Alberto Zimerman, activo desde hace años en el diálogo interconfesional, de gran desarrollo en nuestro país, sale al cruce de las declaraciones de un escritor basadas en falsas citas del Corán
«En Argentina abundan los ejemplos de interacción entre las tres religiones», sostiene Alberto Zimerman, uno de los dirigentes de la colectividad judía más activos en el diálogo interreligioso en nuestro país desde el año 1995.
Amigo personal del cardenal Jorge Bergoglio –hoy papa Francisco- y también del referente musulmán Omar Abboud, otros dos protagonistas esenciales del diálogo interconfesional en nuestro país, Zimerman consideró necesario hacer algunas precisiones sobre la relación entre las religiones y los conflictos que hoy ensombrecen a tantas regiones del mundo.
Al incorporarse la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, el pasado 17 de mayo, el escritor Marcos Aguinis aludió al contenido del Corán al referirse a la situación de los cristianos en Medio Oriente.
En esta entrevista con Infobae, Zimerman sostiene por su parte que no pueden atribuirse al contenido del Corán los actos de violencia contra cristianos en Medio Oriente y otras regiones. «Los grupos terroristas que invocan el Islam, como el ISIS, han matado muchos más musulmanes que cristianos», sostiene.
— ¿Pueden atribuirse al contenido del Corán los ataques contra cristianos en Medio Oriente?
— De ninguna forma. En el Corán, los cristianos, como los judíos, están reconocidos como creyentes con la denominación de «Gente del Libro», por tener a la Biblia como escritura. Así leemos, en la Sura Baqara o la Vaca, 2:62: «Los creyentes, los judíos, los cristianos, quienes creen en Dios y en el Último Día y obran bien, ésos tienen su recompensa junto a su Señor. No tienen nada que temer ni se entristecerán.» Por otra parte, los grupos terroristas que invocan el Islam, como el ISIS, han matado muchos más musulmanes que cristianos.
—¿Qué otras causas explican esos conflictos y esos crímenes?
— Son conflictos y crímenes esencialmente políticos. La religión es la decoración de un escenario donde las disputas geopolíticas y económicas y las complejidades sociales tienen lugar. Por ejemplo, a lo largo de la historia han sucedido enfrentamientos entre sectores religiosos católicos y protestantes como la Guerra de los Treinta Años, en el siglo XVII, de 1618 a 1648, o la violencia en Irlanda durante las décadas de los setenta y ochenta del pasado siglo, pero a ningún historiador o sociólogo se le ocurriría atribuir esos hechos al Cristianismo. Igualmente, la persecución y matanzas de los judíos y musulmanes durante las Cruzadas o por la Inquisición española no tienen nada que ver con la doctrina cristiana o la tradición de Jesús. Son episodios íntimamente relacionados con la conquista, la depredación y el ejercicio del poder a cargo de soberanos y eclesiásticos que utilizaban la religión como una fachada para ocultar sus ambiciones materialistas. La Conquista de América por los europeos, que provocó la desaparición de más de cien millones de seres humanos entre 1500 y 1900, o la Primera Guerra Mundial, que causó alrededor de quince millones de muertos y otros tantos heridos, tuvieron como principales protagonistas a personas que decían ser cristianas, pero el Cristianismo no fue responsable en absoluto de semejantes atrocidades. Sí fueron responsables los Estados involucrados que disputaban intereses económicos y estratégicos. Aquí basta con citar una máxima de François de La Rochefoucauld para comprender rápidamente el tema: «La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud». Los demagogos, delincuentes, asesinos y criminales políticos siempre se remiten a las cosas buenas, como la libertad o la espiritualidad, para justificar sus acciones.
— Recientemente, en un discurso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, el escritor Marcos Aguinis citó frases de una sura del Corán descalificantes de judíos y cristianos. Usted sostiene que no pertenecen al Corán. ¿Es así?
— Según lo reflejado en los diarios, Marcos Aguinis habría dicho: «Por supuesto que hay diferencias teológicas entre el judaísmo, el cristianismo y el Islam, pero ellas no justifican la feroz descalificación de los judíos y cristianos, a quienes en un versículo se los asimila con los monos y los cerdos. En la primera sura, llamada Al Fatiha, en las aleyas 6 y 7 se lee: ‘Dirígenos por la vía recta… Los judíos descienden de los monos y los cristianos del cerdo'». Hasta ahí lo que dijo Aguinis. Sin embargo, el texto verdadero de las dos últimas aleyas o versículos del primer capítulo del Corán, que es la palabra revelada de Dios para los musulmanes, dice: «Guíanos al Camino Recto. El Camino de aquellos que has agraciado, no el de aquellos que han incurrido en Tu ira, ni el de los que están extraviados» (Al-Fatiha, «La Apertura», 1:6-7).
—¿Puede decirse que casi todos los libros «sagrados» contienen frases a las que se puede dar un mal uso si no se hace una interpretación o exégesis para entender el contexto en el cual fueron formuladas?
— La Biblia Hebrea o Tanaj, el Evangelio y el Corán contienen frases que pueden ser malinterpretadas o utilizadas por los inescrupulosos para justificar lo injustificable. La Regla de Oro predicada por el Rabí Hillel el Sabio hace veinte siglos es la fórmula para evitar los malentendidos y las interpretaciones erróneas: «Lo que te sea odioso, no hagas a tu vecino; esta es toda la Torá, el resto es comentario; ve, estudia.» Las escrituras citadas son muy explícitas sobre el particular: «Tratad al extranjero que habita en medio de vosotros como a uno de vuestro pueblo; ámale como para ti mismo, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.» (Levítico 19:34 y Deuteronomio 10:19); «Amarás al prójimo como a ti mismo» (Mateo, 22:39); «¡Oh seres humanos! En verdad que os hemos creado de un varón y una hembra, os hemos convertido en tribus y familias para que os podáis conocer mutuamente (y así establecer relaciones mutuas y cooperativas, no para que os enorgullezcáis en vuestras diferencias de raza o categoría social, y hagáis enemigos).» (El Corán, «Las Habitaciones Privadas», 49:13).
