. Hay preguntas que son nada más que excusas y justificaciones. Es contra ese tipo de preguntas que debemos defendernos, para no dejarnos caer en la trampa de una pseudo objetividad, que muy a menudo es apenas un disfraz detrás del cual se esconde la indiferencia y la justificación de todo lo que a uno se le ocurra. (www.es.chabad.org)
La Vida Interior
Debes hacer un altar para quemar incienso. Éxodo 30:1
Una razón por la que la descripción del Altar interior está ubicada al final de todas las discusiones relativas al Tabernáculo y todo lo que había en él, es para indicar que el Altar Interior tenía un carácter único, por encima y más allá de todos los demás elementos del Tabernáculo.
Lo que era diferente con respecto al Altar Interior era que todos los demás rituales que se hacían en el Tabernáculo tenían espectadores. En cambio, cuando se quemaba el incienso en el Altar Interior, no había nadie presente, únicamente el sacerdote que lo quemaba y D-os Mismo. Es más, se nos enseña que era específicamente este servicio privado lo que causaba que la Presencia Divina sea más sentida en el Tabernáculo.Esta lección del incienso es muy relevante en nuestro mundo moderno y ruidoso. Lo máximo en una vida sagrada, especialmente en áreas de bondad y caridad, es cuando nadie está presente, cuando exhibimos generosidad sin publicidad, sólo porque es lo correcto. (www.es.chabad.org)
Tirar los dados
Por Yanki Tauber
Numerosos factores contribuyeron a la salvación del pueblo judío del decreto de Hamán, entre ellos el llamado de Mordejai a los judíos al arrepentimiento y los esfuerzos de Esther… Sin embargo, el nombre de la fiesta–la palabra elegida para expresar su esencia–se refiere a un detalle aparentemente menor: el hecho que Hamán seleccionó la fecha de la aniquilación de los judíos dejándolo a la suerte (pur en Pérsico es «sorteo»). Obviamente, en la importancia de este sorteo de Hamán radica el significado de lo que es Purim.
¿Por qué Hamán lo dejó a la suerte? Porque estaba intentando romper lo que, en su mente, era un «ciclo vicioso» que había estado persiguiéndolo a él y su gente desde la aparición de la nación judía hace mil años. Grandes y poderosos hombres, desde Faraón a Nabudoconosor–para no mencionar a los propios antepasados de Hamán, los Amalekites–habían intentado destruir este pueblo. Los judíos tienen un Di-s grande y poderoso, pero también tienen este necio hábito de encolerizarlo con sus transgresiones. Todo lo que uno necesita hacer, parecería, es esperar el momento oportuno. Pero siempre, a último momento, los judíos se arrepienten y, de nuevo, su Di-s se reconcilia con ellos y los salva.
Hamán supo que los judíos habían pecado de nuevo rindiéndole culto al ídolo de Nabodoconosor y festejando el banquete de Ajashverosh; ¿pero quién sabe cuánto tiempo durará su alejamiento de Di-s esta vez?
«Siempre que nuestros planes giren en torno a la virtud o iniquidad de Israel, razonaba Hamán, se repetirá siempre el mismo viejo «escenario». ¿Puede ser que Di-s realmente cuida a este pueblo más que a otro? ¿Puede ser que Él realmente se deleite con las buenas acciones y se encolerice por las malas? Ciertamente Di-s está más allá de todo esto. Podría haber un nivel de realidad en que la bondad se premia y el mal se castiga, pero en un plano más elevado, estas cosas evidentemente no tienen sentido», sigue pensando Hamán. «En ese nivel, un Di-s verdaderamente infinito no tiene la preocupación de lo que sucede en el mundo material, y el primer ministro del imperio más poderoso de la tierra puede hacer lo que quiera a una pequeña y dispersada minoría».
Así que Hamán lo dejó a la suerte, esperando «conectar» con ese nivel de realidad que transciende las leyes de lo bueno y lo malo–en ese nivel de realidad en que, él creyó, todo estaba a disposición de cualquiera, libre de cualquier regla moral como un tiro de dados.
Lo que Hamán no comprendió fue que el pueblo de Israel es el pueblo elegido de Di-s–incluso en el nivel de «elección divina», que transciende todo criterio lógico, Di-s los desea y los protege. Es verdad que Di-s, en esencia, está más allá de todo; pero este mismo Di-s escogió–sin otra razón que Su deseo–tomar al pueblo de Israel como Suyo propio.
El judío siempre sabe esto en lo más profundo de su alma, aun cuando su conducta externa, a veces, se aleje de esta conciencia. Ésta, finalmente, es la razón del por qué siempre volvemos a Di-s, y por qué Di-s siempre, al final, nos perdona.
Esto es la esencia del milagro de Purim, y la esencia del milagro llamado el Pueblo de Israel. (www.es.chabad.org)
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