¿Soy yo quien debe presentarse ante este tribunal hoy? ¿No es el antisemitismo, que nos ha llevado a la situación actual, quien debería ser juzgado?
El historiador Georges Bensoussan ha sido, desde hace tiempo, una controversial figura académica en Francia.
En 2002, el exprofesor de historia de escuela secundaria apareció en la escena pública con la publicación de Les Territoires Perdus de la Republique (“Los territorios perdidos de la República”), un libro que explora el profundamente arraigado antisemitismo, racismo y misoginia que caracterizó muchas escuelas pobres francesas en áreas con grandes poblaciones de inmigrantes (Bensoussan lo escribió bajo el seudónimo de Emmanuel Brenner).
El libro comienza con un terrible relato verdadero:
El ataque duró cuarenta minutos: un flujo constante de insultos: “Judíos, perros”, “Yids”, “Eres un [palabrota] y un [apodo denigrante]”, actos de violencia física, rostros y prendas restregadas con manzana y queso, todo porque “un judío, apesta”. Hermanas mellizas de quince años, estudiantes de tercer año en la escuela secundaria Bergson, en el distrito diecinueve de París, relatan esta pesadilla. Cuentan estar rodeadas por una docena de estudiantes que exigían (finalmente, sin éxito) que una de las hermanas se arrodillara y pidiera perdón “por ser judía”.
Bensoussan, nacido en Marruecos y educado en Francia, documentó este y otros ataques, calumnias e instancias similares de prejuicio que afirmó permeaban algunas de las escuelas francesas. Cerró su libro con un pedido “a mis millones de conciudadanos de origen árabe que han venido del norte de África y otros lugares. Estas líneas tienen la intención de unirlos para que eliminen la semilla de antisemitismo que crece en su comunidad…”
Muchos condenaron a Bensoussan, tildándolo de “nuevo reaccionario”, pero los eventos pronto hicieron que su libro pareciera profético. En 2004, dos comisiones separadas del gobierno francés investigaron el creciente antisemitismo en las zonas con alta cantidad de inmigrantes, encontrando condiciones similares a las descritas por Bensoussan.
En 2006, Ilán Halimi, un joven judío de 24 años, fue secuestrado y mantenido en cautiverio en un área de inmigrantes de París para luego ser asesinado. Su cautiverio fue un secreto a voces entre los residentes locales.
En 2012, tres niños judíos y un padre fueron asesinados a quemarropa por un yihadista nacido en Francia, frente a una escuela judía en Toulouse.
Dos años después, en 2014, una multitud quemó comercios de judíos cantando “muerte a los judíos” en Sarcelles, un barrio de París con alta población de inmigrantes. Al año siguiente, cuatro clientes judíos fueron asesinados en un ataque a un almacén kósher en París. La lista de ataques antijudíos continúa y continúa. Sólo en el 2012, 614 actos antisemitas fueron reportados ante las autoridades francesas.
En contra de este escenario de intensificación de la retórica y la violencia antijudía en Francia, George Bensoussan continuó escribiendo y hablando, publicando libros sobre Francia e Israel. Pasó a ser editor en el Museo de la Shoá de París, a cargo de conservar la memoria del Holocausto y educar a las personas sobre el Holocausto y la intolerancia en la actualidad.
El 10 de octubre de 2015, un documental sobre Territoires Perdus de la Republique iba a ser mostrado en la televisión francesa, y Bensoussan fue invitado a Repliques, un programa de radio, para hablar sobre el libro. Bensoussan trató el fenómeno del antisemitismo en las comunidades francesas musulmanas. Luego citó a Smain Laacher, un profesor de la Universidad de Strasbourg, quien apareció en el documental: “Déjenme sólo citar a Smain Laacher, un sociólogo argelino”, dijo Bensoussan, “quien con gran coraje dijo en el documental: ‘Es una pena mantener este tabú de que, en familias árabes de Francia, y todos lo saben, pero nadie lo quiere decir, el antisemitismo, es amamantado junto con la leche materna” (Traducido al inglés por Marc Weitzmann para Tabletmag.com).
Al día siguiente, Smain Laacher dijo objetar fuertemente la expresión de que el antisemitismo fuera embebido en la leche materna, porque entendió de alguna manera que eso implicaba que el antisemitismo era transmitido biológicamente. La expresión que Laacher utilizó en su libro —explicó él con vehemencia— fue que el antisemitismo era esparcido en algunas comunidades musulmanas francesas “en el aire que uno respira” (el profesor Laacher también se ofendió porque Bensoussan lo llamó argelino, señalando que ahora vive en Francia).
