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| lunes diciembre 23, 2024

Contra la demografía ‘fake’


Ya es casi unánime el rechazo a la solución de los dos Estados, que implica la creación de un Estado palestino soberano en alguna parte de la antigua zona occidental del Reino Hachemí de Transjordania (Judea y Samaria). La violencia regional y el terrorismo han evidenciado para casi todos los observadores objetivos que un Estado palestino acabaría cayendo en manos de entidades terroristas como Hamás, Fatah, el ISIS, Hezbolá o Al Qaeda, lo que podría derivar en un conflicto catastrófico.

La alternativa de un solo Estado, por la cual Israel declararía su soberanía sobre Judea y Samaria, acabaría, a juicio de los amigos bienintencionados de Israel y también de sus enemigos, creando inmediatamente o en poco tiempo un Estado de mayoría árabe, lo que despojaría de identidad judía al país. También se ha dicho que si no se concede la plena ciudadanía a todos los residentes de la Margen Occidental, Israel se convertiría en un Estado apartheid.

Políticos tanto de derechas como de izquierdas advierten de que si Israel declarase su soberanía sobre Judea y Samaria se enfrentaría a una catástrofe demográfica, como resultado de la actual mayoría árabe al oeste del río Jordán o por las tasas árabes de natalidad.

Sin embargo, estas advertencias tienen por base los datos de falsos demógrafos que usan análisis defectuosos e incluso deliberadamente sesgados. En la década de 1980 el renombrado demógrafo israelí Sergio DellaPergola declaró que en el lapso de unos pocos años habría una mayoría árabe en el Israel delimitado por la Línea Verde. DellaPergola, profesor de Estadística y Demografía en la Universidad Hebrea, seguía la senda de su profesor y mentor Roberto Bachi, que en 1947 aconsejó a David ben Gurión que no declarara un Estado judío soberano. Bachi alertó de que era imposible que un Estado judío con menos de 650.000 judíos pudiese sobrevivir en un mar de 1.300.000 árabes al oeste del río Jordán. El otro promotor de la demografía fake, Arnon Soffer, profesor de Geografía en la Universidad de Haifa, declaró en 2000 que ya había una mayoría árabe al oeste del Jordán.

En 2003 salí temblando de una reunión con Soffer, completamente convencido de que Israel se enfrentaba a una catástrofe demográfica inminente. Soffer me dijo que hablaba cada semana con el primer ministro Ariel Sharón, y se atribuyó el mérito por la barrera que separa el Israel de la Línea Verde y la Margen Occidental. Explicó que no era una barrer fronteriza ni de seguridad sino demográfica, para evitar que la mayoría árabe inundara el Estado judío.

Dio la casualidad de que, poco después, Yoram Ettinger me presentó a Bennett Zimmerman, que se había embarcado en una iniciativa independiente para conocer la realidad demográfica de Judea y Samaria. Me uní a Bennett en esa excitante aventura y descubrimos que los falsos demógrafos habían difundido una gran patraña entre el establishment político israelí. Nuestra investigación (publicada por el think tank BESA Center, de la Universidad Bar Ilán) reveló que en diciembre de 2004 había 1.410.000  árabes en la Margen Occidental y 1.008.000 en Gaza, y no –como afirmaban DellaPergola y Soffer– 2.420.000 en la Margen y 1.410.000 en la Franja.

En enero de 2005 presentamos nuestros resultados al American Enterprise Institute, cuyo principal demógrafo, Nicholas Eberstadt, los verificó. Se nos citó después para que los presentáramos a las comisiones de la Knéset, junto a DellaPergola y Soffer. Tras numerosos debates públicos con ellos, reconocieron oficialmente que jamás habían realizado una investigación independiente; simplemente aceptaron las falaces estadísticas de la Autoridad Palestina (AP), que, por supuesto, tiene un gran interés en exagerar el número de habitantes palestinos.

DellaPergola y Soffer no fueron los únicos estafados por las cifras fake de la AP. También las dieron por buenas políticos y militares israelíes –muchos de los cuales apoyaron la solución de los dos Estados–, al igual que la CIA y el Departamento de Estado de EEUU. (Unos funcionarios nos informaron de que la política predominante en Washington era la no contradecir las cifras divulgadas por las agencias “gubernamentales” locales).

En un primer momento nuestra investigación y nuestras conclusiones no fueron sometidos a análisis, y a nosotros nos llamaron “aficionados”, “diletantes” y “pseudodemógrafos”. Aunque es verdad que yo soy físico cuántico y no demógrafo, nuestro trabajo era bastante elemental. Con un punto de partida válido (en nuestro caso, los datos publicados hasta diciembre de 1995 por la Oficina Central de Estadística de Israel, organismo profesional de prestigio mundial), uno puede calcular la población utilizando aritmética básica. También utilizamos datos trimestrales transfronterizos de Israel y cifras de defunciones y nacimientos de las organizaciones sanitarias palestinas.

Aun así, DellaPergola y Soffer intentaron verter calumnias sobre nuestros datos alegando que había una “motivación política” subyacente. Sin embargo, al final los hechos les obligaron a admitir en privado, incluso a veces en público, que eran correctos.

Esto no les impidió seguir proclamando el advenimiento de una catástrofe demográfica, por elhecho de que las mujeres árabes estaban teniendo al menos ocho hijos por cabeza. Esto recordaba a la amenaza del jefe de la OLP Yaser Arafat de que los vientres árabes derrotarían al Estado judío.

Pero, desde 2005, cualquiera que haga una búsqueda en Google descubrirá que las tasas de fertilidad de las judías de Israel no tienen parangón en el mundo desarrollado –actualmente superan los 3,15 hijos–, mientras que las de las árabes en Israel y la Margen Occidental han seguido la pauta regional y global, desplomándose hasta muy por debajo de los tres hijos. De hecho, mientras que los nacimientos árabes en Israel se han mantenido en 39.500 al año en los dos últimos decenios, los nacimientos judíos han crecido de manera lineal desde los 80.000 hasta los 139.500 del año pasado.

Hoy hay 6.800.000 judíos y 1.700.000 no judíos –incluidos árabes musulmanes, cristianos y drusos– en el Israel de la Línea Verde. Cada año, Ettinger y yo reunimos los datos, y un sencillo cálculo nos da un máximo de 1.700.000 árabes en la Margen Occidental.

Los legisladores deben entender que las cifras de la demografía fake darán como resultado políticas indocumentadas. La valiente decisión de Ben Gurión de declarar la soberanía judía en 1948 se puede observar ahora en 2017 sin los verdaderos peligros demográficos a los que se tuvo que enfrentar. Hoy, el viento sopla a favor de la demografía judía.

© Versión original (en inglés): The Algemeiner
© Versión en español: Revista El Medio

 
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