Hace algo más de 500 años la familia de Revital Swid fue expulsada de España, pero para esta abogada de éxito israelí que dejó su profesión para entrar en política, visitar nuestro país sigue siendo especial. Swid es «sefardí pura» según nos cuenta a un reducido grupo de periodistas en Madrid, a caballo entre sus reuniones con parlamentarios y ministros. «Estar en España es volver a casa» dice, resumiendo en unas pocas palabras –y con no poca emoción en la mirada– la increíble vinculación que siguen teniendo con la tierra que los expulsó los judíos sefardíes.
No es extraño, por tanto, que presida el grupo parlamentario de amistad España-Israel y que haya liderado una misión de diputados israelíes que han visitado nuestro país y se han reunido con el ministro de Exteriores, la presidenta del Congreso y otras personalidades.
Reuniones en las que, entre otras cuestiones, se trató el impacto del movimiento BDS pocos días después de la polémica con la visita de la selección de Israel a Gijón que llevó el asunto –que hasta entonces había pasado más bien desapercibido excepto en momentos muy concretos– hasta las primeras planas de la actualidad.
Swid no sólo reconoció que el BDS había sido el objeto de parte de las reuniones, sino que la comisión parlamentaria que encabezaba «ha pedido ayuda» a las instituciones españolas para «luchar contra el BDS», porque aunque «el gobierno no lo patrocina» sí está en España.
La postura de Swid es radical al respecto: «No basta con condenar, hay que actuar en contra porque afecta a todo Israel y también a los palestinos» nos explica la diputada, porque «boicotean fábricas en las que trabajan palestinos, así que daña a los dos lados» dice, «no actúan contra cosas específicas sino contra todo Israel y el sionismo», explica.
No a las decisiones unilaterales
Otro de los puntos que según Revital Swid ha sido parte de las reuniones que ha mantenido en España han sido las «decisiones unilaterales» que España ha apoyado en algunos ámbitos, como en la ONU.
La israelí explica que estas decisiones «como las del Consejo de Seguridad o la de la UNESCO negando el vínculo judío de Jerusalén» en realidad «no ayudan al pueblo palestino, porque no favorecen la negociación sino las posiciones inmovilistas» y, además, tampoco son buenas para partidos como el suyo que son los que tienen una posición más clara a favor de la paz y de la solución de dos estados: «La opinión pública se vuelve contra nosotros» por estas cosas.
Por eso la delegación israelí ha perdido a Congreso y Senado «que mediten este tipo de votaciones, que ellos las ven como un declaración pero que en Oriente Medio tienen repercusiones legales«. Por supuesto, por el momento no hay un compromiso al respecto pero Swid sí que se muestra convencida de haber encontrado «comprensión» y que ahora hay «un mayor entendimiento del daño que causan estas decisiones».
Un problema de Oriente Medio
En nuestro país no solemos escuchar mucho opiniones como la de Revital Swid alrededor del conflicto entre israelís y palestinos: refleja la de una parte del arco parlamentario a la que no se le presta tanta atención en Europa ya que no sirve para el relato de negros y blancos que tanto gusta a muchos por aquí.
Y es que una izquierda que quiere la paz, pero que condena y persigue el terrorismo y no está dispuesta a que Israel sea un país más inseguro no cuadra con el relato de brocha gorda habitual. Pero ese es el punto de vista de los laboristas israelíes, que además también ponen en el acento en que «no es un problema sólo nuestro, es de todo Oriente Medio», explica.
Problemas regionales o incluso mundiales como «lo que pasa en Siria o en Irán, el ascenso del radicalismo dentro del islam, que ya es una amenaza para el mundo entero, ha llegado a Europa y no ha dicho su última palabra aquí», advierte.
Swid afronta desde ese punto de vista –considerar los problemas de Oriente Medio como un todo– la que considera la solución óptima para el conflicto: la creación de un estado palestino y su coexistencia pacífica con Israel. Sin embargo, en su opinión «el gobierno israelí está dominado por la derecha radical –la diputada se refería aquí no al partido de Netanyahu sino a sus aliados– que no cree en la solución de los dos estados y hacen todo lo posible por impedirlo». Pero, en su opinión, esta es una opción cortoplacista, porque a largo sin un estado palestino Israel no podrá seguir siendo «judío y democrático».
Por eso es necesaria la paz y para alcanzarla hay que negociar, si bien esto no siempre es fácil: «El problema es que tampoco tenemos con quién hablar en el otro lado, Abú Mazen es débil, el conflicto entre Hamas y la Autoridad Nacional Palestina es muy difícil» cuenta recordando que en los territorios palestinos «no hay ni elecciones municipales».
«Por eso es preciso trabajar por un proceso con otros países de la región» dice pensando en Egipto y Jordania, «en los que sí tienes con quién hablar y que puedan llevar a los palestinos a la mesa de negociación». Desde luego no parece un tema fácil, pero según Swid no hay que pensar «que es imposible, estamos comprometidos con este tema y vamos a avanzar todo lo posible».
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