El profesor Laacher tuvo razón en que Bensoussan lo citó mal. Pero el punto principal que Bensoussan estaba tratando de transmitir —que el odio al judío es común y se esparce dentro de algunas familias inmigrantes francesas— sí pareció corresponderse con lo que el profesor Laacher explicó en el documental. De acuerdo a las palabras del profesor Laacher: “Este antisemitismo ya está plantado en el espacio doméstico. Sale de la boca casi con naturalidad, está plantado en la lengua… de padres a hijos, cuando quieren retarlos fuertemente, es suficiente con llamarlos ‘judíos’. Ok, toda familia árabe sabe eso. No ver que este antisemitismo es, en primer lugar, doméstico, es una hipocresía monumental”.
Bensoussan y Laacher continuaron con su contienda hasta 2016, cuando se reconciliaron formalmente. Pero a días de la entrevista de 2015, activistas islámicos ya habían aprovechado las objeciones del profesor Laacher. La organización francesa musulmana Comite Contre l’Islamophobie en France (el Comité contra la islamofobia en Francia), o CCIF, que el New York Times llamó “un grupo militante asociado a los que predican odio y a imanes islámicos radicales” presentó una queja contra Bensoussan al Consejo Superior Audiovisual (CSA), el supervisor de la prensa francesa, alegando racismo.
La Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo (LICRA) se unió rápidamente al CCIF en su queja de “racismo biológico” por parte de Georges Bensoussan. Las acusaciones llegaron al Ministere Public, parte del Ministerio de Justicia de Francia, que decidió procesar a Bensoussan por “incitación al odio racial” por sus declaraciones.
El juicio comenzó el 25 de enero de 2017. Bensoussan habló en su propia defensa: “Durante más de un cuarto de siglo, trabajé como investigador en el mecanismo que define al odio y que lo convierte en un fenómeno que se autoalimenta. El área de mi especialidad es la condición de los judíos en los países islámicos… Ya en 1965, el escritor marroquí Said Ghallab escribió en su libro Los judíos van al infierno que “El peor insulto que un marroquí le puede decir a otro es tratarlo de ‘judío’. Es con este odio que crecimos”. Dado el intenso antisemitismo de las comunidades francesas musulmanas, Bensoussan también preguntó: “¿Soy yo quien debe presentarse ante este tribunal hoy? ¿No es el antisemitismo, que nos ha llevado a la situación actual, quien debería ser juzgado?
El juicio electrificó a Francia. La corte estaba abarrotada y la audiencia inicial se prolongó hasta después de medianoche. Con la continuación del juicio, los eventos fuera de la corte parecían comentar directamente sobre los argumentos legales del interior.
Dos semanas después del comienzo del juicio, fue revelado que Mehdi Meklat, un popular autor y productor de documentales francés musulmán, llevaba mucho tiempo con un seudónimo, mediante el cual había estado enviando tweets sorprendentemente antisemitas durante años, un hecho conocido por algunos de sus admiradores. Los tweets de Meklat incluyeron “Traigan a Hitler para matar a los judíos” y “¿Deberíamos quebrarle las piernas a este (apodo denigrante)?”, refiriéndose a un prominente judío francés hijo de sobrevivientes del Holocausto. “Lo que muestra el asunto de Meklat”, explicó Yonatán Arfi, un portavoz del Consejo Representativo de las Instituciones Judías, “es que para la generación de Medhi Meklat —para los jóvenes— el antisemitismo es algo casi natural. Es parte de su cultura, y ni siquiera sorprende”.
Unas pocas semanas después, el 21 de febrero de 2017, este lento proceso del antisemitismo hizo una violenta erupción cuando dos hermanos judíos, de 17 y 29 años, que usaban kipá, manejaban por un barrio de París y fueron forzados a salirse del camino por un conductor que les gritó: “¡Sucios judíos, van a morir!”. Cuando los hermanos salieron del auto, algunos clientes de un café medio oriental de la cercanía salieron y atacaron a los hermanos. Uno de los miembros de la patota tenía una sierra, que usó para cortarle uno de los dedos a uno de los hombres judíos.
El 6 de marzo de 2017, el 17avo Tribunal Criminal de París absolvió a Georges Bensoussan. Él simplemente “habló incorrectamente”, determinó la corte, y no tuvo la intención de incitar al odio. Pocas horas después, el CCIF anunció que apelaría la decisión y continuaría presentando cargos en contra de Bensoussan.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.