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| miércoles noviembre 20, 2024

Un estudio de la Universidad de Tel Aviv revela la forma que la dieta le dio forma a la Evolución Humana


La caja torácica y la pelvis de los neandertales se expandieron para adaptarse a una dieta rica en proteínas en la Europa de la Edad del Hielo, afirman los investigadores

 Tel Aviv. El Homo sapiens, ancestro de los humanos modernos, compartió el planeta con los neandertales, un pariente cercano y macizo que vivió casi exclusivamente en la Europa de la Edad del Hielo, hasta hace unos cuarenta mil años. Los neandertales eran muy parecidos a los Homo sapiens, con quienes a veces se apareaban, pero también eran diferentes. Entre estas muchas diferencias, podría mencionarse que los neandertales eran más bajos y más robustos, con una pelvis y una caja torácica más ancha que la de los humanos modernos.

Pero, ¿a qué se debían estas diferencias? Un nuevo estudio de la Universidad de Tel Aviv demuestra que la dieta de la Edad del Hielo —una ingesta rica en proteínas provenientes de grandes animales— provocó cambios físicos en los neandertales, esto es, una caja torácica más amplia y una pelvis más ancha.

De acuerdo con la investigación, la caja torácica con forma de campana de los neandertales tuvo que evolucionar para dar espacio a un hígado más grande, el órgano responsable de metabolizar grandes cantidades de proteína para convertirlas en energía. Este metabolismo elevado también requería un sistema renal expandido (vejiga y riñones más grandes) para eliminar grandes cantidades de urea tóxica, lo que probablemente hizo que los neandertales tuvieran una pelvis más ancha.

 Ver la evolución desde un nuevo ángulo

«Desde hace años se conocen las diferencias anatómicas entre el tórax y la pelvis del Homo sapiens y los neandertales, pero ahora nuestra mirada proviene desde otro ángulo: la alimentación», indica el profesor Avi Gopher. El profesor Gopher, el profesor Ran Barkai y el doctorando Miki Ben-Dor, todos ellos del Departamento de Arqueología y Culturas Antiguas del Cercano Oriente, son los autores de este estudio, que acaba de ser publicado en la revista American Journal of Physical Anthropology.
«Durante los duros inviernos de la Edad del Hielo, había escasez de carbohidratos y un limitado suministro de grasa.  Sin embargo, los grandes animales, la típica presa de los neandertales, prosperaban», afirma Ben-Dor. «Esta situación desencadenó una adaptación evolutiva a una dieta rica en proteínas: un hígado agrandado, un sistema renal expandido y sus correspondientes manifestaciones morfológicas. Todo esto contribuyó al proceso evolutivo de los neandertales.»
«En un trabajo de 2011, que analizaba la desaparición del Homo erectus en el Cercano Oriente, ya nos habíamos familiarizado con la noción de que la alimentación tenía un lugar importante en la evolución humana», afirma Barkai.

Ya en aquel entonces sosteníamos que el consumo de grasa era una de las soluciones más importantes a la difícil situación que presentaba la evolución humana. Los humanos están limitados con respecto a la cantidad de proteína que son capaces de convertir en energía: la proteína ofrece apenas el 30 % del total de la dieta. Por lo tanto, la solución consistía en consumir más grasas y más carbohidratos cuando lo permitía la época del año.

Encontramos que, en el caso de los neandertales, una escasez aguda de carbohidratos y una disponibilidad limitada de grasa hicieron que estos se adaptaran a una dieta rica en proteínas.
La prueba del postre dietético

Muchos experimentos con animales ya han demostrado que una dieta rica en proteínas probablemente traiga como resultado el agrandamiento del hígado y de los riñones. «Las tempranas poblaciones del ártico, que básicamente consumían carne, también tenían hígados más grandes y una tendencia a beber mucha agua, lo que marca una actividad renal incrementada», explica Ben-Dor.

De acuerdo con los investigadores, la dependencia total de los neandertales de presas grandes para dar respuesta a las necesidades de grasa y proteína tal vez constituyan la clave que explique su extinción, que tuvo lugar en el momento en que desaparecieron los animales gigantes o «megafauna» en Europa hace unos cincuenta mil años. El equipo está dedicado en estos momentos a la investigación de este tema.

 
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