Una mañana de verano en el barrio judío de París los rabinos Noah Otzer y Rafi Olami discutían sobre la importancia de dar y recibir. Compañeros de aula en la Sorbona, donde ambos estudiaban matemáticas y física, también compartían maestro, el inefable Eli Sorek que distribuía sus clases entre la ciudad luz y Jerusalén. Noah era pequeño, rubio y de ojos oscuros; Rafi era de piel aceitunada y ojos verdes. Vestían ropas sencillas y solideos tejidos en Israel.
-Dar requiere sin duda desprendimiento-dijo Noah-, y recibir predisposición. Uno puede dar en cualquier momento, y en cambio no en cualquier momento puede recibir.
-Cierto-comentó Rafi Olami-. La apertura del que recibe tiene que ser, empero, más grande que el don que recibe, pues de ese modo el dador se sentirá estimulado a dar más aún.
-Estoy de acuerdo, aunque no del todo-dijo Noah.
-¿Por qué?
-Si se nota demasiado que el que recibe aún no se siente colmado, el que otorga puede llegar a pensar que el receptor es un pozo sin fondo al que ningún obsequio satisface del todo.
Fueron caminando hasta el Sena y arrojaron migas de pan a las palomas. El verde de los plátanos era radiante. Las sombras, manchas de canela clara.
-En todo caso-comentó Rafi Olami, creo que dar propicia la abundancia y recibir limita un espacio. El que da no piensa qué hará el otro, el que recibe delibera sobre el destino y lugar en el que situará lo dado.
Ni por un instante se les ocurrió imaginar a ninguno de los dos que la vida de todos los días nunca es tan premeditada ni se deja someter al cálculo equilibrado del dar y recibir, pero los que adoran las matemáticas ven todo bajo la máscara exacta del número y la teoría de las probabilidades.
-Rabí Menajem de Soria-dijo Rafi Olami- escribió en pleno siglo XIII español-: ´´Dar objetos o parte de nuestro tiempo es meritorio, pero dar lo que uno ha hallado en la Torá hace del regalo mismo una Torá cuya cesión constituye una enseñanza para las futuras generaciones.´´ (1).
Comieron unas manzanas y pasaron de las cosas del espíritu a la vida y obra del matemático Cantor, de las asíntotas a las integrales y de éstas al más que posible encuentro de Pitágoras con el profeta Elías en la montaña del Carmelo.
De regreso a su barrio, Noah Otzer se detuvo un momento, levantó el dedo índice de la mano derecha, miró con una sonrisa a su amigo y dijo:
-En el fluido manantial del dar está oculto su propio gozo (2 ), en la disposición a recibir la elasticidad del corazón que acepta.
Mario Satz
(1) Una de las expresiones hebreas para regalo es la palabra teshuráh ( hfrU$ºt ), dentro de la cual hallamos a la Torá
( hfrOT ). De ahí que para los judíos el matán torá o el otorgamiento al pueblo de la Ley sea el más grande de todos los regalos.
(2) Aunque las expresiones naim, gozoso, deleitable, y maayán, manantial, ( }fy(am y {yi(fn ) se escriban de distinto modo, poseen las mismas letras y, por tanto, idéntica raíz. El dar verdadero es, entonces, un acto claro y transparente cuyo fluir va, siempre, de arriba abajo. El que recibe o mekabel ( lbaqºm) , por su parte, depende de la elasticidad de su corazón o leb ( bl ) para aprovechar en profundidad lo que le han dado.
Ningun don de cuantos podamos brindar a los demas, supera en importancia y valor, al de la entrega de uno mismo; «dárse»
y ninguno tampoco se hace como él merecedor a ser correspondido …
Conceder atencion, tiempo y espácio a otra persona, representa en si mismo un regalo superior a cualquier otro de órden material que estemos en disposicion ofrecerle, por valioso que este sea …
Entendamos asi mismo que el dar y el recibir estan estrechamente unidos,
por cuanto el que «dá» recibe a cambio la gratitud del destinatário de su don, y en todo caso la satisfacion de provocar en él ese sentimiento;
en tanto que por medio de esa gratitud y / o reconocimiento,
el receptor por su parte, contribuye por asi decirlo,
a devolver a su benefactor parte de lo recibido …
Pessah alegre / Jag Sameaj !!!