Días atrás, el atardecer en Gush Etzion, al sur de Jerusalem, fue el escenario en el cual se reunieron unas 60 personas para compartir el “Iftar”, la cena tradicional con la que los musulmanes rompen diariamente el ayuno del Ramadan. Es una ocasión que une a familiares y amigos, que comparten oración y una vivencia especial.
Y dado que los participantes eran palestinos y judíos religiosos residentes en asentamientos de la zona, todo cobra un sentido más singular aún.
La mitad de los presentes eran palestinos y la otra mitad, habitantes de Efrat, Alon Shvut, Kfar Etzion, Bat Ayin, Tekoa y otros asentamientos . Todos se habían congregado para celebrar el fin del ayuno hablando de coexistencia y de cómo construir buenas relaciones.
El evento fue promovido por la organización “Shorashim/Judur”, una ONG local que se presenta como un “movimiento popular de entendimiento, no violencia y transformación entre israelíes y palestinos”.Fue una de varias iniciativas interreligiosas convocadas durante el mes en curso.
Para grupos israelíes como Givat Haviva, el Fondo Abraham en sus diversas expresiones y la Reunión Abrahámica, el Iftar se ha convertido en una oportunidad de encuentro entre israelíes judíos y árabes que se reúnen en un punto neutral para compartir una experiencia religiosa y cultural que trasciende lo político. Pero claro está que cuando se trata de palestinos y habitantes de asentamientos, la carga emocional es un tanto mayor.
El rabino Hanan Schlezinger que vive hace 30 años en el asentamiento de Alon Shvut contó que “he venido aquí esta noche para lidiar con un tipo de enfermedad emocional que creo padecemos todos nosotros, israelíes y palestinos”. Y agregó: “Estamos todos traumatizados por el miedo, las sospechas y la incomprensión. Yo tendré el atrevimiento de hablar únicamente por mí mismo y quizás por otros israelíes, pero en nuestras comunidades, los palestinos son básicamente invisibles. Si no están trabajando en la construcción, ni los vemos. Y el Iftar es una oportunidad para compartir una comida, para relacionarnos mutuamente como individuos con similitudes. Esta experiencia me ha ayudado a abrir mis ojos y mi corazón a gente que vive a menos de cinco minutos en coche de mi casa”.
Un dato significativo es que casi todos los palestinos pidieron no ser identificados, por temor a represalias de parte de la Autoridad Palestina o de Hamas por “normalizar” relaciones con colonos.
A pesar de ello, cabe destacar que ese temor no los llevó a abstenerse de participar en el evento, que se llevó a cabo a escasos 200 metros del cruce carretero de Gush Etzion, que ha sido escenario de numerosos atentados de acuchillamiento de israelíes, disparos y embestidas, por lo cual los palestinos por su parte tienen que lidiar con puestos de control y revisaciones de seguridad.
“La mayoría de los palestinos asocian a los colonos con violencia y puestos de control. El ejército revisa nuestras casas y arresta gente”, contó uno de los participantes palestinos. “Y están las presiones de la Autoridad Palestina para que no se ´normalicen´relaciones con los colonos. Pero si uno piensa en ello, es absurdo. Numerosos palestinos hablan con colonos, trabajamos en los asentamientos, construimos sus casas y arreglamos sus jardines. Así que ´boicotearlos ´en términos sociales significa que sólo se toma la parte humillante de la relación, sin poder verlos como individuos que están profundamente conectados con esta tierra y sin mostrarles el mismo lado de nuestra parte, del lado palestino”. Convencido de lo importante del encuentro, agregó: “Iftar es una oportunidad excelente para encontrarse con gente de igual a igual”.
El Iftar es también una ocasión para aprender sobre las similitudes y diferencias espirituales entre Islam y Judaísmo. Los conceptos islámicos del Ramadan, como “tauba” (arrepentimiento), “zakat” (caridad) y “tarawih” (plegarias de penitencia), tienen paralelismos en el mes de Elul, el mes del calendario judío dedicado a las “slijot” de arrepentimiento, antes de Rosh HaShana. Por otra parte, judíos ortodoxos y musulmanes religiosos, comparten diversas normas culturales que se contraponen a algunos aspectos de la vida en la sociedad moderna.
Así contó a TPS el Rabino Lee Weissman, miembro de los hasidim de Breslav en California: “Un musulmán de edad llegó a nuestra casa para una cena de Iftar y al ver la pushka , la caja de Tzedaká, caridad, que tenemos en la pared, se le iluminó la cara y me preguntó si eso es para sadaqqa, usando la palabra en árabe para Tzedaká”. El rabino agregó que ello llevó a una conversación sobre sadaqqa y la idea de dar un poco cada día para convertirlo en hábito y de donar antes de orar. “La conversación se tornó rápidamente en un intercambio sobre lo bueno de dar y en pocos minutos, pasamos de usar el término ´ustedes´ a nosotros, dos amigos religiosos tratando de ver cómo mantenerse conectados con Dios y entre ellos en medio de un mundo confuso”.
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