Después de que asegurara al presidente de EEUU, Donald Trump, que está educando a los palestinos en una “cultura de paz”, el presidente de la Autoridad Palestina (AP), Mahmud Abbas, siguió ensalzando a terroristas con sangre judía en las manos.
Abbas, que se reunió con Trump en Belén el 23 de mayo, dijo a los periodistas que se comprometía a trabajar con la nueva Administración norteamericana para alcanzar un “acuerdo histórico de paz con Israel”. Además, anunció su disposición a convertirse en “socio para la guerra contra el terrorismo en nuestra región y el mundo” y afirmó que él y su AP han estado promoviendo la “tolerancia y la coexistencia, y difundiendo una cultura de paz y de renuncia a la violencia”.
Las zalameras palabras de Abbas no duraron mucho, sin embargo. Sólo horas después de que Trump abandonara la región, Abbas y su AP volvieron a la incitación contra Israel, en vivo contraste con lo que Abbas le dijo a Trump y a su enviado para Oriente Medio, Jason Greenblatt, con el que se reunió 48 horas después de su encuentro con Trump en Belén.
En una reunión con los líderes de Fatah celebrada en Ramala el 25 de mayo, Abbas describió a los palestinos presos en Israel como “héroes”. Sus palabras venían a colación de una huelga de hambre protagonizada por más de mil presos palestinos, muchos de los cuales están cumpliendo largas condenas por asesinar o herir a cientos de israelíes. La huelga, que empezó el 17 de abril, está encabezada por Marwán Barguti, un cabecilla de la Fatah de Abbas que está cumpliendo cadena perpetua por su participación en una serie de atentados durante la Segunda Intifada (2000-2005) en los que murieron cinco israelíes.
Refiriéndose a los terroristas condenados como “nuestros héroes”, Abbas arremetió contra el Gobierno israelí por no rendirse a las exigencias de los huelguistas. “Nos mantendremos a su lado y les apoyaremos”, declaró. “Saldremos triunfantes y no permitiremos [a Israel] que derrote o humille a los prisioneros”.
El potente mensaje de Abbas contradice su promesa a Trump y a su representante Greenblatt de cesar todas las formas de incitación contra Israel. Al describir a los terroristas convictos como “héroes”, Abbas está en realidad mandando el mensaje a todos los palestinos de que asesinar judíos es un acto noble y heroico.
Esa retórica da pie a muchos palestinos para que lancen ataques terroristas contra israelíes. Abbas está llamando claramente a los palestinos a seguir los pasos de los terroristas y asesinos.
¿Es esta la manera que tiene Abbas de promover una “cultura de paz” entre su pueblo? ¿Es esta su forma de animar a los palestinos a renunciar a la violencia?
Menos de 24 horas después de la reunión entre Abbas y Trump en Belén, en la que el primero prometió cesar todas las formas de incitación contra Israel, el Gobierno de la AP en Ramala reanudó sus mezquinos ataques retóricos contra Israel.
Los ataques se produjeron en respuesta a las celebraciones que marcaban el 50º aniversario de la liberación y reunificación de Jerusalén, y también a las visitas rutinarias y pacíficas de judíos al Monte del Templo.
En un comunicado que recuerda a los libelos de sangre medievales contra los judíos hecho público el 24 de mayo, la AP acusó a Israel de perpetrar “crímenes negros” contra Jerusalén y los palestinos y ensuciar los lugares sagrados islámicos de la ciudad. En él, la AP describía a los judíos que visitan el Monte del Templo como “colonos extremistas” y afirmó –falsamente– que tenían la mezquita de Al Aqsa en la diana. En realidad, los visitantes judíos nunca entran a la mezquita.
Es precisamente este tipo de retórica lo que lleva a los palestinos a lanzar ataques con cuchillos y a atropellar a israelíes. Durante el último año y medio, Abbas, sus oficiales y las instituciones de la AP han estado desplegando una tóxica campaña de incitación en torno a las pacíficas y permitidas visitas de judíos al Monte del Templo. La incitación ha resultado en una ola de ataques terroristas contra los israelíes. ¿Cómo encaja esto en su promoción de la paz?
El primer ministro de Abbas, Rami Hamdalá, antes y después de reunirse con Trump, se unió al coro de glorificación de los terroristas condenados. En un comunicado del 25 de mayo, Hamdalá, al que los occidentales definen a menudo como moderado y pragmático, declaró: “Celebramos la legendaria constancia mostrada por los caballeros de la libertad, nuestros heroicos prisioneros”.
Como su jefe Abbas, Hamdalá también cargó duramente contra el Gobierno israelí por no cumplir las exigencias de los huelguistas de hambre, que incluyen más visitas de familiares, permiso para hacerse una foto con sus familias cada tres meses, más canales de televisión y aire acondicionado en las celdas y más acceso a los estudios universitarios.
Hamdalá y Abbas están mandando el mismo tipo de mensaje a los palestinos: si asesináis a un judío, os ganaréis el título de “caballeros de la libertad”. Dicho de otro modo, Hamdalá está exhortando a los palestinos a que participen en actos de violencia contra israelíes.
Uno se pregunta cómo exactamente Abbas y sus oficiales van a explicar estas declaraciones a Trump y la Administración estadounidense.
La experiencia ha demostrado que la glorificación del terrorismo y la yihad (guerra santa) sirve únicamente para alentar a más palestinos a tomar las calles y apuñalar o atropellar al primer judío que vean.
La negación palestina de los lazos de los judíos con el territorio y su historia en el mismo también sigue en su máxima potencia, a pesar de la promesa de Abbas a Trump de que los palestinos no tienen ningún conflicto con los judíos o el judaísmo.
Horas después de que Trump abandonara la región, el portavoz de Abbas, Nabil Abu Rudaineh, emitió un comunicado que ignoraba notablemente cualquier vínculo judío con el territorio. “Jerusalén Este, con sus lugares sagrados islámicos y cristianos, seguirá siendo la eterna capital del Estado de Palestina”, anunció. Nótese su deliberada omisión de cualquier referencia a los lugares sagrados judíos.
Esto no fue ni un lapsus linguae ni una declaración mal redactada por parte del portavoz de Abbas. Fue más bien una negación intencionada de los derechos judíos sobre Jerusalén, incluido el Muro Occidental, al que los palestinos se refieren como parte integral de la mezquita de Al Aqsa y del que dicen no tiene importancia para los judíos. Esto siempre ha sido parte de la estrategia palestina: negar los derechos judíos y deslegitimar a Israel.
Abu Rudaineh, como su jefe Abbas, parece tener bastante sentido del humor. Ha pedido al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, que ponga fin a su “incitación diaria contra los palestinos y sus líderes”. ¿Y en qué consiste la “incitación” de Netanyahu? En que afirme que un Jerusalén unido seguirá siendo la capital indivisible de Israel.
Para el portavoz de Abbas, esa afirmación es una clara “incitación”, no la glorificación de los terroristas; no la incendiaria retórica antiisraelí; no la continua negación de la historia y los derechos judíos.
La visita del presidente Trump a Israel resultó ser otra oportunidad para Abbas y su AP de practicar sus habilidades para la mentira y el engaño. En inglés, todo sonaba estupendo. En árabe, en cambio, los mensajes enviados por Abbas a su pueblo tenían el inconfundible soniquete del odio.
© Versión original (en inglés): Gatestone Institute
© Versión en español: Revista El Medio
MENTIROSO!!!