El Estado Islámico nació el 13 de octubre de 2006 en Irak. Fue proclamado por una alianza formada por Al Qaeda en Irak y varias organizaciones insurgentes árabes suníes, que en enero de aquel año se habían agrupado en el Consejo de la Asamblea de los Combatientes de la Yihad (Majlis Shura al Muyahidín).
La agencia Reuters recogió la proclamación tres días después con el titular: “Hombres armados en la ciudad iraquí de Ramadi anuncian emirato suní”. En el cuerpo de la noticia leemos que los yihadistas realizaron un desfile por las calles de Ramadi mientras, por el altavoz de una mezquita, un comandante de la organización leía un comunicado que decía: “Si Dios quiere, estableceremos la ley de la sharía aquí y combatiremos a los americanos”. Está claro que es una organización enemiga de Estados Unidos desde su nacimiento.
La proclamación del emirato fue puramente simbólica porque la insurgencia iraquí no controlaba ningún área del país de forma permanente. A pesar de la creación del Consejo de la Asamblea de los Combatientes de la Yihad y la proclamación del emirato después, la prensa internacional siguió durante años hablando de Al Qaeda en Iraq porque era el nombre que el público reconocía.
El Estado Islámico no se entendía entonces como una organización, sino como una entidad virtualal estilo del Emirato del Cáucaso. Así, el diario británico The Times se refirió a los planes de la creación del emirato islámico en Irak en mayo de 2007 con el titular “Al Qaeda planea un Estado islámico militante dentro de Irak”.
Una de las estrategias de Al Qaeda para establecer su poder en Irak consistía en luchar contra las estructuras de poder tradicional de las tribus suníes. Precisamente la naturaleza fanática de los miembros de Al Qaeda en Irak, que eran principalmente voluntarios extranjeros, terminó por provocar una ruptura entre la insurgencia yihadista y las tribus suníes. Esta ruptura tuvo lugar en el contexto de un cambio de estrategia estadounidense en Irak, por el que se aplicó un nuevo manual de contrainsurgencia impulsado por los generales Petraeus y Mattis. Además, se aumentó el número de soldados estadounidenses desplegados en el país en un esfuerzo conocido en inglés como Surge.
La presencia de más soldados estadounidenses, una nueva estrategia militar y la alianza con las tribus suníes colocó a los yihadistas de Al Qaeda en Irak contra las cuerdas. Sus dos principales líderes murieron en 2010. Algunos críticos del relato histórico oficial atribuyen la pacificación del país al agotamiento del ciclo de violencia sectaria entre las comunidades suní y chií, que alcanzó cotas de verdadera guerra civil.
En cualquier caso, la derrota de las fuerzas yihadistas fue evidente. Y en diciembre de 2011 se produjo la retirada oficial de las fuerzas estadounidenses de Irak. Un mes antes, el presidente Barack Obama había proclamado en la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico,celebrada en su Hawai natal, que se cerraba una era en que Estados Unidos había dedicado toda su atención estratégica a Europa y Oriente Medio. Ben Laden había muerto el 2 de mayo de 2011 y el mundo árabe estaba siendo sacudido por la Primavera Árabe. Era hora de pasar página para girar la atención estratégica de Estados Unidos hacia la región Asia-Pacífico (Pivot to Asia).
Tras la retirada estadounidense en diciembre de 2011, el Gobierno iraquí persiguió a las milicias tribales suníes que se habían aliado con Estados Unidos. Por razones demográficas, Irak tenía un Gobierno de carácter chií que no sentía ninguna simpatía por aquellos grupos armados que habían sido apoyados por EEUU.
El primer ministro Nuri al Maliki fue colocando generales afines en la cúpula del Ejército aplicando criterios de lealtad política y no de profesionalidad. La corrupción estaba extendida en las Fuerzas Armadas. Las unidades militares contaban con plantillas falseadas, lo que permitía a los mandos quedarse con los salarios de los soldados virtuales. Algunos daban incluso permisos indefinidos a soldados que pagaban una parte de su sueldo como soborno. Debilitadas las milicias tribales y convertido el Ejército en un cascarón vacío, se crearon las condiciones para el retorno de los yihadistas.
Mientras tanto, la situación en la vecina Siria se deterioraba por las revueltas populares. El Gobierno comenzó a perder el control del territorio. El régimen de Bashar al Asad había convertido el país en la retaguardia de los yihadistas iraquíes y lugar de paso para los voluntarios extranjeros. En el año 2008 incluso tuvo lugar una operación especial de las fuerzas estadounidenses en territorio sirio contra un objetivo de Al Qaeda.
Al Qaeda en Irak se expandió hacia Siria en medio de la naciente guerra civil, y allí entró en conflicto con grupos rebeldes, moderados y yihadistas, que combatían al régimen. Aymán al Zawahiri, el líder Al Qaeda, trató sin éxito de mediar desde su escondite de Pakistán. El 8 de abril de 2013 se anunció la transformación del Estado Islámico de Irak en el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, en sus siglas en inglés). En enero de 2014 el Estado Islámico se plantó en el Triángulo Suní de Irak. Y en junio lanzó una gran ofensiva en el norte que le llevó a tomar Mosul, la tercera ciudad iraquí, donde se apoderó de montañas de dinero y armas. El Ejército iraquí se había derrumbado como un castillo de arena.
La irrupción del Estado Islámico en el panorama internacional tomó por sorpresa a muchos. Y dio lugar a teorías conspirativas de que había surgido de la nada apoyado por terceros países (Estados Unidos, Israel, Arabia Saudita…). En realidad, había recuperado poder y territorio poco a poco desde la retirada estadounidense mientras la atención informativa estaba en otra parte.
La aparición de esas teorías conspirativas no fue casual. Surgieron cuando Rusia e Irán vieron que en la guerra civil siria estaban en juego sus intereses geopolíticos. Entonces pusieron su maquinaria de propaganda en marcha. Y ahí sigue.
Debes estar conectado para publicar un comentario. Oprime aqui para conectarte.
¿Aún no te has registrado? Regístrate ahora para poder comentar.