Marchamos por la vida. Éramos diez mil chicos de 16 años y de muchos países del mundo caminando por Auschwitz, algunos sin poder contener las lágrimas, otros con los rostros incrédulos, pero sabiendo porque estábamos ahí. Marchábamos por nuestros familiares. Por los de amigos. Por miles de niños que quedaron atrapados en las cámaras de gas. Por sueños que fueron arrancados. Por Lea Novera quien estaba nuevamente allí, junto a nosotros. Pero principalmente marchábamos para que semejante atrocidad no vuelva a repetirse.
Era 2012 cuando surge la posibilidad de hacer un viaje a Polonia y a Israel para conocer la atrocidad del Siglo XX: los guetos y los campos de concentración que se crearon durante la Alemania nazi.
Si bien la decisión de ir no era fácil mi hermano -quien ya había viajado- me movilizó a que lo haga. Sería una experiencia imborrable. Al poco tiempo los organizadores de «Marcha por la Vida» nos hicieron conocer a Lea Novera también participante del viaje, pero con un agregado más: no era una adolescente y ya había estado en Auschwitz.
Lea es una de las pocas sobrevivientes que tenía ganas de volver al lugar donde le arrancaron los sueños que tenía de chica. Pretendía regresar al lugar donde asesinaron a toda su familia frente a sus ojos. Contó porqué quería hacerlo, porqué después de 74 años decidió volver y no antes. El motivo era que junto a ella iban a estar jóvenes de 16 años, la misma edad que tenía cuando atravesó las puertas de Auschwitz por primera vez.
Abril de 2013, primavera en Varsovia, Polonia. Pero el frío era invernal y la nieve llegaba hasta las rodillas, el clima hacía que uno se concentrara más en el viaje y ayudaba a entender lo que Lea contaba del frio que pasaban en aquel momento. 300 adolescentes abrigados al extremo. Caminando las calles del gueto de Varsovia y con un pensamiento recurrente: «El frío que nosotros estamos sufriendo Lea lo vivió pero sin abrigo y sin zapatos durante cuatro años. Primero en el gueto de Pruzany y luego en Auschwitz«.
Luego de visitar diferentes lugares históricos en Polonia como el campo de concentración Treblinka, visitamos Majdanek otro centro de exterminio que grafica como pocos lo que fue el Holocausto. Ese edificio era una fábrica para matar gente que permanece intacto. Los nazis no llegaron a dinamitarlo cuando la guerra llegaba a su fin. No pudieron borrar esa huella del horror. Allí conocimos lo que Lea tanto nombraba, las famosas cámaras de gas, en las que se podían ver las paredes rasguñadas. También visitamos los crematorios, las duchas…
Por último, llegó el momento más conmovedor de «La Marcha por la Vida«: finalmente Lea iba a regresar al lugar en el que había estado hacía varias décadas, el lugar en el que perdió todo: familia, amigos, sueños. Ese día íbamos a conmemorar la famosa «Marcha de la Muerte» caminando desde Auschwitz hasta Auschwitz Birkenau recordando a los seis millones que murieron desde 1939 a 1945.
Al llegar a Auschwitz vimos el famoso cartel que dice «Arbeit Macht Frei«, El Trabajo Libera. El que todos conocen y que Lea pudo volver a ver. En ese lugar conoció a Josef Mengele, el siniestro médico nazi que la sentenció a la cámara de gas. Sin embargo, el destino le jugó a favor. Una de las pocas mujeres que contó con ese guiño de la historia.
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