El Gobierno de los Estados Unidos ha anunciado formalmente que va a armar a las milicias kurdas en Siria, en un intento de arrebatar al ISIS la ciudad de Raqa, capital de su califato.
Es cuestión de tiempo.
Las kurdas YPG, Unidades de Protección Popular, son la facción más importante de las Fuerzas Democráticas Sirias y el ala militar del izquierdista Partido de la Unión Democrática. Están laxamente vinculadas al PKK, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán turco, y ha forjado una región autónoma en el norte de Siria a la que los kurdos denominan Rojava. Son, como dice el Pentágono, “la única fuerza sobre el terreno que puede tomar exitosamente Raqa en un futuro próximo”.
La Administración Obama elaboró el plan el año pasado, y la Administración Trump lo desechó en un principio, asumiendo, por razones que sólo podemos imaginar, que podría pergeñar uno más inteligente. Sea como fuere, lo de armar a los kurdos ha sido el plan más inteligente desde el día primero del conflicto sirio, aunque los años hayan ido pasando sin que nadie en Washington lo imaginara. Como dijo célebremente Winston Churchill, “siempre puedes contar con que los americanos hagan lo correcto… después de haber intentado todo lo demás”.
Dejando al margen a los israelíes, los kurdos son los combatientes más capaces de Oriente Medio. La mayoría son musulmanes (hay una minoría de yazidíes y de cristianos), pero son tan alérgicos al islam radical como los americanos. Se cuentan entre los pueblos más fervientemente proamericanos y son unos aliados bélicos perfectos.
Si EEUU busca en Siria fuerzas indígenas sobre el terreno para combatir al ISIS, a fin de que no tengan que hacerlo nuestros soldados, los kurdos son la única opción viable. Frente a la creencia popular, el régimen del partido árabe socialista Baaz de Bashar al Asad no está combatiendo al ISIS, ni lo están haciendo los rusos. Las fuerzas de Asad están combatiendo a casi cualquier grupo presente en el país excepto al ISIS.
En estos momentos hay más milicias activas en Siria de las que uno pueda recordar, pero la mayoría de ellas son islamistas y la inmensa mayoría prefieren combatir a Asad antes que al ISIS. Después de seis años de guerra, los políticamente moderados que siguen vivos han huido del país por millones.
¿Y por qué no armamos antes a los kurdos? De hecho, lo hicimos. Simplemente no queríamos que el mundo lo supiera.
Hace dos años, Eli Lake publicó una enseguida olvidada columna en Bloomberg sobre una entrega de armas norteamericanas por vía aérea supuestamente destinadas a la Coalición Árabe Siria. El problema es que la Coalición Árabe Siria no es real. Es una organización pantalla que existe sólo sobre el papel para que la Administración Obama pudiera decir que estaba armando a los árabes cuando en realidad estaba armando a los kurdos. Un oficial norteamericano no identificado admitió ante Lake que la organización era un “montaje”, y los sirios kurdos confirmaron que recibieron armas y munición.
“Con esta nueva ayuda”, dijo entonces el comandante de las YPG Sipan Hemo, “la cooperación que mantenemos desde hace un año alcanza un nuevo nivel. Y esperamos que nuestro trabajo en común aumente incluso; ojalá podamos trabajar estratégicamente”.
El Pentágono estaba “harto de negar los informes que estábamos armando a las YPG”, le dijo recientemente Fred Hof, quien fuera funcionario de la Administración Obama, a Alex Ward, en una entrevista para Vox. “El nuevo anuncio al menos regulariza la cuestión”.
Hay dos razones por las que EEUU no quería que nadie supiera que estaba armando a los kurdos. La primera es que la milicia kurda y el partido que la respalda son no sólo fervientemente laicos y feministas, pese a ser mayoritariamente musulmanes, sino cuasi marxistas, y los árabes del norte de Siria son rabiosamente conservadores, mucho más que los de Damasco, Alepo y la costa mediterránea. Si las YPG acaban tomando Raqa, podría haber conflictos políticos y culturales además de étnicos. Todo el mundo entiende esto en Siria, de ahí que sea un asunto muy sensible.
De todas formas, la razón principal es que armar a los kurdos enfurecería a los turcos. El Estado turco lleva desde 1978 librando una guerra de contrainsurgencia de perfil bajo contra los kurdos del PKK en el oriente de su territorio. Tanto EEUU como Turquía consideran al PKK una organización terrorista, y las YPG sirias están vinculadas al PKK.
Cerca de 50.000 personas han muerto en la guerra turco-kurda de las últimas cuatro décadas, y si el PKK venciera Turquía podría perder una parte sustancial de su territorio en el este. A medida que se desarrolló la guerra siria y que las milicias kurdas fueron estableciendo un territorio soberano de facto a lo largo de la frontera turca, Turquía decidió que los kurdos eran el peor de los males y mostró su apoyo tácito al ISIS bombardeando posiciones kurdas mientras le permitía contrabandear armas y combatientes a lo largo de la raya.
Durante años hemos hecho como que Turquía no estaba ayudando al ISIS. Y como que no estábamos armando a los kurdos, mientras los turcos hacían como que nos creían. Todo eso se acabó. En respuesta, Turquía está amenazando con aumentar sus ataques contra los kurdos sirios. “Turquía se reserva el derecho a emprender acciones militares”, declaró un oficial turco alWashington Post.
Dejemos las cosas claras. Los turcos ya están atacando en Siria a fuerzas combatientes respaldadas por EEUU. Desde su punto de vista, EEUU es ahora un Estado patrocinador del terrorismo. Empero, todo el mundo ve que Turquía está en guerra contra los mejores y únicos auténticos aliados de EEUU en Siria en un momento en que todos los países del planeta quieren ver al ISIS inmediatamente destruido. La permanencia de Turquía en la OTAN jamás ha sido tan poco creíble.
Ankara ha cambiado y ya no le pasa una al ISIS, y eso es excelente, pero no basta. Si el Gobierno turco insiste en bombardear al único ejército que puede vencer efectivamente al ISIS, de nuevo será objetivamente pro ISIS. Y además matará a aliados americanos, argüiblemente un acto de guerra contra EEUU. Bajo ningún concepto debería Washington meter en el cajón el único plan realista para derrotar al ISIS porque se lo pida un Gobierno hostil.
Naciones semiindependientes como el Kurdistán iraquí y la Rojava tienen derecho a existir incluso si suponen un inconveniente para Turquía, y el Estado turco eventualmente hará las paces con ellas. Los americanos estarían más que felices contribuyendo a ello. Sería tan fácil como echar una siesta si se lo compara con la resolución del conflicto árabe-israelí. En el entretanto, es demencialmente contrario a nuestros intereses priorizar un conflicto de segunda categoría sin final en el horizonte sobre la aniquilación de una amenaza terrorista de alcance global que provoca matanzas en lugares tan distantes como San Bernardino y París. Si a los turcos no les gusta, es su problema.
© Versión original (en inglés): The Tower
© Versión en español: Revista El Medio
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