—¿Le preocupan este tipo de críticas en un país como el nuestro en el que el diálogo interreligioso tiene un interesante desarrollo?
— Desde hace más de un siglo, judíos, cristianos y musulmanes vivimos en Argentina en completa paz, armonía, diálogo y Convivencia, así, con mayúscula. Los ejemplos de interacción entre las tres comunidades abundan y son más que elocuentes. Como demostración, basta con recordar el abrazo simbólico frente a la Muralla Occidental del Templo de Jerusalén o Muro de los Lamentos entre tres argentinos a fines de mayo de 2014: el Papa Francisco, el rabino Abraham Skorka, y el diputado Omar Abboud, quien es miembro del Centro Islámico de la República Argentina y fuera su secretario, durante varios años. En este sentido, deberíamos apostar por el diálogo, el encuentro y la concordia. Fundamentalmente la convivencia. En mi caso particular, yo fui al Centro Islámico por primera vez, sin invitación, cuando falleció el entonces presidente Adel Muhammad Made, en julio del 2005. Al momento de ingresar, comenzó una oración en árabe. Por respeto, yo me puse una kipá, el gorro que algunos judíos usamos para rezar. Cuando terminó el rezo, todas las personas, me rodearon para agradecerme mi presencia. Desde entonces, siempre me invitan para la terminación de Ramadán y la Fiesta del Sacrificio, así como a otros eventos culturales, seminarios, cursos, conciertos… Hace poco tiempo, y por primera vez, se realizó en la mezquita Al Ahmad, de la calle Alberti, un evento muy significativo: se juntaron para reflexionar sobre el Diálogo Interreligioso, Omar Abboud, el rabino Daniel Goldman y el sacerdote Guillermo Marcó, con la asistencia del Presidente del CIRA, Anibal Bakir. Este acto tuvo y tiene una trascendencia que los medios no reflejaron: fue la mejor demostración de que Argentina es la tierra donde la «Cultura del Encuentro» se hace realidad.
—¿Qué se puede hacer para evitar que la religión sea pretexto para la violencia?
— Muchas cosas. Desde llevar a la práctica el «Yo y Tú» de Martín Buber, que está en las antípodas del «amigo-enemigo» del jurista nazi Carl Schmitt, hasta estudiar la religión y la cultura del otro para comprenderlo. Nuestra principal intención debe ser amarnos y comprendernos y no, por el contrario, buscar excusas y argumentos para diferenciarnos y separarnos. Baruj Spinoza dijo: «Si deseas que el presente sea diferente al pasado, estudia el pasado.» Si estudiamos académicamente la historia de los últimos 14 siglos, encontraremos que judíos y musulmanes no solamente coincidieron en múltiples asuntos, sino que incluso fueron solidarios entre sí. Recordemos a Maimónides y Saladino, o a los judíos expulsados de España que buscaron refugio en el mundo otomano. El inclusivismo afirma que todas las creencias son igualmente válidas dentro del contexto particular del creyente. En las antípodas, el exclusivismo, afirma que sólo una religión es correcta y las demás están erradas. El partidario inclusivista apoya y fomenta el diálogo interreligioso y el pluralismo con todas las religiones y creencias pues en su concepción de amplias miras todos los seres humanos son criaturas del Supremo Hacedor que deben ser respetados como son, sin censura ni discriminación alguna de su pensamiento y tradición cultural. Es más: en sus últimos llamados por la Paz, el entonces Cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, invitaba a participar de los actos, incluso a los no creyentes «de quienes también somos hermanos».
Considero que al hablar de «dialogo inter-religioso» es preciso adoptar ante el, una vision global, y tan solo no local o particular, y que mas allá de las declaraciones de intenciones al úso, todas ellas respectables, subyace el hecho cierto segun el cual, millones de personas en el mundo, sufren hoy en dia persecucion por razones de fé, mayoritariamente aquellas que profesan la religion cristiana, a manos, mayoritariamente tambien, de aquellas otras que afirman seguir los dictados del coran …
Éste pues debe constituir el elemento referencial a la hora de abordar la cuestion, si deseamos sujetar la misma a parametros de objetividad …
A diferencia del señor Zimerman, cuya capacidad no pongo en duda, y cuyas reflexiones merecen sin duda ser tenidas en cuenta, considero que la religion (en este caso la islámica) no es el «decorado»de un escenario en el que las disputas son de caracter geopoliticas y económicas ;
sino la estópa que alimenta el conflicto, y écha por tierra toda posibilidad de entendimiento entre las partes (lo creo de verdad)
las diferencias sociales «culturales» y económicas, tienen en este hecho su consecuencia directa y visible, por cuanto la influencia ejercida por la religion, sigue siendo considerable en paises de mayoria musulmana …
No niego que determinadas «interpretaciones» del coran, puedan estar en el origen de movimientos como el salafista, pero de ahi a reducir su contenido a la esfera exclusiva de la interpretacion, média a mi juicio un abismo …
éste es pues, el matiz que deseaba aportar a este análisis compartido