El Ejército de EEUU informó recientemente de que tiene en su poder unas horripilantes imágenes de vídeo en las que combatientes del Estado Islámico meten a civiles iraquíes en unos edificios de Mosul. El plan no era utilizarlos como escudos humanos, es decir, exhibir su presencia con la esperanza de que eso detuviera los ataques aéreos estadounidenses. El ISIS trataba de asegurarse de que las tropas estadounidenses los mataran “metiendo a la gente en los edificios, de modo que no la veamos, y utilizarla después como señuelo para los ataques de la coalición”, dijo un portavoz del Ejército norteamericano en una sesión informativa con corresponsales. El motivo –explicó– era que esperaban que el enorme número de bajas civiles produjera tal indignación que EEUU interrumpiera totalmente los ataques aéreos.
Hay un elemento importante en esta historia que el portavoz olvidó mencionar: esa táctica está directamente tomada de Hamás. Y la han copiado porque la respuesta del mundo a las sucesivas guerras entre Hamás e Israel convenció al ISIS de que provocar una elevada cifra de muertes de civiles entre los habitantes de su propio territorio es una estrategia eficaz. Ciertamente, Hamás aún no ha sido grabada metiendo civiles en edificios antes de lanzar ataques desde ellos. Pero hay multitud de pruebas de que impidió a civiles abandonar las áreas desde donde se estaban lanzando ataques contra Israel, exponiéndolos así, deliberadamente, a los ataques de represalia.
Durante la guerra de Gaza de 2014, por ejemplo, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) advirtieron a los civiles de que evacuaran la ciudad de Beit Lahiya antes de lanzar sus ataques aéreos contra posiciones de Hamás. Pero, según Basem Eid, activista palestino pro derechos humanos, que entrevistó a palestinos de Gaza, se presentaban los francotiradores de Hamás y advertían de que cualquiera que abandonara el lugar sería tratado como colaboracionista. Puesto que Hamás ejecuta a los colaboracionistas, eso equivalía a decir que cualquiera que tratara de abandonar sería ejecutado en el acto. Por lo tanto, frente a la alternativa de la muerte segura a manos de Hamás, la mayoría de los habitantes de Beit Lahiya optaron comprensiblemente por quedarse y probar suerte con las FDI.
También hay numerosas pruebas de que Hamás lanzó ataques desde edificios donde sabía que había civiles. Recientemente escribí sobre un caso de la guerra de Gaza de 2009, en el que los francotiradores de Hamás dispararon contra soldados israelíes desde la tercera planta de la casa de un médico muy conocido, obligando así a los soldados a elegir entre ser un blanco fácil o arriesgarse a causar bajas civiles. Los soldados ignoraban que Hamás también tenía almacenados explosivos en la vivienda (utilizar inmuebles civiles como depósito de armas o cablearlos con explosivos son prácticas habituales de Hamás). Cuando los soldados abrieron fuego contra la posición de Hamás, se produjo una inesperada y enorme explosión, que mató a tres de las hijas del médico y a una de sus sobrinas.
En resumen, Hamás utilizó repetidamente tácticas destinadas a maximizar el número de bajas civiles en su propio bando. Pero en vez de culpar a Hamás, el mundo volcó la mayor parte de la culpa sobre Israel. Se celebraron manifestaciones multitudinarias condenatorias de Israel en todo Occidente; no las hubo condenatorias de Hamás. Los periodistas y organizaciones pro derechos humanos publicaron innumerables informes responsabilizando a Israel por las bajas civiles mientras ignoraban o minimizaban la responsabilidad de Hamás. Los líderes occidentales demandaron repetidas veces que Israel mostrara “contención” y lo acusaron de utilizar una fuerza desproporcionada. Israel, no Hamás, fue objeto de una demanda ante el Tribunal Penal Internacional.
Hamás, por lo tanto, logró poner a Israel en una situación en la que siempre iba a perder. O dejaba que Hamás lanzara impunemente miles de misiles contra civiles o contraatacaba al precio del oprobio mundial.
Alan Dershowitz, que acertadamente lo llama “estrategia del bebé muerto”, lleva años
de que, a menos que se “exponga y condene en el mercado de la moralidad, llegará a nuestros teatros (o colegios u hospitales) más cercanos”. Después de todo, ¿por qué otras organizaciones no iban a adoptar una estrategia que ha resultado ser tan exitosa?
Ahora, el ISIS lo ha demostrado: ha elegido sacrificar deliberadamente a civiles en vez de utilizar la táctica más obvia de utilizarlos como escudos humanos. Sin duda, la organización disfruta matando, pero, a juzgar por su historial, no es ni mucho menos estúpida. Así que, si ha llegado a la conclusión de que los civiles muertos son más útiles que los escudos humanos vivos es porque, como Hamás, lo considera una estrategia con la que siempre gana. En el peor de los casos, la reputación de Estados Unidos quedará empañada, ya que mucha gente de todo el mundo lo culpará por las muertes de civiles; y, en el mejor, la opinión pública negativa obligará a Estados Unidos a renunciar totalmente a los ataques aéreos.
Esa segunda esperanza no es tan descabellada como podría parecer a simple vista. Es cierto que la estrategia del bebé muerto nunca ha persuadido a Israel para frenar los ataques aéreos contra Hamás, pero hay una diferencia fundamental entre ambos casos: los ciudadanos de Israel están bajo la amenaza directa de los misiles y túneles de Hamás, y entre tener que sacrificar la vida de sus ciudadanos o sufrir el oprobio mundial, cualquier país con dignidad elegiría lo segundo. Pero el ISIS no está lanzando misiles contra Estados Unidos desde Mosul; la amenaza que representa es mucho menos inmediata. Por consiguiente, el incentivo de EEUU para dar marcha atrás en la batalla si la cifra de muertes civiles asciende demasiado es mucho mayor.
En resumen, al culpar a Israel de las muertes de civiles que en realidad fueron provocadas a conciencia por Hamás, la comunidad internacional consiguió que otras organizaciones terroristas adoptaran una estrategia similar. O, por decirlo más claramente, consiguió que murieran muchos más civiles, porque las organizaciones terroristas veían un beneficio en esas muertes.
El ISIS, evidentemente, es el principal culpable de las muertes de civiles en Mosul. Pero también tienen culpa todos los periodistas, activistas pro derechos humanos, políticos y manifestantes que culparon a Israel en vez de a Hamás por las muertes de civiles en Gaza, porque son los que convencieron al ISIS de que sacrificar deliberadamente a civiles es una manera eficaz de librar una guerra.
© Versión original (en inglés): Commentary
© Versión en español: Revista El Medio
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